Por REDACCION
El alto desarrollo económico de China, tiene un fuerte impacto en el resto del mundo, especialmente en aquellos países en los que debe proveerse de las materias primas para sostener la creciente demanda de su clase media, la cual está aumentando de manera notable y cada vez con mayor nivel de exigencias, similares a las de los países occidentales altamente desarrollados.
Veamos algunos datos sensibles, que tienen estrecha relación con la Argentina por ser partícipe de esa provista de materias primas. En 2017 el gigante asiático compró 90 millones de toneladas de soja, que en el presente 2018 pasarán a ser 100 millones y que de acuerdo a estas proyecciones, en 2021/2022 serán 125 millones, para llegar a los 200 millones en 2025, un lapso relativamente breve para tan extraordinaria expansión de sus compras. Estos números no son arrojados por simples deducciones, sino que corresponden a las estimaciones hechas por el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, que bien sabemos, se equivoca muy poco. En el caso argentino por ejemplo, este organismo estadounidense, con el sustento de su sistema de satélites, tiene datos mucho más ajustados que los propios de nuestra propia dependencia oficial de agricultura.
Se trata sin dudas de una buena noticia, que asegura el futuro de los commodities por varios años, lo cual da previsibilidad para su colocación y también para promover el aumento de nuestras cosechas, aunque por el contrario sigue manteniendo la tendencia de vender el poroto de soja, cuando en realidad carece de valor agregado, siendo lo importante que todo el proceso para convertirlo en aceite y sus demás derivados, sea aquí mismo en la Argentina.
¿Por qué la mayor demanda de soja? Más considerando si se trata por la creciente presión que hace la clase media china, debiéndose considerar que la mayor parte es destinada al consumo animal, ya que en realidad lo que los chinos hacen es producir más carne, donde está centralizada la creciente demanda china. Podría decirse, revisando antecedentes, que ahora con dinero suficiente los chinos se hastiaron de comer arroz y se están pasando masivamente a los gustos y costumbres occidentales. Una tendencia que está sostenida por el aumento del ingreso per cápita de su población, que fue de 9.100 dólares el año pasado, y que tal como viene cumpliéndose el ciclo se duplica cada 8 años, habiendo llegado su clase media a 440 millones de personas, cuyos ingresos son comparables a los de los estadounidenses, en un nivel que oscila entre los 35/45 mil dólares anuales.
Incluso lo que debe tenerse muy en cuenta, en especial por parte de los países productores de materias primas como la Argentina, es que la mayor parte de los países asiáticos están siguiendo esta tendencia de los chinos, es decir, elevando su consumo, siendo unos 5.000 millones de personas fuertemente demandantes. Hay que apuntar a lo que sucederá en los próximos 5/10 años, cuando es altamente probable que las importaciones de granos sean realmente explosivas, incluso superando todas las previsiones actuales. Y no sólo eso se limita a granos, ya que también se amplía a petróleo y gas, ya que en 2017 las importaciones de petróleo llegaron a 8,4 millones de barriles diarios y vienen teniendo una suba de 11% anual, en tanto que las de gas líquido llegarían a más de 50.000 millones de dólares este mismo año, proviniendo en su mayoría de los Estados Unidos. Esta sería una de las razones por las que el petróleo aumentó tanto en los últimos meses pasando a 80 dólares el barril y siendo muy probable que en los próximos dos meses suba a 90/100 dólares. Lo cual repercute fuertemente en el resto del mundo, aquí también en la Argentina donde los combustibles no paran de aumentar.
La decisión en materia energética en China fue reemplazar el carbón por gas natural como principal fuente de generación, lo cual ha ubicado a esa nación entre los más fuertes importadores.
El mundo entero está enfrentando una situación diferente a las conocidas del simple aumento de precios o mayor demanda de materias primas. Sucede que está en expansión un nuevo superciclo de demanda de los commodities, de igual o aún superior envergadura al de 2001/2010.
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