Por Redacción
Mientras en los foros internacionales se habla de la paz, casi como bien supremo de la humanidad, las grandes potencias siguen incrementando la fabricación de armas, que sin dudas se convierten en los elementos que luego desencadenan la tragedia de las guerras. Una verdadera paradoja, como otras muchas, que se dan en el mundo de este tiempo tan complicado, por ejemplo, y vale la comparación, cuando las grandes potencias industriales se comprometen con pomposas declaraciones en la preservación del medio ambiente del planeta, pero continúan siendo los principales emisores de gases hacia la atmósfera, provocando el cambio climático que tan nefastas consecuencias está provocando.
Con las armas ocurre algo parecido, prevaleciendo los negocios y el poder de la fuerza y del dinero, por sobre los intereses de la humanidad. Se alude a que el armamentismo contribuye al equilibrio, pero lo único cierto -y así lo ratifican los antecedentes-, es que alguna vez, más temprano o más tarde, llegan a usarse, y ahí entonces es cuando se acaba el equilibrio para convertirse en tragedia, como tantas que hemos tenido en el planeta en estas últimas décadas, y más atrás todavía, podría decirse desde siempre, casi en el comienzo mismo de la humanidad.
Estados Unidos, la mayor potencia mundial, otra vez ocupó el primer lugar mundial en la venta de armas, con contratos por 40.000 millones de dólares, cantidad esta que equivale a la mitad de todos los acuerdos conocidos del mercado de armas. En segundo lugar se ubicó Francia con 15.000 millones, dejándose claro que se trata de un informe del Congreso estadounidense, basado en ventas legales, por lo cual considerando el mercado ilegal -donde incursionan traficantes e incluso también algunos países por otras vías- las cifras serían muchísimo más abultadas.
Por el lado de los compradores, los países en vías de desarrollo siguieron siendo los principales, siendo los tres que encabezan el listado, Quatar con 17.000 millones, Egipto con 12.000 millones y Arabia Saudita con 8.000 millones de dólares.
Sin embargo, y tras todo lo dicho, la buena noticia es que el volumen total del mercado de ventas de armas experimentó un retroceso, aun cuando los conflictos se mantuvieron en ebullición, no cayendo en número ni menos en intensidad. Es que en 2015 -al que corresponden estos datos- totalizó ventas legales de armamentos por 80.000 millones de dólares, cuando en 2014 ese volumen había sido de 89.000 millones. Es que las compras se contrajeron, en especial de los referidos países en desarrollo, que pasaron de comprar por 79.000 millones en 2014 a 65.000 millones en 2015, en tanto que ampliando el listado de los tres principales adquirentes suministrado arriba, son los siguientes: Quatar, Egipto, Arabia Saudita, Corea del SAur, Pakistán, Israel, Emiratos Arabes Unidos e Irak.
En cambio los productores y vendedores de armas, además de Estados Unidos y Francia ya citados al comienzo, fueron también Rusia, China, Suecia, Italia, Alemania, Turquía, Gran Bretaña e Israel, país este últimos que aparece en ambas nóminas, tanto comprador como vendedor. Una salvedad es que Rusia, que siempre estuvo encabezando el ranking detrás de Estados Unidos en cuanto a las ventas, en 2015 experimentó un pequeño retroceso, quedando tercero con 11.000 millones de dólares.
Este trabajo titulado "Transferencias de armas convencionales a los países en desarrollo 2008-2015" fue realizado por el Servicio de Investigación del Congreso de los Estados Unidos, y recientemente entregado a los legisladores, siendo considerado como la evaluación más amplia de las ventas de armas en una forma no confidencial, sosteniéndose que las limitaciones de las ventas de armas "se debe en parte al debilitado estado de la economía mundial", ya que "la preocupación por los problemas presupuestarios internos llevó a muchos países compradores a aplazar o limitar la compra de grandes sistemas de armas nuevos".
Volvemos al inicio de esta nota, pues mientras el comercio mundial de armas tenga este volumen, la humanidad deberá seguir preocupándose por su futuro, pues en el horizonte siguen apareciendo las confrontaciones bélicas como forma de resolver las diferencias.
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