Por REDACCION
Recientemente, se reunieron militares y ex montoneros que se enfrentaron en los tristes años de la década del 70 en el Colegio Marín de San Isidro, bajo el título "Dar la cara: testimonios de una década que necesita sanar". La propuesta apuntó a ofrecer a los más jóvenes la posibilidad de escuchar la verdad de lo acontecido de la propia boca de sus protagonistas.
Respondieron preguntas el coronel retirado Enrique Alsina; el ex integrante de la organización guerrillera Montoneros Luis Labraña; el ex soldado conscripto Rogelio Mazzacote, herido cuando defendía el cuartel formoseño atacado por los montoneros en 1975; el ex integrante del Poder Judicial, Julio Ojea Quintana, hermano de dos desaparecidos que integraban la mencionada organización guerrillera, y José Sacheri, hijo de un filósofo católico asesinado por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) en 1974.
También se abordó la visión parcializada del actual Gobierno y su aceptación pasiva por gran parte del espectro político e intelectual. Como ejemplo fueron las compensaciones económicas concedidas sólo a una sector, mientras se excluyó a quienes murieron o resultaron heridos en defensa de lo que el Estado legalmente había encomendado custodiar. Tal el caso presentado por el conscripto formoseño, testigo presencial de la matanza de sus compañeros, que no tuvieron igual tratamiento y permanecen en el olvido.
Al respecto, hace unos días se exhibió el filme documental "Los valientes de Formosa" en el Sindicato de la Carne de Rafaela, organizado por la Agrupación de Ciudadanos por la Historia Argentina (ACHA) de Rafaela.
El filme aborda el ataque realizado por Montoneros al Regimiento de Infantería de Monte 29, ocurrido el 5 de octubre de 1975 con un saldo de 32 muertos entre conscriptos, militares, policías, civiles y atacantes. Sandro Rojas Filártiga, el director de la película que refleja la historia detrás del avión que aterrizó en Angélica con los integrantes de Montoneros que escaparon tras el frustrado ataque al Regimiento formoseño, estuvo en Rafaela para participar de la proyección.
En una entrevista con LA OPINION, expresó que "a pesar de la falacia que se instrumentó en esta ciudad para restringir su exhibición, fue estrenada el 29 de noviembre del año pasado en la ciudad de Formosa ante más de 600 personas, entre ellos integrantes del poder político de esa provincia. Por eso, el dolor y la sorpresa de lo que se generó acá, algo inexplicable, por el intento de censura hacia el documental”. Fue presentada en Córdoba, Salta, Tucumán, Jujuy, en la última Feria del Libro en Buenos Aires con 1.000 personas. En breve será en Rosario, Santa Fe capital, Mar del Plata y Ushuaia.
Ante el pedido de los organizadores de que el Concejo Municipal declare esta actividad de "interés cultural e histórico", se mostraron en contra diversas agrupaciones políticas y gremiales por lo que la solicitud no prosperó y fue desestimada. Por este motivo, este documental fue levantado de tres instituciones ligadas a la educación terciaria y universitaria donde había sido acordada la proyección en nuestra ciudad.
Cuando se indaga la historia reciente en la Argentina, especialmente los años duros de la década 1970, hay que abrirse a diversas miradas de los hechos ocurridos. Si solamente nos quedamos con las atrocidades cometidas por los integrantes de última dictadura (1976-1983), quienes atentaron contra los derechos humanos y fueron juzgados y encarcelados, o en algunos casos los juicios aún están en pleno desarrollo, se cometería el error de no revisar lo que pasó entre 1973-76 con los asesinatos cometidos por los guerrilleros de Montoneros, ERP y FAR, quienes mataron también a muchos inocentes como en el caso de este documental o la del emblemático dirigente de la CGT, José Rucci, entre otros.
Ciertamente, la mayor responsabilidad fue del Estado, pero la historia se analiza en su totalidad para cicatrizar las heridas del pasado, tomando como ejemplo a Héctor Leis, fallecido hace unos días, quien pidió perdón por las atrocidades de la guerrilla. "Pido perdón por el sufrimiento causado por mis acciones, lo nuestro fue una locura que fue al encuentro de otra locura", dijo.
El reconocimiento de la verdad es condición para el perdón y la reconciliación. En nombre de una política de derechos humanos no se puede alentar el odio o la venganza con visiones parcializadas. La memoria, como registro de un doloroso pasado de enfrentamientos, debe cultivarse de forma integral y veraz, y la ecuanimidad, condición de la verdadera justicia, debe estar al servicio de la unión nacional y la reconciliación, lejos de mezquinos intereses sectoriales que sólo nos dividen como nación.
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