Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Editorial Viernes 27 de Julio de 2012

Siempre la pobreza

En las villas y los asentamientos irregulares se registra el 23,8% de casos de inseguridad alimentaria, en las zonas urbanas 16,2% y en la clase media el 4,4%.

Redacción

Por Redacción

La pobreza y la indigencia tienen hoy varias lecturas en nuestro país, al menos desde la visión de las estadísticas, ya que en las mismas aparecen grandes diferencias según quién las haga públicas, partiendo de los mínimos que expone el INDEC y los más abultados números de las organizaciones privadas. Esa resulta en definitiva la confrontación desde el punto de vista político, disintiéndose de forma muy pronunciada, ya que para el gobierno tanto la pobreza como la indigencia no han parado un momento de bajar, en tanto que las otras fuentes las dan estancadas en números todavía muy altos y por lo tanto preocupantes.

Veamos por ejemplo lo que expresa en tal sentido un informe elaborado por la Universidad Católica Argentina a través del Barómetro de la Deuda Social Argentina, destacando que en el último trimestre de 2011 hubo 560.000 personas que se vieron seriamente afectadas por el hambre, en tanto que 1.300.000 experimentaron dificultades alimentarias, pero además hizo conocer que merced a su relevamiento hay 8.700.000 pobres y que ascienden a 1.800.000 los hogares que sufren pobreza estructural, conformando una muy alta cantidad que tienen sus necesidades básicas insatisfechas y que en el período 2007-2011 no pudieron mejorar la situación que padecen.

El estudio sobre la pobreza en el país, tras dar estos números que exponen claramente la situación preocupante que se afronta en la materia, sostiene que "la marginalidad económica, la pobreza estructural, la segregación social, el subempleo indigente, la segregación residencial y los desacuerdos políticos e institucionales, continúan siendo debilidades de una sociedad que crece, consume y progresa pero que no garantiza un sendero de inclusión social para los sectores postergados".

Este trabajo titulado "Asimetrías en el desarrollo humano y social 2007-2011" fue presentado recientemente en el campus universitario de la UCA en Puerto Madero, ciudad de Buenos Aires, por las autoridades del Observatorio de la Deuda Social Argentina, ofreciendo una perspectiva muy amplia y ajustada de la realidad, ya que el organismo referido es uno de los más creíbles en la materia, frente a la debilidad de las estadísticas oficiales del INDEC, un ente que ha perdido absolutamente credibilidad y confianza desde 2007 en que fue intervenido por el entonces presidente Néstor Kirchner, merced a la tarea allí desplegada por Guillermo Moreno, manteniéndose así desde entonces y constituyendo uno de los lados flacos del gobierno, ya que realmente no sabe cómo salir de la encrucijada sin admitir toda la serie de irregularidades que se cometieron en el organismo.

Destaca el estudio que en 2011 el 3,3% de los hogares argentinos se encuentra bajo la línea de indigencia -alrededor de 400.000- en tanto que el 13,6% está bajo la línea de pobreza. Hasta allí entonces simples números, pero en caso de ser traslados al impacto que tienen en el total de la población, tenemos entonces que los indigentes conforman el 5,4% de la población y los pobres alcanzan al 21,9% de ese total. Es decir, sumados ambos rubros tenemos en consecuencia que el 25% -la cuarta parte del total- está con serios problemas: una de cada cuatro personas es pobre o indigente, con lo cual se mantienen cifras que están muy alejadas de la satisfactoria perspectiva que ofrece el INDEC.

Incluso, lo que se viene sosteniendo desde despachos oficiales en cuanto a la suba salarial por encima de los valores inflacionarios -tomando para la comparación los truchos del costo de vida-, queda también desvirtuado en este informe, pues para sostener el consumo y el mismo nivel de vida desde 2007 a 2011 se redujo del 32,2% al 31,1% de los hogares.

Los habitantes de las villas o asentamientos irregulares resultan los más afectados por la pobreza en sus distintos niveles, seguidos luego por los vecinos de los barrios de bajos ingresos, y finalmente por la clase media. En las villas la inseguridad alimentaria alcanzó al 23,8%, en los centros urbanos al 16,2% y en las zonas de clase  media a 4,4%.

Como se puede apreciar, hay una enorme brecha entre este informe de la UCA y los trabajos que en este mismo sentido da el INDEC.

Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso