Por REDACCION
Este país, nuestro país, la Argentina se muestra incapaz de resolver uno solo de sus problemas centrales. Una clase política interesada todo el tiempo en enfatizar las diferencias antes que priorizar las coincidencias sobre las cuales comenzar a gestar una construcción institucional madura no suma sino que resta. Y mucho. Un Presidente que no resiste el más mínimo archivo y que se presenta como un gestor de una sociedad política en la que es accionista minoritario -sí lo es, porque quizás solo es un gerente- no parece tener la fortaleza para llevar adelante las riendas del gobierno.
La inseguridad, la demora en la vacunación contra el Covid, la forma en que las medidas sanitarias dispuestas el año pasado para desacelerar la velocidad de contagio golpearon la economía provocando con ello el cierre de empresas y la pérdida de puestos de trabajo, la inflación, la violencia de género y la cuestión ambiental representan desafíos que no podemos alcanzar en tanto y en cuento la dirigencia solo se mire el ombligo y privilegie sus intereses de clase o casta por sobre el bien común.
Hace dos semanas se anunció la creación de un Consejo federal integrado por el gobierno central y el de las provincias para discutir una agenda de medidas contra la violencia machista. Con femicidios cada dos por tres, urge avanzar medidas que puedan funcionar en todo el país, que incluyan los tres poderes del Estado. Pero casi nada se ha hecho y los crímenes violentos de mujeres a manos de los hombres siguen mientras funcionarios muy bien pagados con el dinero de los contribuyentes no desesperan pese a los ríos de sangre.
Ahora todos los temas quedan condicionados al escenario electoral. Cada decisión se toma en función si impactará positiva o negativamente en el voto de los ciudadanos. Por tanto la resolución de los problemas se retrasa, se tira para adelante, se busca ganar tiempo y nada más mientras todo se reduce a la retórica, a cuestionar las herencias. Una clásica herramienta de la cultura política argentina. Una excusa.
En esta columna insistimos en que el aumento sostenido de los precios dinamita la economía nacional y alimenta conflictos en forma constante. Con sinceridad inusual dentro de un sistema político con escasa inclinación hacia la autocrítica, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, aseguró que la inflación "no se puede combatir sólo con controles de precios" ya que es un fenómeno macroeconómico. Después el funcionario dijo que el Gobierno trabaja en reducir el déficit fiscal y la emisión monetaria así como también en impulsar una recuperación económica que evite devaluaciones, algo que no se percibe claramente. Por ejemplo en la cuestión inflacionaria, no se vislumbran cambios positivos mientras con ridícula tozudez el Gobierno insiste en sostener su meta anual del 29 por ciento.
Cabe resaltar que la inflación nacional alcanzó el 3,6% en febrero, ubicándose 0,4 puntos porcentuales (p.p.) por debajo del mes anterior, pero el IPC Núcleo trepó 4,1%, superando en 0,2 p.p. el registro del primer mes del 2021 (3,9%), según destaca un informe de la consultora Ecolatina. Así, en el primer bimestre del año la suba de precios alcanzó un 7,8%, por encima del 4,3% acumulado en el mismo periodo del 2020 y del 6,8% de los primeros dos meses de 2019. En términos interanuales trepó 40,7%, casi 5 p.p. por encima del registro de noviembre del año pasado (35,8%).
Al interior, la principal preocupación hace foco en Alimentos y bebidas no alcohólicas que trepó 3,8%, 0,2 p.p. por encima del Nivel general. Desde agosto del año pasado la variación mensual de Alimentos y bebidas sin alcohol viene superando la del Nivel general (con la excepción de noviembre 2020), acumulando una brecha significativa: 30,2% Vs 26,7%. En términos interanuales dicho capítulo creció 43,9% i.a., ubicándose por encima del Nivel general desde octubre de 2018.
Ecolatina ya tiene también una proyección de lo que está sucediendo con los precios en este mes de marzo. Al respecto, informó que la inflación del tercer mes del año se ubicará en torno al 3,5%, alcanzando el 11% en el primer trimestre. De este modo, la inflación se mantendrá por encima del 3% por sexto mes consecutivo. Es que a los habituales incrementos de indumentaria y educación de marzo se les suma el aumento en la tarifa del subte y taxis (CABA) e incrementos en telefonía, naftas, cigarrillos y prepagas. Asimismo, los alimentos y bebidas volverán a crecer por encima del Nivel General. En este sentido, el mayor dinamismo de los bienes de consumo masivo se complementa con una nueva aceleración en verduras y carnes, que cerraría el mes por encima de 5%. Tras este análisis, la consultora prevé que la inflación sea de 42,5% en 2020, lo cual refleja una brecha más que importante en relación a las expectativas del Gobierno nacional.
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