Por REDACCION
En un contexto de amplio pesimismo, los indicadores de evaluación y desempeño del gobierno nacional no dejan de caer mientras crece la percepción negativa de la economía argentina según lo reflejan la mayoría de los sondeos que efectúan habitualmente diversas consultoras de opinión pública. Mientras los funcionarios, como el ministro de Economía Nicolás Dujovne afirmó que el nivel de actividad económica comienza a recuperarse y que se genera empleo, la realidad de las familias tiende a empeorar cada día. Así la brecha entre lo que dice el gobierno que pasa y lo que realmente viven los argentinos parece ampliarse, lo cual irrita aún más a los argentinos que también están "calientes", el término utilizado por el Presidente Mauricio Macri para hacer referencia a sus estatus emocional ante declaraciones de dirigentes opositores que, según considera, no se corresponden con la situación del país.
A pesar del compromiso del gobierno por bajar la inflación, la mayoría de los argentinos espera fuertes aumentos de precios para el segundo trimestre del año a la vez que las consultoras, el Ministerio de Economía y organismos como el FMI van corrigiendo permanentemente, y al alza, las estimaciones sobre el índice de precios al consumidor para este 2019.
En este escenario, los argentinos deben tener "resiliencia" a la situación de crisis, es decir adaptar sus pautas de consumo a los aumentos de salarios y a la pérdida del poder adquisitivo del salario. Al respecto, un nuevo estudio de la consultora Taquion realizado a nivel nacional sobre perspectivas y humor social de los argentinos destaca que el 82,5% de las personas compra “lo que puede” en el supermercado y no lo que realmente quiere. Este reporte muestra que el 53,1% de los ciudadanos cree que “el país es poco confiable”, y que, debido a la crisis, el 78,6% de las personas debieron cambiar a segundas marcas por la crisis. Además, un 52,5% de los argentinos admite que le debe plata a un banco, a prestamistas o a familiares y amigos, mientras que un 54,2% reconoce que necesitará que le presten plata en los próximos meses para poder enfrentar sus gastos.
Durante el 2018, la inflación acumulada fue del 47,6%, la más alta en los últimos 27 años, hecho que generó que se modifiquen los hábitos de consumo de los argentinos como así también la percepción de la situación política, económica y social.
El caso de la carne permite dar cuenta de la evolución del consumo. En este sentido, los precios de la carne vacuna quedaran rezagados durante 2017 y 2018, lo cual se tradujo en un aumento del consumo, la situación en este inicio de 2019 se revirtió con una suba en el primer bimestre del año de 68% intearanual, según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA). Desde la consultora Focus Market expresaron que casi el 80% de la producción de carne se destina al mercado doméstico que, ante estos aumentos, comienza a buscar sustitutos en la carne de pollo o cerdo.
Así las cosas, más del 90% de la población declara haber reducido o dejado consumos, según el estudio Re-pensando Gastos de las empresas de investigación Kantar TNS y Kantar Millward Brown. En la misma línea, un relevamiento realizado por la consultora D’Alessio IROL da cuenta de que el 80% de las personas reemplazaron a las primeras marcas por alternativas de menor precio. Incluso en algunos rubros no se da una sustitución del producto sino, directamente, un abandono o reducción del consumo. La idea de darse "un gusto" también va en retroceso. Un 32% deja de ir al cine o al teatro, 30% abandona el gimnasio, 30% no va a comer afuera y 28% dice resignar viajes vacacionales.
En cuanto a los productos "desplazados" a causa de la crisis, el relevamiento señala a las gaseosas como las más afectadas (71% de los consultados dejan de comprarlas). Luego siguen: carne vacuna (69%), postres lácteos (67%), cerveza (66%) y pescado (59%). En esta línea, las familias optan por consumir mayor cantidad de verduras (35%) y frutas (31%).
De todos modos, hay gastos que los argentinos no están dispuestos a resignar. La obra social es lo último que se recorta. Los seguros e internet también son fundamentales para los consumidores. También a las familias les cuesta dejar son los adicionales de televisión por cable o el plan del celular. El efecto dominó implica que la caída del consumo perjudica a todo el sector comercial, lo que deriva en cierres y pérdidas de empleo. Y se consume menos, por tanto también el golpe lo sufre la industria, donde también hay suspensiones, despidos o bien se paga mal a los trabajadores. Todo configura en una crisis tan profunda que contrasta con el intento de funcionarios nacionales por contagiar esperanza.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.