Por REDACCION
Salud y economía. Dos temas que generan preocupación en todo el planeta, por el coronavirus y la recesión. ¿Cómo hacerle frente a esas situaciones de enorme complejidad? No resultará una tarea sencilla.
En la gran mayoría de los países, se prioriza la salud en este tiempo de pandemia, nada más ni nada menos que por una cuestión humanitaria.
La lucha contra un enemigo invisible siempre es temible y deja muchas bajas que se contabilizan en víctimas fatales, que ni siquiera con la tecnología que hoy está a disposición de quienes necesitan utilizarla, pueden detener una curva que sigue ascendiendo de manera vertiginosa en los países más afectados.
Cada día que transcurre, las cifras son más alarmante en determinado lugares. La mayor preocupación se instaló en Italia, España, y recientemente, en los Estados Unidos.
Estamos haciendo referencia a naciones del primer mundo, que son castigadas de una manera terrible por el incontrolable avance del Covid-19.
Las últimas informaciones son escalofriantes y si bien los especialistas hoy son optimistas tras evaluar algunos datos estadísticos, la preocupación se mantiene bien arriba, porque la realidad indica lo contrario.
Sin embargo, como en toda regla hay excepciones. Y por eso señalamos que en la gran mayoría de los países la salud es prioritaria. Hay casos testigos que no se pueden soslayar.
Estados Unidos, México y Brasil, tres gigantes del continente, están padeciendo el capricho de sus gobernantes, que no tomaron conciencia de la gravedad de una situación que afecta al mundo entero.
Donald Trump, luego de minimizar las consecuencia que podría causar "el virus chino", como lo definió en un tono desafiante, reaccionó demasiado tarde y la implementación de las medidas sanitarias no dieron el resultado esperado.
Hoy, los contagiados suman más de 100.000, de acuerdo a reportes que podrían modificar en cuestión de horas, particularmente en Nueva York, la ciudad más populosa y afectada del coloso del Norte.
Trump, hasta no mucho tiempo atrás, sostenía que el país debía avanzar y que de ninguna manera se paralizarían las industrias y el comercio. Una postura que hoy seguramente estarán lamentando los estadounidenses, que ya expresaron, masivamente, su rechazo a las medidas iniciales del Presidente.
En las actuales circunstancias, la lucha es desigual. Por decirlo de otra manera, no tiene equivalencias. Es tan grande la preocupación de Trump, que esta semana bajó al llano para dialogar con su par chino Xi Jimping en la búsqueda de una investigación binacional para tratar de encontrarle frente al avance de la pandemia.
Algo similar ha ocurrido en México con el presidente Andrés Manuel López Obrador, que en plena expansión del coronavirus alentó a los habitantes de ese país a no permanecer en sus hogares y realizar las actividades habituales con total normalidad.
Una expresión desafortunada y carente de responsabilidad absoluta de quien tiene la responsabilidad de cuidar la salud de la población. López Obrador, llegó a pedirle a los mexicanos que se diviertan, como lo hacen siempre. Un despropósito que no admite ningún tipo de valoración.
Más cerca nuestro, en la vecina República Federativa de Brasil, el que volvió a encender la polémica, como ya lo hizo tantas veces desde que resultó electo Presidente, es Jair Bolsonaro.
Su lectura de lo que está sucediendo es lamentable, desde todo punto de vista, porque dice estar convencido que el aislamiento no es necesario. Luego de sus reiteradas expresiones de similar contenido, los gobernadores de los Estados brasileños, lejos de apoyarlo, lo salieron a cruzar con tremenda dureza.
Hoy, no es casualidad, los números de infectados y fallecidos, siguen creciendo en el país más grande y poderoso de Sudamérica.
Son algunas situaciones puntuales las que tomamos como referencia. Pero ese análisis es imprescindible para valorar el comportamiento que ha tenido, en esta emergencia sanitaria, el gobierno que encabeza Alberto Fernández.
Todos coinciden que la economía se verá notoriamente resentida, en todos los rincones del planeta. No es un dato menor y aquí también se observa con lógica preocupación.
Pero en este momento, la salud merece una consideración esencial y en ese aspecto, todas las medidas que se adoptaron, si bien no resultan simpáticas, debían aplicarse en tiempo y forma, como realmente se hizo.
Una lectura superficial, puede llevarnos a confundirnos, si interpretamos que son demasiadas estrictas. Pero el aislamiento fue una decisión correcta, aunque un grupo minúsculo en términos porcentuales, no lo haya respetado.
El cierre de fronteras, tal vez, provocó algunas dificultades mayores, pero las advertencias que se realizaron previamente, terminaron avalando la medida.
Hoy, podemos golpearnos el pecho y gritar bien fuerte: ¡Este es el camino... Argentina!
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