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Editorial Martes 8 de Mayo de 2012

Obama sin Congreso

En las últimos meses Barack Obama tuvo fuerte avance para gobernar al margen del Congreso, recurriendo a decretos ejecutivos.

Redacción

Por Redacción

Haz lo que yo digo, pero no lo que hago. ¡Tantas veces aplicable a la realidad que se ha perdido la cuenta! En este caso concreto, le cabe al presidente estadounidense Barack Obama, quien aún siendo senador y luego candidato a la presidencia se cansó de reiterar sus críticas al entonces presidente George Bush por ignorar al Congreso, y prácticamente gobernar sin la participación del mismo. 

Ya con Obama en la Casa Blanca, y durante sus dos primeros años cuando los demócratas controlaban el Congreso, se ajustó perfectamente a sus dichos, recorriendo inalterablemente todos los recovecos legislativos para la implementación de sus políticas internas en los Estados Unidos. Es decir, una verdadera joyita en cuanto a la aplicación en la práctica de todo lo que había sostenido con anterioridad.

Pero ahora, en los últimos meses, cuando ya Obama no cuenta con el control demócrata en el área legislativa, está buscando todas las formas posibles para gobernar al margen del Congreso, imponiendo sus decisiones por otros caminos totalmente contrapuestos a la legalidad anterior. Ahora se ha creado el eslogan "No podemos esperar", que sirve de justificación para esquivar al Congreso y evitar así correcciones, demoras o incluso postergaciones de algunos de sus intentos. Tanto ha sido así como muchas de sus iniciativas más recientes surgieron al margen de la aprobación legislativa, como por ejemplo la creación de empleos para veteranos, la prevención por la escasez de medicamentos y la elevación de las pautas de combustibles, entre otras.

Tras una de esas decisiones unilaterales, el mismo Obama dijo en el mes de marzo último que "si el Congreso se niega a actuar, seguiré haciendo todo lo que esté a mi alcance sin su intervención", y en realidad lo está llevando a cabo, de manera mucho más amplia de lo que era de esperar, ya que prácticamente todas las propuestas más importantes no cuentan con tratamiento legislativo, siempre con alguna justificación parecida al "no podemos esperar".

La situación viene al caso para considerar algunos parecidos con la Argentina, en muchas etapas presidenciales, incluso por mayor cercanía lo ocurrido cuando Cristina Fernández perdió el control legislativo por dos años luego del traspié electoral de 2009, iniciando un ciclo -interrumpido ahora cuando volvió al control de ambas cámaras legislativas- en el cual gobernó prácticamente sin la participación del Congreso, sosteniéndose con los decretos de necesidad y urgencia. Metodología por otra parte que siempre fue habitual en anteriores gestiones presidenciales.

Volviendo a los Estados Unidos, dada esta práctica de administrar y gobernar al margen del Congreso, ha dejado entrever la posibilidad que de ganar Obama la reelección en el próximo mes de noviembre -algo que por el momento aparece bastante confuso en cuanto al nivel de perspectivas, siempre en caso de no lograr en estos pocos meses una contundente reactivación de la economía- , podría darse la posibilidad de proponer la separación de poderes en un segundo mandato. Claro, que para ello, los republicanos deberían contar con una amplísima mayoría en las cámaras.

Contrariamente a Bush, quien permanentemente desafiaba al Congreso -incluso con algunas propuestas vacías de contenido como la aplicación de la tortura en casos de necesidad extrema-, Obama en cambio no se enfrenta de esa manera con el Congreso, ámbito sobre el cual conserva las formas, aunque si encuentra que la vía legislativa le presenta bloqueos  los supera con decretos ejecutivos.

Una de esas maniobras, entre las más recordadas, fue en enero pasado cuando Obama evitó el proceso de confirmación por parte del Senado de cuatro nuevos funcionarios, aprovechando la facultad de designarlos en ocasión de recesos legislativos, una situación que no es habitual, pero que fue utilizada por el presidente, aunque los republicanos advirtieron que se dejó sentado un antecedente muy peligroso, que le resta presencia y participación al Congreso.

Pero claro, la metodología -especialmente cuando se trata de la aplicación de nuevas políticas- tiene sus altos riesgos, ya que con este sistema de evitar el Congreso no se pueden compartir responsabilidades, especialmente con la oposición. Es decir, los errores en este caso adquieren nombre propio, el de Barack Obama, quien de tal manera está jugándose todas las fichas hacia la elección de noviembre.

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