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Editorial Lunes 25 de Mayo de 2020

Revolución en la era de la pandemia

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REDACCION

Por REDACCION

Un día como, hace 210 años, la Argentina comenzaba a tomar forma como república cuando dio el primer paso para romper las cadenas de la dependencia que la ataban a la Corona de España. El 25 de Mayo de 1810 un grupo de patriotas que venían debatiendo y buscando consensos desde hace tiempo, pero en especial desde el 18 de mayo de ese año, sobre cómo llevar a cabo esa ruptura finalmente depusieron la autoridad de Baltasar de Cisneros sobre el Virreinato del Río de la Plata y conformaron el primer gobierno local, que se llamó Primera Junta. Esa declaración realizada en el Cabildo de la ciudad de Buenos Aires fue la Revolución, el inicio de un proceso que incluiría la guerra con los ejércitos españoles y la posterior declaración de Independencia, el 9 de julio de 1816 en Tucumán. 

Estas son las dos fechas patrias más importantes, fundacionales de lo que hoy es la República Argentina, más allá de que no fue sino hasta 1853 que se aprobó una Constitución Nacional para ordenar el sistema político y de gobierno nacional. En el medio, desencuentros constantes y una grieta entre unitarios y federales que, en ocasiones, parece asomarse en la actualidad puesto que la disputa no ha sido cerrada en forma amigable a lo largo de la historia. El federalismo aún es una cuestión de discordia al punto que la Argentina se sabe con una deuda que resiste a pagar (como tantas otras): una estructura impositiva eficiente y ordenada que reemplace el actual sistema de coparticipación, que no es justo pero se presenta algo así como "peor es nada". 

Hoy los argentinos recordamos la Revolución de Mayo, la gesta del 25 cuando se resolvió iniciar el camino de la soberanía sobre el territorio y no depender de una autoridad que funcionaba del otro lado del oceáno Atlántico. Es un pasado común que enaltece la figura de los héroes de la declaración y de los que vendrán luego con las guerras por la independencia. Son los patriotas que estudiamos en la escuela primaria y que encontramos en la señalética de nuestras calles, las de Rafaela y de cuanto pueblo y ciudad se haya conformado en el país. 

Y en esta oportunidad, la conmemoración del 210° aniversario de la Revolución nos encuentra en un momento sin precedentes, como lo es una cuarentena impuesta de manera obligatoria como estrategia central para enfrentar la pandemia del coronavirus. Ante la falta de una vacuna que preserve la salud de las personas ante la enfermedad que irrumpió a finales del año pasado en China, el plan es reducir es el confinamiento de las personas para evitar que circulen y así reducir la velocidad de contagio, lo que permite ganar tiempo para mejorar la infraestructura sanitaria y la preparación del ecosistema de salud con capacitaciones sobre este nuevo virus y como combatirlo. 

Ahora bien, sin actos masivos y en definitiva sin fiesta ni celebraciones para recordar la piedra basal del país, queda un margen para resignificar el concepto de "revolución" hoy día. ¿Se aplica a los desafíos que tiene la Argentina hoy día? Hay conflictos que no ha podido superar y problemas sociales enquistados, como la pobreza, que pueden contemplarse en esta suerte de reflexión editorial. 

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, el término "revolución" significa "cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional", que se ajusta a los hechos de mayo de 1810. Otras definiciones cercanas de este vocablo es "levantamiento o sublevación popular" y "cambio rápido y profundo en cualquier cosa".

A partir de esta perspectiva, la Argentina necesita imperiosamente embarcarse en varias revoluciones al mismo tiempo, pero que en definitiva tienen como objetivo mejorar la calidad de vida de sus habitantes y dejar de una vez por todas atrás las profundas inequidades que se advierten en la actualidad. 

Si hay un problema que agobia al país desde hace décadas es la deuda, tanto externa con el FMI o acreedores privados como interna, como la social con millones de habitantes que hoy viven bajo la pobreza en condiciones poco dignas. No hay guerra como en 1810 contra los realistas. Como decía Thomas Hobbes, la política es la continuidad de la guerra en otros términos. Es lo que hay ahora, una negociación política para tratar de ganar tiempo, postergar pagos y buscar una recuperación de la tan golpeada economía, con la esperanza de generar recursos que permitan honrar la deuda. 

La lucha contra la desigualdad social, que en el tiempo pasado cercano a acuñado conceptos absurdos como "pobreza cero", también requiere de una especie de revolución moderna: es inconcebible que en un país con importantes recursos naturales y una alta producción de alimentos haya argentinos que padecen hambre y vivan en la pobreza. Esta es la gran deuda que como país no hemos logrado pagar en más de 200 años. Es un fracaso con responsabilidades que duele más de la cuenta. 

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