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Editorial Domingo 24 de Junio de 2012

Paraguay vapuleado

Lugo no tuvo siquiera la ocasión de defenderse, sobre la acusación de un hecho que no llegó a ser investigado.

Redacción

Por Redacción

Lo sucedido en Paraguay, con la destitución del presidente Fernando Lugo, ha sido una clara y contundente demostración del vapuleo del cual están siendo objeto las instituciones, demostrándose en este caso cómo el Congreso le pasó por encima al Ejecutivo, en una fehaciente muestra de abuso de poder. Es que en muy escaso tiempo se desarrolló un juicio político, sostenido con un puñado de acusaciones, casi todas ellas de contenido crítico hacia Lugo pero de ninguna manera con la contundencia suficiente para desalojarlo del cargo, salvo el gravísimo hecho del reciente enfrentamiento entre campesinos y policías al ser desalojado un campo, con saldo de 17 muertos, aunque sin haber sido debidamente investigado, ni siquiera definiéndose responsabilidades, que el Congreso, apresuradamente, volcó con todo el peso y las consecuencias sobre el ahora ex presidente, rápidamente reemplazado por el vicepresidente Federico Franco.

Se trata de un hecho disfrazado de legalidad, pero que en realidad fue un golpe de Estado institucional, engendrado por el Partido Colorado que había controlado al Paraguay durante los últimos 60 años, pero que había sido desalojado en 2008 por este maestro y ex obispo Fernando Lugo, llegado a la política con escaso respaldo de agrupaciones, lo que fue definitivamente su talón de Aquiles en su gestión, dejándose huérfano de respaldo y a merced de la oposición, que de cualquier manera buscó poner fin a su mandato. Algo realmente curioso y extraño, ya que dentro de 8 meses estaban previstas las elecciones presidenciales, donde la oposición hubiese tenido la oportunidad del retorno, pero con posibilidades vidriosas, ya que Lugo había logrado concentrar un importante respaldo popular -aunque huérfano de partidos políticos-, ya que durante su gestión prefirió inclinarse hacia las clases más humildes y postergadas, dejando de lado muchos reclamos de las clases altas y resistiendo la presión de algunos sectores que fueron resignando privilegios.

Tras el reemplazo de Lugo, se escucharon algunas voces sentenciando que había "sido el triunfo de la corrupción y de los narcos", sin dudas un muy duro cargo que se formula y se deja ahora flotando sobre Paraguay, con un retorno allanado. Aunque, el avance del cultivo de la soja es referido también como otra de las causas de este gravísimo hecho de alteración institucional, ya que la ampliación de las áreas de cultivo han sido muy grandes en estos últimos tiempos, a costa del corrimiento de campesinos que fueron siendo corridos de sus pequeñas explotaciones. Mucho de lo cual tuvo que ver con el episodio del desalojo que costó 17 vidas humanas por el enfrentamiento.

Lugo apareció en la política paraguaya por ser un obispo muy estrechamente relacionado con el movimiento de los campesinos, renunciando a los hábitos para presentarse como candidato a presidente en las elecciones de abril de 2008, y con el respaldo de distintos pequeños partidos y movimientos sociales logró la victoria para de esa manera asumir la primera magistratura en agosto de ese año. La gente, hastiada de los políticos convencionales, optó por elegir a alguien que no provenía de esas extrañas y que prometía una gestión volcada hacia una mayor y más equilibrada distribución de la riqueza. De esa forma, Lugo puso final a 60 años de hegemonía del Partido Colorado en la continuidad del ejercicio de la presidencia del país, que incluso incluyó el sostén de la dictadura de Alfredo Stroessner.

Tuvo sin embargo otras alteraciones durante su gestión desde 2008 hasta la jornada del viernes en que fue destituído, como las reiteradas denuncias de mujeres que se declaraban madres de hijos del entonces presidente y antes obispo, lo que salpicó fuertemente su imagen, llegando Lugo a aceptar la paternidad de dos hijos de diferentes madres, y teniendo aún por resolver otras dos denuncias en igual sentido. Pero además, en 2010 le fue detectado un "linfoma cancerígeno maligno", iniciando un severo tratamiento oncológico, hasta que en enero pasado se le confirmó la remisión completa del cáncer.

Esta es apenas una pequeña parte de la historia que puso a Paraguay bajo la atenta mirada del mundo, reapareciendo una desdeñada política que lo controló en 61 de los últimos 65 años. Lugo, durante su gestión, había tenido 23 pedidos de juicio político, hasta que este logró su destitución. Nada imprevisto por cierto, que el ex presidente aceptó con resignación, ya que -según se supo- la decisión ya estaba definida antes de comenzar el enjuiciamiento, en el cual -como clarísima muestra del avasallamiento producido- Lugo no tuvo siquiera la oportunidad de defenderse.

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