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Editorial Martes 22 de Noviembre de 2011

Pobreza infantil

La pobreza infantil en Latinoamérica tiene 32 millones de chicos en situación extrema y 81 millones en grave y moderada pobreza.

Redacción

Por Redacción

Es indispensable realizar mediciones lo más ajustadas posible a la realidad, pues es la única manera de poder enfrentar los problemas con las más claras y precisas posibilidades de superarlos, y encontrar de tal modo soluciones, pues de otra manera, falseando datos para tratar de mostrar otra realidad, lo que se logra es confundir y demorar su arreglo, pues se hacen enfoques falsos, y por lo tanto desacertados y de escaso o nulo efecto.

En tal sentido, y respecto a la niñez en Latinoamérica existe un informe muy explicativo y preciso, el cual fue comentado por Sebastián Waisgrais, quien es un especialista en el monitoreo de los programas de la UNICEF. El cual, en ciertos sentidos tiene un correlato muy parecido con lo que ocurre en nuestro país con el INDEC y la pobreza, ya que las manipulaciones de los índices inflacionarios hacen que la pobreza disminuya drásticamente, aunque para ello una familia tipo -matrimonio y dos hijos en edad escolar- deba arreglarse para vivir todo un mes y afrontar todos sus gastos, con 1.347 pesos que es el techo de la canasta que surge de las mediciones oficiales. 

Si consideramos real esa situación, entonces será muy difícil encontrarle una verdadera e integral solución al problema. Si en cambio, el valor de esa canasta se ubicara en valores mucho más razonables, entre 3 y 3,5 mil pesos por ejemplo -como lo establecen casi todas las consultoras-, es cierto que la pobreza no estaría como ahora en un 9% si no es probable que rozaría el 30% de la población y nos dejaría una imagen mucho más sombría, pero no es tampoco menos cierto que resultaría más efectivo enfrentarla. Es que para curar una enfermedad, primero hay que hacer un acertado diagnóstico, pues si determinamos un tratamiento equivocado, en lugar de mejorar se irá agravando. Una metáfora que si bien simple, se ajusta de maravillas para describir este escenario.

Volviendo a la perspectiva de la niñez en Latinoamérica, digamos que la primera medición precisa y confiable de la extensión y severidad de la pobreza infantil en el mundo en desarrollo, data de 2003, recurriéndose a siete indicadores relacionados con la disponibilidad de nutrición, agua, vivienda, salud, educación, saneamiento y acceso a la información. Hubo resultados muy contundentes, dando cuenta que el 56% de los niños en países en desarrollo sufrían una o más privaciones graves de algunas de las siete categorías referidas.

Ya en 2008 la UNICEF y la CEPAL dieron comienzo a un trabajo para adaptar y aplicar la metodología mencionada a la realidad de todos los países de la región, como así también combinarla con la tradicional medición de la pobreza con relación a los ingresos.

Un estudio mucho más reciente sobre este tema, titulado "Pobreza infantil en América Latina y el Caribe", establece que el 17,9% de los niños es extremadamente pobre, alcanzando ese porcentaje a unos 32 millones de chicos, en tanto que la cantidad que se ubica dentro de una pobreza moderada, contabilizándose a menores de 18 años, asciende a 81 millones, significando la mitad del total de esa franja etaria en la región.

Existen diferencias en cuanto a las zonas, pues mientras en las urbanas -medianas y grandes ciudades- sólo uno de cada cuatro chicos es pobre, en cambio en las zonas rurales se eleva el porcentaje a tres cada cuatro niños, pero donde existe el mayor agravamiento es en los pueblos originarios, donde uno de cada tres vive en extrema pobreza y dos de cada tres en pobreza grave o moderada.

Dejando la generalidad e ingresando en la especificación por países, los mejores posicionados en cuanto a las mejores cifras, son Costa Rica, Chile y Uruguay en los tres primeros lugares, mientras que la Argentina aparece en cuarto puesto, donde tenemos -según este relevamiento- el 28,7% de niños en situación de pobreza, de manera moderada o grave. Con lo cual se advierte claramente las grandes brechas que existen con los índices que divulga el INDEC.

Desde los organismos internacionales se insiste especialmente en la incorporación de la medición de pobreza infantil  como una rutina de las estadísticas públicas, ya que de esa forma se proporcionaría la información necesaria para fortalecer el diseño de las políticas públicas.

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