Por Redacción
Todos los gobiernos, más allá de sus declamaciones e ideologías -que luego, en realidad respetan poco y nada- llegan con la resonante intención hecha promesa de equilibrar los ingresos, de llevar más justicia para aquellos sectores más desprotegidos. Sin ninguna duda, un objetivo más que loable, y que de ser logrado, captaría no sólo los elogios y más que eso el reconocimiento de los sectores bajos favorecidos, sino también de aquellas capas sociales sin acuciantes necesidades. Es que ¿quién no desea una sociedad más justa y equilibrada?, al fin y al cabo es así como se conseguiría paz social, mayor seguridad, y en definitiva, ese venturoso futuro de la Argentina, tantas veces proclamado y cada vez más lejano.
Sin embargo, las intenciones valen de poco cuando luego no son llevadas a la acción. Veamos la docena de años del gobierno kirchnerista, que hizo de la inclusión y el mayor equilibrio de la distribución de la riqueza una de sus banderas, pero no fue más allá de eso: puro relato. Es que después de tanto tiempo y de disponer de recursos como muy pocas veces le sucedió a nuestro país, se terminó yendo con una herencia de 29% de pobreza. El objetivo tan sostenido en la palabra no tuvo igual respuesta en la acción, pues lo único que se hizo fue ocultar las estadísticas y manipular la información. Poco antes del 10 de diciembre de 2015 la entonces presidenta Cristina Kirchner había dicho ante la FAO en Roma que la pobreza en la Argentina era 5% y la indigencia 1%, en tanto poco después una de sus espadas, el entonces jefe de Gabinete Aníbal Fernández, afirmaba que la Argentina tenía menos pobres que Alemania, pero claro, como sucedió como durante esa docena de años, la realidad era absolutamente diferente.
Ahora, transcurrido algo más de un año del gobierno macrista, la pobreza no sólo no se redujo sino que aumentó 3 puntos más, aunque en su descargo debe considerarse la pésima situación en que fue recibido el país, que para aspirar a crecer y alcanzar una situación floreciente debe pasar por un reordenamiento enorme, en todas las áreas. Tarea para la cual, también debe decirse, el nuevo gobierno no demostró toda la destreza que decía tener.
En materia de desigualdad, un informe conocido en la primera semana de este mes da cuenta que volvió a ampliarse la brecha que divide a ricos y pobres, en casi 25,6 veces, tal lo destaca una estadística oficial del INDEC, organismo que volvió a recuperar credibilidad, pues sus informes no son aquellos que precisamente favorecen al gobierno, como ocurría antes.
La ampliación de lo que ganan los ricos y los pobres ocurrió en el tercer trimestre de 2016, ganando los más ricos 25,6 veces más que los pobres, en tanto que en el segundo trimestre de ese mismo año la diferencia era de 23,2 veces, mientras que además el 10% más rico de la población se quedaba con el 31,4% del ingreso total del país. Todo lo cual arroja como consecuencia que nada menos que la mitad de la población con ingresos reciba menos de 8.000 pesos mensuales, mientras que los ricos ganan entre 22.500 y 274.000 pesos por mes. Y completando ese dibujo de la desigualdad, digamos que el 10% de los más pobres percibía sólo 2.500 pesos mensuales.
Se deja en claro que el INDEC dio a conocer este informe de "Distribución funcional del ingreso", cubriendo el lapso julio, agosto y septiembre en 2016 en momentos que la actividad económica se encontraba con 3,7% de caída, la tasa de desocupación estaba en 8,5% y la subocupación demandante en 7%, Cuando en cambio el organismo estatal realiza esta misma medición pero en la Encuesta de Hogares, es decir, sumando todos los ingresos de los miembros de una misma familia, la mitad gana hasta 15.700 pesos mensuales, el 10% más pobre llega a duras penas a 5.828 pesos y el 10% más rico oscila entre 41.250 y 280.000 pesos.
Lo que queda claro de toda esta numerología de ingresos, individuales o grupales, es que la desigualdad continúa prevaleciendo, y así continuará hasta tanto no se recupere la actividad económica ofreciendo mejores oportunidades, y por sobre todas las cosas, facilitando el acceso a empleos de calidad.
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