Por REDACCION
Si bien los argentinos solemos tener nuestras propias crisis económicas, de esas que se presentan (en realidad las generamos solitos) periódicamente y que por tanto se consideran "cíclicas", esta vez el diablo metió la cola con la pandemia del coronavirus lo que multiplica la recesión y provocará una caída de la actividad superior al 6% según las estimaciones del Gobierno nacional, que coinciden con proyecciones del Banco Mundial y del FMI. Hasta ahora, con una inflación crónica, la herramienta de las paritarias permitía a los trabajadores negociar aumentos salariales como manera de no perder poder adquisitivo. Esta es, sintéticamente, la dinámica de la economía nacional que siempre se muestra desestabilizada, frágil, precaria y cambiante.
Si vivir en recesión se traduce en el empobrecimiento de gran parte de las familias de país, la crisis extraordinaria asociada a la pandemia no solo modificó nuestra vida cotidiana sino que inevitablemente se traducirá en la destrucción de empresas y de puestos de trabajo por más ayudas que se otorguen desde un Gobierno muy limitado por la deuda, que se encuentra en proceso de renegociar.
En esta coyuntura, nadie duda que todos perdemos aunque la duda es saber cuánto. La CGT debió sellar un acuerdo con la Unión Industrial Argentina para ponerle un tope del 25% a los recortes salariales que se aplicarán en las empresas ante la brusca caída de la producción y el consumo. Y a esta altura existe consenso pleno de que las estadísticas de la pobreza experimentarán un fuerte retroceso: quizás al final de año la mitad de la población sea considerada pobre por la abrupta caída de ingresos que sufren en estos días.
Por caso, el costo de la Canasta Básica Total para una familia tipo de cuatro miembros, que define el nivel de pobreza, tuvo en marzo último un costo de $ 41.994,86 informó el INDEC. En tanto, el costo de la Canasta Básica Alimentaria, que define el nivel de indigencia, en el mismo período fue $ 17.353,25 según los informes de valorización difundidos por el organismo. De este modo, la Canasta Básica Total aumentó su costo en marzo respecto del mes anterior un 3%, mientras el de la Canasta Básica Alimentaria, subió 3,4%, ambas en línea con el aumento de los precios minoristas del 3,3%. Hay que aclarar que la Canasta Alimentaria está compuesta por el total de artículos que reúnen los requerimientos calóricos y proteicos necesarios para un varón adulto, mientras la Canasta Básica Total incluye estos alimentos más el costo de servicios públicos y otros gastos.
Otro estudio del INDEC señala que una familia destina el 22,8% de sus ingresos a afrontar gastos en alimentos y bebidas, mientras que otro 11,4% se destina a afrontar el costo de las prepagas. El trabajo verificó, además, que el 13,1% de los ingresos se deben destinar a vivienda, el 5,5% a salud, el 15,1% a transporte y 4,3% a educación, según la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHo).
El relevamiento, que se realiza cada cinco años, y abarca hasta diciembre del 2018, registra que la Patagonia y Gran
Buenos Aires fueron las regiones con menor proporción de gastos en alimentos y bebidas no alcohólicas, mientras que el Noroeste y Noreste fueron las de mayor peso en este rubro.
A modo de conclusión, el trabajo señala que la proporción del gasto de consumo destinado a alimentos y bebidas no alcohólicas ha disminuido respecto de ediciones anteriores de la ENGHo. En 1996-1997 el gasto en alimentos era del 28,8% y en 2004-2005, del 25,7%, y en este último relevamiento fue del 22,6%.
Según el informe del INDEC, en los hogares con nivel educativo alto y muy alto, se registró un menor consumo en
alimentos y bebidas, y uno mayor en actividades de esparcimiento y el de salud estuvo principalmente determinado por las prepagas. En los hogares con nivel educativo bajo y muy bajo, se observó un mayor consumo proporcional de alimentos y un menor gasto en actividades de recreación, cultura y educación, mientras que el de salud estuvo principalmente determinado por la compra de medicamentos.
En esta misma dirección, una encuesta publicada por UNICEF Argentina revela que seis de cada diez hogares, enlos que viven menores de 18 años y que abarcan a más de 15 millones de personas, tuvieron menos ingresos debido a lacuarentena por la pandemia del coronavirus. El relevamiento indica también que 96,2% de la población aprueba las medidas tomadas por el gobierno para evitar el contagio y que el 31% dejó de comprar alimentos. La directora del organismo en el país, Luisa Brumana, afirmó que los hogares más pobres son los que más sufren el impacto de la pandemia, en múltiples dimensiones a la vez que alertó que los efectos secundarios del COVID-19 son la pérdida de ingresos, inseguridad alimentaria, falta de acceso a internet que impide la educación a distancia de los niños.
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