Por REDACCION
Desde que tenemos uso de razón, quienes habitamos en este bendito país, hemos escuchado hasta poro menos que el hartazgo, que los argentinos somos hijos del rigor.
Lamentablemente, la realidad nos sigue demostrando que no es tan así, porque siempre aparecen las excepciones, incluso en los momentos de una dificultad extrema como la que estamos viviendo en esta interminable cuarentena, que amenaza con prolongarse luego del 7 de junio.
La salud, por primera vez en mucho tiempo, relegó a un segundo plano a dos temas que siempre fueron motivo de discusiones y polémicas.
La política y la economía, que desde hace un puñado de años nos condujeron hacia una grieta no deseada, hoy siguen ocupando espacios importantes y en la medida que se extiendan las medidas dispuestas por el Gobierno, recrudecerán y alcanzarán, otra vez, un lugar preponderante.
Este coronavirus que hoy preocupa al mundo entero, sembrando temor y muerte a su paso, sirvió, cuando se contabilizaron los primeros casos por estas tierras, para una hasta entonces impensada alineación del oficialismo y la oposición.
Entendieron, unos y otros, hace apenas más de dos meses, que el cuidado de la salud era la imperiosa necesidad de la población y que la respuesta debía ser inmediata.
La grieta se cerró y hasta quedó flotando la sensación que las heridas podrían empezar a cicatrizarse. Lamentablemente, las buenas relaciones finalizaron tan pronto como aparecieron las acusaciones cruzadas.
El pueblo, otra vez pareció no importarle demasiado y las miserias salieron a la luz, con mayor nitidez que nunca.
La culpa siempre es ajena. Nadie reconoce errores. Y en el mientras tanto, quedan al descubierto las carencias que nunca se resolvieron.
No es casualidad que el coronavirus hoy encuentre un terreno fértil en barrios tan populosos como vulnerables, donde el hacinamiento y la ausencia de los servicios más esenciales, como el agua y las cloacas, ya no pueden negarse.
Desde las primeras recomendaciones, hasta que se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, los transgresores no se tomaron descanso. Y eso se pone de manifiesto prácticamente a diario, muchas veces con imágenes desafiantes generadas por los mismos protagonistas.
Reuniones sociales con importantes convocatorias. Partidos de fútbol con jugadores aficionados. Carreras de motocross en los escenarios menos pensados, como en el lecho arenoso de un río sin caudal.
Hasta podríamos referirnos a dos homenajes emblemáticos que se realizaron desafiando la cuarentena: el del "Trinche" Carlovich -el ídolo de Central Córdoba- en Rosario y el del "Loco Julio" -fanático de Godoy Cruz en Mendoza.
Las cifras, en tanto, fueron acrecentándose en los últimos días, especialmente en la Capital Federal y en la Provincia de Buenos Aires, estableciéndose nuevos récords en cada informe oficial del Ministerio de Salud.
No en todos los casos, es obvio reconocerlo, la falta de responsabilidad de la gente está directamente relacionada con esos preocupantes números.
En varios casos puntuales, la pobreza y las carencias de las villas, provocaron una variante sustancial en las estadísticas.
No es justo incluir a toda esa gente en el rubro de los que no respetan todos los protocolos que se fueron dando a conocer en diferentes etapas, porque está claro, que no tienen los medios como para combatir la enfermedad.
Los comportamientos irresponsables se siguen observando y se instalaron, definitivamente, entre las malas costumbres de un pueblo que no siempre es hijo del rigor.
Son actos de rebeldía de quienes no aceptan la realidad de un panorama que no tiene un horizonte claro, porque a esta altura de los acontecimientos, no hay demasiados antecedentes que permitan determinar una fecha cierta de la finalización del confinamiento que afecta mental y económicamente.
Hay, sin embargo, algunos informes alentadores, como el de España, que en la última jornada no registró contagios (ver página 20), luego de un descenso gradual en los últimos días.
Todos confiamos que en otros países que fueron severamente castigados antes que la pandemia llegue a la Argentina, proporcionen datos similares en un período relativamente breve.
Mientras ocurre en Italia algo bastante parecido a lo sucedido en España y en Estados Unidos los casos también siguen decreciendo, hay un dato que nos obliga a mantenernos alertas.
Según coinciden los profesionales de la medicina y la propia Organización Mundial de la Salud, la pandemia se trasladó a Latinoamericana.
No es un dato menor y nos compromete a mantener la guardia bien alta. Pero cualquier medida que se aplique no tendrá la efectividad pretendida si los transgresores siguen atentando contra su salud y la de los demás.
Esos incorregibles que nunca faltan y que siempre tienen a mano un argumento para justificarse, son nuestra mayor preocupación.
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