Por REDACCION
En esta columna, en los últimos tiempos, hemos abordado un tema recurrente, que preocupa no solamente a determinadas regiones, sino a todo el planeta.
Nuestros últimos Editoriales se enfocaron en dos aspectos puntuales, ambos estrechamente vinculados: la pandemia y la economía.
Todo, o casi todo, de lo que debíamos expresar, tratamos de hacerlo. Y en buena medida, podemos decir que hemos alcanzado ese objetivo.
Hoy, sin embargo, queremos rescatar otra preocupación a nivel global, que no debe quedar olvidada, más allá de las actuales circunstancias y de una realidad que nos conmueve.
Se trata, específicamente, del lamentablemente comportamiento del ser humano en el destrato de la naturaleza, que hoy se está tomando un respiro, porque es inevitable que eso ocurra cuando por un tiempo no recibe el castigo que la degrada.
No hace mucho tiempo, los incendios forestales, primero en la Amazonia y más tarde en Australia, destruyeron millones de hectáreas y terminaron con la vida de especies que difícilmente puedan recuperar su población.
También las inundaciones dejaron secuelas de dolor y muerte a su paso, como los terremotos. La Tierra, en definitiva, nos hizo saber que también es capaz de defenderse ante tantas agresiones, en su mayoría, causadas por el hombre.
El medio ambiente padeció un tremendo castigo, que se ve reflejado, de modo especial, en el calentamiento global, un tema sobre el que debemos volver a tomar conciencia una vez que este virus que nos preocupa a todos, pase a formar parte de un recuerdo no deseado.
La variación del clima, aunque en este tiempo no sea considerada como un hecho relevante, sigue manifestándose y nadie puede desconocerla. Todos, sin excepciones, tendremos que involucrarnos en esa lucha en un plazo indeterminado por ahora.
Todos los esfuerzos que se realizaron en los últimos años, mediante tareas de concientización, no arrojaron los resultados esperados, según lo había reconocido un informe de las Naciones Unidas.
Esas conclusiones surgieron luego de un encuentro de líderes mundiales, en el que se constataron varias ausencias significativas, en una falta absoluta de compromiso de los gobernantes de algunos países que gobiernan.
Los datos que fueron elaborados hace pocos meses atrás por la Organización Meteorológica Mundial, sacudieron literalmente los cimientos del edificio de la ONU.
Fueron tan contundentes los números, que encendieron todas las alarmas, desde que se informó sobre un hecho de extrema preocupación que revelaron esos números contundentes: en el período comprendido entre 2014 y 2019 se registraron las temperaturas más elevadas de toda la historia.
No es un dato menor, como para que sea definitivamente archivado. Hoy, en el mundo entero, la prioridad es la salud, cada día más amenazada por el virus originado en China.
Sorprende, a la hora de realizar un análisis detallado de las cifras que maneja la Organización Mundial de la Salud, que los países donde golpeó con mayor fuerza, sean los más desarrollados.
La referencia, por si hace falta agregarlo, está destinada a Italia, España, Gran Bretaña, Francia y... Estados Unidos, que está viviendo una tragedia en su ciudad más emblemática, Nueva York.
El calentamiento global, de acuerdo con las últimas informaciones que dieron a conocer los diferentes organismos, aumentó 0,2ºC en los últimos cuatro años, cifra equivalente a un 20 por ciento en comparación con el mismo período anterior.
Los analistas sostienen que ese fenómeno responde a las emisiones de carbono, que tuvieron un significativo crecimiento, fácilmente comprobable por la gran cantidad de gas que ingresó a la atmósfera, que hoy, seguramente, respira algo más de aire puro.
Pero deben tenerse en cuenta otros datos no menores y que están relacionados con el aumento del nivel del mar, causado justamente por las elevadas temperaturas.
Tomando como referencia inicial el año 1993, el incremento fue de 3,2 mm de promedio cada 12 meses, una cifra que trepó a los 5 milímetros por año desde mayo de 2014 a igual mes de 2019.
Un hecho sorprendente es el que se observó en Groenlandia, donde las capas de hielo vienen reduciendo considerablemente su superficie, al igual que en la Antártida.
Por otra parte, la extensión de las masas de hielo marino registraron sus cifras más bajas en cuatro años seguidos, también entre 2015 y 2019, derritiéndose al menos seis veces más que en períodos que se consideraban normales.
Está claro, por todo lo expresado, que las catástrofes naturales son cada vez más devastadoras por la intensidad de esos fenómenos meteorológicos, que hoy se extienden a regiones que hasta poco tiempo atrás parecían estar muy bien resguardadas.
El calentamiento global es un tema que deberá retomarse, en el momento oportuno, pero que de ninguna manera puede quedar en el olvido.
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