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Editorial Martes 24 de Abril de 2018

Los grandes riesgos

La economía no puede sostenerse sólo con endeudamiento externo.

REDACCION

Por REDACCION

Periódicamente, y de manera casi sistemática, desde la economía provienen una serie de datos de la más amplia diversidad, sobre la inflación, el déficit, las tarifas, el crecimiento, la balanza comercial, las inversiones, las reservas del Central, a los cuales podría agregarse una larga serie de etcéteras, que son los que ocupan titulares y páginas de los diarios, siendo además temas centrales y de sesudos análisis en los programas de TV y también de las emisoras.

Según lo analiza el economista Walter Graziano, sostiene que desde hace un tiempo está instalado que mientras la inflación es tema de gran preocupación, a la par el crecimiento de la actividad económica es más que razonable. ¿Cómo saber entonces en qué Argentina estamos?, se pregunta, planteando que la única manera de saberlo es poner en contexto cada cifra  y a la vez relacionarlas con las demás.

Comienza citando que el déficit fiscal es de 9,8% del PBI -4,2% déficit operativo del Tesoro, 2,3% intereses de la deuda y 3,3% déficit de intereses del Banco Central-, siendo entonces la deuda anual en la cual incurre el Estado en su objetivo de hacer crecer a la economía, pero la contrapartida de ese gran esfuerzo, cuya última estimación había sido de 2,7% anual para el presente 2018, nos deja entonces como saldo que el Estado pierde 9,8% de un volumen de 60.000 millones sobre el total del PBI, para producir un beneficio de 2,7% que significa 16.000 millones de dólares, por lo cual y a cuentas muy simples y directas, el Estado está perdiendo a razón de 44.000 millones de dólares anuales, incluso considerando el crecimiento. En cifras, la pérdida explica un 7,1% del PBI.

Surge de tal situación algunos planteos muy curiosos, como por ejemplo el llegar a esta situación cuando se han bajado considerablemente los subsidios a las tarifas públicas, pero el déficit -tanto bruto como neto- ha continuado subiendo en lugar de reducirse. Lo que queda claro es que cada 4 pesos que el Estado invierte para fogonear el crecimiento económico, sólo se recupera uno. Por tal razón, todos los elogios hacia la expansión económica de este año y la proyectada para el año que viene, están sostenidos por alfileres.

Además, y dadas las circunstancias con déficit fiscal y crecimiento, es muy difícil que el Estado pueda hacer algo más en la economía que favorezca su crecimiento, debiéndose por lo tanto caer en la conclusión que el crecimiento está artificialmente sostenido por la incesante actividad estatal. Lo más optimista en consecuencia es que se pueda seguir creciendo por un tiempo al actual ritmo débil, siempre y cuando se pueda sostener en el tiempo el actual nivel de endeudamiento anual a razón de unos 30.000 millones de dólares.

¿Se puede seguir perdiendo 60.000 millones de dólares para crecer sólo 16.000? Tanto sea el Estado, una empresa o una familia, puede sostener un nivel de déficit de esta naturaleza sólo si tiene recursos disponibles para el financiamiento. De otra manera, según asegura Graziano, "es imposible pensar en la continuidad temporal de la política económica y hay que pensar que o bien las autoridades cambian de raíz el esquema económico, o que el esquema económica se encarga de cambiar por si solo o sin la bendición de las autoridades". 

El gran interrogante que queda flotando es ¿cómo puede financiarse este enorme déficit del 9,8% del PBI?. Existen dos maneras: en pesos o en dólares. La primera, con nuestra moneda, significa emitir moneda a un ritmo acelerado, considerando que hoy estamos en 25% de inflación, sería ampliar la misma al 50% estimativamente. Posibilidad que queda al margen, por lo cual queda la de acceder a deuda en dólares, que tiene su riesgo en el mediano plazo si es que no se encuentra la salida para equilibrar las cuentas públicas. 

Repasando este planteo, tenemos que la salida es endeudarse en dólares, pero al mismo tiempo reparar el desequilibrio de las cuentas fiscales lo más pronto posible, y en este caso no está sucediendo con la celeridad requerida, por lo cual demandará extender más de lo debido el endeudamiento y por lo tanto abultando el mismo en niveles inaceptables, que comprometerán el futuro.

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