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Editorial Domingo 30 de Junio de 2013

¿Menos calentamiento?

Varios informes dan cuenta que el calentamiento global del planeta ha comenzado a detenerse desde hace 15 años.

REDACCION

Por REDACCION

En una reciente publicación de la sección Ciencia y Tecnología del New York Times International Weekly, un artículo firmado por Justin Gillis, se da cuenta que el calentamiento global ha comenzado a perder ritmo y que eso abarca los últimos 15 años en que el aumento de temperatura de la superficie de la tierra ha sido bastante más lento de lo esperado, tomando como parámetro lo ocurrido en los 20 años anteriores. Lo que realmente llama la atención respecto a este anuncio, que es por cierto bienvenido, que este retroceso en el recalentamiento se da en momentos en que los gases con efecto invernadero se estaban acumulando a niveles récord en la atmósfera.

Señala el autor que "la desaceleración es un misterio", no encontrándose explicaciones coherentes en tal sentido, mucho menos científicas, pero la realidad es que está produciéndose, recordándose que la teoría del calentamiento del planeta en base a las emisiones humanas no sugiere que el mismo deba registrarse de manera tranquila y sostenido, sino que por el contrario, en un sistema climático todavía dominado por la condición natural, se asegura que "existen las condiciones para presumir que el calentamiento seguirá en forma esporádica".

Lo que llama la atención de todo esto, es que al parecer ni siquiera los mismos científicos y estudiosos que vienen siguiendo el tema, no llegan a comprender lo que está sucediendo, asegurándose en cambio que recién se tendrán precisiones mayores y mucho más cercanas a la realidad cuando se puedan tener mediciones registradas desde mayor altura en el espacio y desde las profundidades de los océanos.

Existen diferentes visiones respecto al calentamiento global, ya que por un lado están quienes reiteran dramáticas advertencias respecto al cambio climático que genera y las muy duras consecuencias que habrá que afrontar en el futuro, mientras que aquellos que siempre desdeñaron estas preocupaciones y buscaron minimizarlas, argumentan que el calentamiento global se detuvo hace 15 años, con lo cual quedaría desmentido que sean los gases con efecto invernadero los causantes. Pero más allá de todo lo que se diga en uno u otro sentido, existen hechos y circunstancias que están al alcance de todo el mundo y que se encargan a volcar la cuestión hacia uno de los lados, como por ejemplo el incontenible avance del deshielo de los dos casquetes polares, que continúa sin alteraciones de ninguna clase, aunque se diga que hace tres lustros que el calentamiento está detenido.

Algo que los científicos se han negado a establecer como una de las prioridades, es fijar en números una cuestión que, según se sostiene, debe ser considerada en el espacio. Es por eso que aun cuando 1998 haya sido uno de los años más calurosos de los últimos tiempos, no se cree que allí haya estado el mayor motorizador del recalentamiento global, además, por causas que se desconocen. Todo, debe irse marcando por tendencias, y una de ellas dice que aunque con menor velocidad, la tierra sigue calentándose.

Intervienen aquí factores ajenos a los científicos, pues las grandes potencias que participan en las "cumbres del clima" y van introduciendo sistemáticamente nuevas postergaciones para la reducción de gases, se encuentran empujadas en sus posiciones por razones de índole económico, que responden a sus propias industrias. Es por eso que son ahora las más entusiastas en tratar de hacer creer que el dióxido de carbono en realidad no es un gas de efecto invernadero, cuando más de un siglo de investigaciones refuta totalmente una afirmación de esa naturaleza.

Un dato escalofriante, es que el efecto que está haciendo la concentración de gases en la atmósfera, es el equivalente a la explosión de 400.000 bombas atómicas como la arrojada en Hiroshima en 1945 haciendo explosión todos los días. Tomando cómo válido ese cálculo, surge el interrogante sobre el destino que tiene todo este calor si no es la corteza terrestre la receptora, quedando como lugar casi inevitable de receptarlo el mar profundo, ignorándose las consecuencias que pueden llegar a producir. Una de las causas que ya puede advertirse, según se presume, son las alteraciones en los vientos y las corrientes submarinas.

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