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Editorial Miércoles 13 de Agosto de 2014

Peso energético

La importación de energía se ha convertido para el país en un verdadero salvavidas de plomo, habiendo significado en el primer semestre una erogación de 7.300 millones de dólares.

REDACCION

Por REDACCION

Desde hace casi cuatro años en que el país perdió el autoabastecimiento de energía, debiéndose realizar desde entonces importaciones que fueron en constante aumento, el tema se convirtió en un verdadero karma al que no se le encuentra solución, impactando muy negativamente en las finanzas públicas. Sólo en los primeros 6 meses de este año las importaciones de energía volvieron a fijar un nuevo récord con nada menos que 7.300 millones de dólares, lo cual constituyó una suba del 36% comparado con la primera mitad de 2013, significando este rubro el 26% del total de las importaciones que realiza la Argentina durante un año. Datos estos que se desprenden del balance cambiario del Banco Central, recientemente difundido.

Se da cuenta que "las distintas empresas vinculadas al sector energético registraron pagos de importaciones por 4.353 millones de dólares durante el segundo trimestre del presente año, con un aumento interanual del 38%. Cabe destacar que el nivel de pagos del sector para el primer semestre de 2014 representó un valor récord de unos 7.300 millones de dólares con un incremento interanual del 36%", según consta en el informe del BCRA.

En cierta forma, el descuido que existió todos estos años en el control del sector energético, provocando la falta de inversiones, hizo caer la producción hasta llegar progresivamente a esta situación negativa en la cual hay que destinar unos 15.000 millones de dólares para la importación, con lo cual se fueron consumiendo los fuertes ingresos que dejaban las retenciones agrícolas, especialmente la soja. Un tema que planteado desde este enfoque bien sencillo, permite visualizar aspectos de la confrontación surgida a raíz del calificativo década ganada o década perdida. 

El contenido del informe del Central deja en claro que tanto por el contexto recesivo de la economía como por las medidas restrictivas a las compras en el exterior, prácticamente casi todos los sectores experimentaron una fuerte baja en las importaciones, con la única salvedad del energético, que por el contrario ha ido en permanente aumento, destacándose textualmente que "la caída interanual en el nivel de pagos por importaciones se registró en la mayoría de los sectores de actividad (destacándose la industria automotriz, química, caucho, plástico y maquinarias y equipos), con la excepción de los sectores relacionados con la energía".

Es por estas razones que las empresas vinculadas a la energía pasaron a ser con el 26% del total de las importaciones, el grupo de mayor preponderancia en ese sentido, desalojando del lugar a la industria automotriz que ahora quedó con el 19% de las compras al exterior. Corresponde alguna ampliación en el análisis de lo expuesto, ya que mientras por un lado tenemos el sostenido incremento de las compras energéticas, por el otro se registra una brusca disminución tanto en la producción automotor como en las ventas, lo cual fue provocando la baja en la importación que requiere el sector.

Otros rubros que también estuvieron en baja en las importaciones durante el semestre, consecuencia de las restricciones, fueron comercio con 17%, maquinarias 14% y equipos 13%. Llama la atención que aún con la baja de las compras al exterior, que fueron promedio de 8% de enero a junio, el superávit comercial haya sido en ese lapso de un escuálido 215 millones de dólares, debiéndose considerar la importante disminución de los ingresos de divisas por exportaciones que totalizaron casi 3.000 millones de dólares, explicados por una baja del 7,4%.

Queda claramente en evidencia, frente a la realidad de los números, que la problemática derivada por las fallidas políticas energéticas que llevaron a la desinversión y notable caída de producción al ser obligadas las empresas a sostener bajas tarifas, constituye algo cuya solución demandará un elemento que no puede comprarse con dinero como es el tiempo, y a medida que transcurra es muy probable que las condiciones irán empeorando, con el consabido impacto perjudicial en las finanzas públicas, hoy en estado de agotamiento.

De acuerdo con estimaciones de especialistas en el tema energético, para recomponer la producción serán necesarios no menos de 5 años, un lapso que en las actuales condiciones será complicado de sostener. 

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