Por REDACCION
Por un lado la inflación, por el otro el crecimiento, son dos objetivos que deben marchar acompasados, pero que sin embargo en este momento se entrecruzan, y por lo tanto, de tal manera será muy difíciles de alcanzar. Ambos son la mayor preocupación del gobierno nacional, ya que mientras la inflación parece ser indomable, el crecimiento sostenible en el tiempo y que produzca resultados positivos en el corto y mediano plazo, continúa alejándose.
Existen ciertos problemas a los cuales es difícil encontrarles explicación, como por ejemplo el constante aumento de las tarifas y del combustibles, en ambos casos con fuerte impacto en el incremento inflacionario, y por consecuencia en el retraso de la consolidación económica. Claro, las tarifas de servicios públicos como energía eléctrica, agua, gas y transporte, fueron sostenidos con subsidios durante más de una década del gobierno K anterior y por lo tanto no sólo no se hicieron inversiones, dejando a la nación al borde mismo del colapso, con tarifas que tenían montos realmente ridículos, y por lo tanto la actualización -para volver a poner las cosas en orden- era indispensable. Desde ese punto de vista es razonable el ajuste que viene dándose desde hace un tiempo, y que según lo anunciado, seguirá todavía por algunos meses hasta alcanzar las cifras que nivelen las cuentas, y de ese modo iniciar un nuevo ciclo tanto en la prestación como en la inversión sostenible para asegurar el futuro de las empresas prestadoras.
Cabe de todas maneras algunas aclaraciones, pues en realidad si bien la principal motorización inflacionaria proviene por tarifas de los servicios que impactan en todo el resto del conjunto, en realidad otros rubros suben de manera muy fuerte, como educación 13,8%, equipamiento y mantenimiento del hogar 4,5%, e indumentaria 4,4%.
Mientras tanto el Banco Central se debate en seguir subiendo la tasa de interés con el objetivo de enfriar la economía y mantener baja la inflación, aunque eso resulta un contrasentido pues se reduce el respaldo a la producción, que es la generadora de la actividad económica. Todo este panorama que vivimos no hace otra cosa que afianzar las posibilidades que la inflación siga creciendo y el crecimiento en cambio bajando. Justamente, lo que no quiere el gobierno y proclama estar trabajando en sentido contrario.
La ampliación del piso inflacionario anual de 2018 de 10% al 15% en diciembre último, fue la primera admisión sobre lo que se estaba por venir, aunque apenas ampliado el margen -nada menos que en un 50%- fue cayéndose frente a una realidad muy diferencia. Si bien desde el gobierno nacional se mantiene la postura del 15% -esperanzados en un segundo semestre muy distinto al actual en curso-, desde el mismo interior del gobierno en off se admite que oscilará entre 18 y 20 puntos, pero contrasta con todos los pronósticos que hacen los economistas privados y las consultoras, es decir, aquellos que no tienen relación con el oficialismo, e incluso algunos que si la tienen, dando cuenta de una inflación por ahora similar a la de 2017, que debemos recordar había sido de 24,8%.
Si bien continuará dentro de los actuales niveles, en el gobierno existe absoluta confianza en que no se producirán desmadres inflacionarios en lo que resta del año, incluso con depositada confianza en el segundo semestre, cuando al no existir nuevos ajustes tarifarios previstos, facilitará el objetivo e incluso dará chances de disminuir los pronósticos que se hacen en este momento en cuanto a un índice similar al del año pasado, o incluso superior. Y que por lo tanto la economía volverá a crecer como en 2017, aunque posiblemente aunque menos de lo previsto inicialmente.
Uno de los factores de impacto dentro de la inflación, según los economistas del gobierno, es la negociación paritaria de los gremios, pues muchos de ellos acicatean en favor de la suba inflacionaria para de tal manera elevar los porcentuales
de suba salarial, que en un principio estuvieron establecidos desde despachos oficiales en el 15%, tomado como referencia aunque en casi todos los casos con cláusulas de revisión. Es decir, para volver a entablar negociaciones, ya que no significa una cláusula gatillo de aumento automático.
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