Por REDACCION
Con la pandemia del coronavirus se renovó la necesidad de los ciudadanos de hacer uso de su derecho a bien informarse, lo que se tradujo en un aumento sustancial en el consumo de noticias de los medios de comunicación tradicionales como lo son los diarios impresos, los canales de televisión y las radios, a lo que se sumó los portales digitales con una trayectoria sustentada en el ejercicio del periodismo responsable.
El proceso de construcción de información confiable hoy se ha revalorizado ante una enemigo invisible y mortal del que poco se sabía hasta hace un par de meses y que alteró significativamente nuestra vida cotidiana dando lugar a una nueva normalidad que aún está en plena metamorfosis. Como siempre ha sido, sobre la base de información segura y verificada se toman decisiones que afectan la vida de las personas y de las organizaciones, de ahí lo esencial del asunto. A partir de una noticia se modelan expectativas o conductas de agentes económicos o de ciudadanos, lo que subraya la necesidad de que la información circulante sea debidamente chequeada para combatir un fenómeno dañino que se ha acrecentado en los últimos años, en gran medida de la mano de las redes sociales, que se ha dado en llamar fake news en inglés o noticias falsas en español..
En este marco, el domingo pasado se conmemoró el Día Mundial de la Libertad de Prensa aunque dado la importancia que ha cobrado en tiempos de coronavirus se recordó durante toda la semana. En la Argentina, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA) destacó la labor del periodismo profesional y responsable, como mejor antídoto contra la desinformación. De esta manera se sumó al combate de las fake news, en especial en tiempos de coronavirus, reivindicando así el buen periodismo y el factor clave que tiene contra la desinformación.
El 3 de mayo fue declarado como el Día Mundial de la Libertad de Prensa en 1993 por la Asamblea General de las Naciones Unidas. El organismo siguió la Recomendación adoptada durante la 26ª sesión de la Conferencia General de la UNESCO en 1991. Cada año se celebran los principios fundamentales de la libertad de prensa a nivel mundial, como defender los medios de comunicación de los ataques sobre su independencia, así como rendir homenaje a los periodistas que murieron en el ejercicio de su profesión.
En momentos en que la especie humana en su conjunto se debate contra una pandemia, aumenta la circulación de versiones falsas sobre el virus. Por eso es fundamental combatir esta envolvente desinformación que nos confunde y nos engaña a partir de una actitud madura y espíritu crítico que nos permita "separar la paja del trigo". En esta situación resulta indispensable leer, escuchar o ver medios confiables, con información verificada, enfatiza ADEPA.
En este punto cabe citar al Director de Información de la Agencia France-Presse (AFP), Phil Chetwynd, respecto al impacto del coronavirus en el desarrollo de la profesión periodística. "En los dos meses desde que nuestros equipos fueron evacuados de Wuhan en un avión militar francés, el Covid-19 se convirtió en la crisis más grave de los últimos tiempos. Trastornó el funcionamiento de nuestras sociedades y planteó un desafío único a periodistas comprometidos con su profesión a la hora de explicar esta extraordinaria nueva realidad. Estábamos acostumbrados a asumir desafíos para cubrir historias complejas. Pero ¿cómo cumplir con nuestra misión cuando los hechos impactan la vida de cada uno de nuestros 2.600 periodistas y cuando la prioridad absoluta debe ser protegerlos, así como a sus familias? ¿Cómo hacer buen periodismo en la era del distanciamiento social?" plantea el especialista de AFP.
La agencia francesa modificó sus sistemas tradicionales puesto que sus casi 200 oficinas y 1700 periodistas están teletrabajando. Su sede en París que habitualmente aloja a unas 1.000 personas que se turnan las 24 horas para cubrir el ciclo noticioso global ahora es un mero esqueleto con unas 30 o 40 personas, incluyendo el personal de seguridad y de limpieza, según apunta Chetwynd.
El caso de esta agencia refleja en gran medida los cambios que debieron adoptarse en el desarrollo del periodismo profesional y responsable. La producción de AFP, que no cesó a pesar de que las oficinas se fueron vaciando a medida que avanzaba el mes de marzo, permitió generar una base de datos sobre las muertes a escala global, de los casos declarados y de la cantidad de gente que vive en cuarentena, siempre a partir de datos oficiales. Sus corresponsales especializados en medicina nos enriquecen a diario con contexto y recomendaciones, así como la opinión de expertos que llenaron el vacío creado por rumores que circulan en internet. Sus equipos de economía produjeron análisis claros frente a las fluctuaciones de los mercados globales, las cifras de desempleo y previsiones de recesión apocalípticas por efectos de la pandemia.
Dice Chetwynd, en referencia al trabajo de AFP, que "nuestro periodismo nunca fue tan vital, ni tan ampliamente difundido y visto". Esta afirmación bien podría aplicarse a todo el ecosistema de medios tradicionales.
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