Por REDACCION
Cada vez que los gobiernos de Estados Unidos y Rusia salen a la escena internacional, es inevitable sentir una cierta sensación de incertidumbre, y hasta de temor, ante lo que puedan decidir sus líderes y cómo impactan sus acuerdos o sus diferencias en el resto del planeta.
Si bien las tensiones de la actualidad difícilmente puedan compararse con aquellas que se configuraban en el marco de la denominada Guerra Fría, no deja de al menos preocupar al resto de las nacionales lo que pasa en una reunión entre los presidentes de Estados Unidos y de Rusia. Más allá de las transformaciones a escala global, y el ascenso de China en materia económica, respecto a la geopolítica americanos y rusos aún conservan la supremacía en materia de geopolítica.
Donald Trump y Vladimir Putin son dueños, provisorios pero dueños al fin, de poderosos presupuestos militares que permiten mantener a ejércitos muy bien equipados y desarrollar un arsenal bélico suficiente para destruir el mundo entero. Y teniendo en cuenta que se trata de dos presidentes que suelen tener mal genio y hasta "berrinches" que a veces parecen estar dispuestos a adoptar decisiones compulsivas, la cosa es para preocuparse.
Por lo menos las señales que dieron después de su cumbre que ambos mantuvieron el lunes en Finlandia redujeron los niveles de estress globales de este mundo que pese a los cambios de las últimas décadas puede ser aún considerado bipolar, con dos países que se esfuerzan por defender su estatus desde una perspectiva del poder.
Las señales que enviaron Trump y Vladimir Putin permitieron descomprimir tensiones. Ambos presidentes se comprometieron a reiniciar las complejas relaciones entre las mayores potencias nucleares del mundo en su primera cumbre celebrada en Helsinki, donde el mandatario estadounidense se negó a condenar la supuesta injerencia rusa en las elecciones de su país, otro foco de conflicto en el último año.
El mensaje hacia el resto de los países puede considerarse positivo: ambos mandatarios salieron de su reunión expresando su deseo de cooperar en los desafíos globales, después de conversaciones sobre una serie de temas que incluyó desde Siria, Ucrania y China hasta la imposición de aranceles y el tamaño de sus arsenales nucleares.
Así son las cosas en este concierto de las relaciones internacionales, con dos países que pueden ocuparse de lo que sucede en cada rincón del planeta y nunca descartan intervenir en conflictos remotos. Si algo les parece que está mal en el fin del mundo, entonces en nombre de la libertad y de la justicia pueden movilizar sus tropas y procurar restablecer el supuesto orden perdido. Lo hacen porque pueden. A la Argentina le resulta impensable un escenario de este tipo, ni siquiera podemos con nuestros conflictos y crisis fronteras adentro.
Para destacar, entre tantas declaraciones de ambos líderes, cuando Putin dijo que "ha llegado el momento de hablar de manera sustantiva sobre nuestras relaciones y áreas problemáticas del mundo" y cuando Trump reconoció que "el mundo quiere que nos llevemos bien, somos las dos grandes potencias nucleares".
Según los analistas, el multimillonario estadounidense, que lleva 18 meses en la Casa Blanca, espera entablar una relación personal con el exoficial del KGB, que dirige Rusia desde el año 2000. Muchos diplomáticos y analistas temen que el presidente estadounidense haga una serie de concesiones a Putin, en cuestiones como la guerra en Siria o la anexión de Crimea por Rusia.
Esta fue la cuarta vez que un presidente estadounidense se reunió con su homólogo ruso en Helsinki, después de los encuentros entre Gerald Ford y Leonid Brézhnev (1975), George Bush y Mijaíl Gorbachov (1990) y Bill Clinton y Boris Yeltsin (1997).
Si rusos y americanos estabilizan las relaciones políticas y reducen la conflictividad, entonces la economía puede tener una amenaza menos. Porque claro está que cada guerra en algún lugar del mundo asusta a los mercados, impacta de una u otra forma en los negocios, con las consecuencias negativas especialmente para los países menos desarrollados.
Con un Trump suelto que sobresale por su voluntad de replantear las relaciones comerciales de su país con muchos otros a partir de la adopción de medidas proteccionistas, el mundo ingresa en un terreno inestable pero no por las batallas bélicas sino por las comerciales. Este nuevo tipo de confrontación repercute en los equipos técnicos de los organismos internacionales encargados de monitorear la marcha de la economía, como el FMI, que debió corregir sus estimaciones de crecimiento para este año debido a los conflictos entre países y bloques comerciales disparados por Trump cuando aumentó aranceles a las importaciones americanas de determinados productos. Imaginar un mundo en total paz sigue siendo una utopía.
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