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Editorial Martes 30 de Julio de 2013

Perpetuar la pobreza

Aun cuando la asignación universal por hijo tiene un enorme consenso, una organización la califica como un sistema para perpetuar la pobreza.

REDACCION

Por REDACCION

Una de las medidas implementadas por el gobierno con mayor nivel de aceptación de parte de los partidos políticos y casi todas las organizaciones sociales, como así también de parte de la población, ha sido la Asignación Universal por Hijo, que permite asistir a un importante número de familias en situación social comprometida. Sin embargo, y aún reconociendo la necesidad de este subsidio, el Instituto para el Desarrollo Argentino (IDESA) sostiene que esta forma de asistencialismo es una forma de perpetuar la pobreza, ya que por la forma de aplicación del subsidio se acrecientan los incentivos a la inactividad laboral, pues según lo puntualiza el organismo referido "se cierran las puertas a que el progreso y la salida de la pobreza sea por la vía del trabajo y el esfuerzo propio".

Este documento de IDESA fue publicado recientemente en el Suplemento Económico de LA OPINION, alcanzando una fuerte repercusión por el planteo desarrollado, el cual es muy interesante, constituyendo la síntesis del mismo el párrafo inicial de esta nota, aunque se complementa con una serie de aspectos muy bien detallados que justifican el razonamiento apuntado.

Aun cuando da la impresión que la asignación por hijo tiene una intervención de impactos tan positivos sobre los que habría poco por mejorar, dejándose en claro que se trata de un subsidio otorgado a madres inactivas o que trabajan en la informalidad o en el servicio doméstico con una remuneración inferior al salario mínimo, se termina puntualizando que el sistema termina por convertirse en un incentivo para que la gente se mantenga dentro de la pobreza. Tanto es así que en este momento se abonan 460 pesos por hijo, hasta un total de 5, lo cual implica que una madre en las condiciones descriptas puede llegar a reunir 2.300 pesos mensuales, apuntándose que "se trata de un tema complejo pero central como determinante en el éxito de las políticas sociales", razón por la cual es necesario "desentrañar los incentivos que los beneficios generan en la propensión a trabajar de los beneficiarios".

Es por estas razones que se acude a datos del INDEC para establecer el nivel de remuneraciones de mujeres que trabajan y que pueden estar involucradas dentro de la recepción de la asignación universal por hijo. Veamos, las mujeres que trabajan en el sector informal cobran un promedio de 2.073 pesos mensuales con 32 horas semanales, mientras que las mujeres en el servicio doméstico obtienen ingresos por 1.220 pesos al mes con 29 horas semanales de trabajo, según datos recolectados en el último trimestre de 2012. Tenemos entonces que el salario de una mujer con baja calificación laboral es más bajo que el subsidio estatal en caso de tener cinco hijos.

Tales datos dejan claramente expuestos la problemática de los sectores laborales conformados por los segmentos más relegados de la sociedad, quedando en evidencia que para una mujer con varios hijos es mucho más conveniente recibir el subsidio que trabajar, y tal vez, cobrar menos dinero a fin de mes. Es de esta manera entonces, que con esta clase de asistencialismo se está desalentando la cultura del trabajo, y por lo tanto perpetuando la pobreza. Es que, si bien la asistencia social es necesaria e indispensable en momento de crisis, cuando estas son superadas, se deben proporcionar las salidas correspondientes, que ahora no son tales, pues si el trabajo rinde igual o menos que el subsidio, el direccionamiento que hace el Estado con sus políticas tiene un sentido claramente opuesto al que debería perseguir.

Pero además existen otros aspectos que son analizados en el informe, como por ejemplo los riesgos que implica en la planificación de la maternidad, ya que acudiendo también a estadísticas del INDEC es posible estimar que "entre las mujeres menores de 25 años que tienen hijos la proporción que no estudia, no trabaja, ni busca trabajo, asciende al 57%, mientras que esta proporción entre las que no tienen hijos asciende apenas al 17%. Por estas razones, se puntualiza que "las madres que no estudian ni trabajan  no sólo condicionan la situación presente sino el futuro de sus hijos, porque está demostrado que a menor nivel de educación de las madres más modesto es el desempeño escolar de los niños".

La salida entonces, es que en determinado momento debe prevalecer la cultura del trabajo.

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