Por Redacción
Cada vez queda menor margen para el martes 6 de noviembre, ocasión en que los dos candidatos se disputarán la presidencia de los Estados Unidos, la mayor economía mundial y la superpotencia indiscutida en cuanto a su alcance y volumen de poder. El demócrata Barack Obama tratará de conseguir un segundo mandato, mientras que el republicano Mitt Romney buscará llegar por primera vez a la Casa Blanca, regresando a su partido a la cumbre del poder.
Ambos, junto a sus poderosos equipos de comunicación y propaganda, se encuentran en lo que bien podría calificarse como recta final en una imaginaria puja turfística, en la cual y siempre con las salvedades que corresponde hacer, Romney parece haber acumulado cierta ventaja sobre Obama, producto del balance final de las tres confrontaciones públicas, las que suelen tener un peso muy influyente en el ánimo de los estadounidenses, ya que en esos debates cada cual se muestra como realmente es, siendo prácticamente imposible poder ocultar determinados aspectos de la personalidad, pero además y por sobre todo, es cuando la gente participante puede preguntar sobre absolutamente todos los temas, desde aquellos que hacen a las cuestiones de gobierno, como así también los de índole personal, que suelen tener tanta importancia y significación como aquellos.
Debe recordarse que antes de los debates, Obama disponía de una ventaja apreciable, la cual fue revertida por Romney en esas instancias, siendo ahora el favorito en todos los sondeos conocidos. Lo que no significa sin embargo que haya que consagrarlo antes de los comicios, ya que la ventaja no es demasiada, y por otra parte su rival es quien está ocupando la Casa Blanca y esa es una ventaja que puede aprovecharse en estos últimos días de campaña.
Para tener una idea aún mucho más precisa sobre cómo están las cosas, digamos que la diferencia de Romney en las encuestas -al menos en algunas de las principales- era de un punto, 47 a 46 por ciento, margen estadísticamente insignificante que aquí en la Argentina por ejemplo se daría como "empate técnico". Allá en cambio, aunque no es algo definitivo ni mucho menos, es considerado como una ventaja, pequeña pero ventaja al fin, ya que puede tener una decisiva influencia en los indecisos en estos últimos días.
Una situación a considerar sobre un tema que puede ser crucial en una instancia donde las diferencias son mínimas, es que los medios, aún aquellos que están claramente identificados con los demócratas, admiten que su candidato Barack Obama está un punto atrás en las encuestas, existiendo prácticamente unanimidad en esas muestras. El llegar a lectores, oyentes o televidentes con información fidedigna está por sobre los intereses políticos. ¿Ustedes suponen lo que sucedería en nuestro país con un punto de diferencia entre dos candidatos? No es demasiado complicado imaginarlo.
De todos modos, aún coincidiendo en los números de las encuestas, cada uno expone a través de sus notas y editoriales sobre lo que considera mejor para el país, y nadie se desespera por ello sino que se considera absolutamente normal. El diario Washington Post por ejemplo, en un editorial expresó su abierto respaldo a Obama, titulado "Cuatro años más" y publicado en tapa.
Todo lo que se haga en estos últimos días es decisivo para volcar esa pequeña porción del electorado que terminará definiendo el triunfo de uno u otro, pudiendo influir lo que se diga a favor pero también pudiendo tener efectos negativos alguna clase de ataque que no cuente con las suficientes pruebas para considerarse sin sospechas. Eso es conocido por los candidatos, y además tienen la permanente custodia de sus consejeros de campaña, quienes tratan de esquivar cualquier clase de traspié, que por más leve que resulte, a esta altura puede tener una importancia superlativa.
Un sector en el cual tanto Obama como Romney han puesto la mayor atención en este último tramo, es en el voto femenino, que es nada menos que el 53% del electorado, y que en 2008 se habían volcado mayoritariamente por Obama con el 56%, aunque para esta ocasión parece haberse equilibrado con Romney. Quien consiga aquí, aunque sea una leve diferencia, puede significarle la conquista del triunfo.
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