Por REDACCION
Una rápida mirada por la reciente historia de la Argentina sostiene aquel concepto acuñado por un empresario que dijo que en este país lo único previsible son las crisis. Como en una banda musical imperfecta, cuando las cosas parecen encaminarse siempre hay un sector que desafina, por tanto la armonía nunca es plena. Ahora a partir de la patria de los cuadernos el "sálvese quien pueda" parece ser la consigna que gobierna en estos días tanto en el plano político como judicial aunque también es extensible al ámbito de la economía donde la recesión golpea a casi todos, a algunos de costado y a otros de frente.
Entre tantos análisis que se elaboran para ayudar a entender a una Argentina por momentos tan incorregible como indescifrable, el fin de semana la consultora Economía & Regiones insistió en la dinámica macroeconómica que se observa en los últimos años, cuando los años terminados en número par son malos y los que finalizan en impares son mejorcitos por una obvia lógica electoral.
En tal considera, afirma que el Gobierno apuesta y aspira que la dinámica de 2018/2019 replique lo acontencido en 2012/2013; 2014/2015 y 2016/2017. Los planes (o deseos) oficiales es que la inflación interanual comience a bajar a partir de los primeros meses de 2019 y que, con ello, la tasa de interés le gane al dólar y la gente vuelva a volcarse al peso. De la misma manera, que los bonos y acciones suban y el riesgo país baje, que a su vez el tipo de cambio real se aprecie y el nivel de actividad mejore con el consiguiente impacto positivo en la generación de empleo.
Con esta performance de la economía el Gobierno lograría que 2019 se parezca lo más posible a 2017 y 2015, una dinámica sostenida a fines electorales que sólo trae beneficios de cortísimo plazo y nada positivo en el largo plazo, advierte la consultora en su diagnóstico.
De acuerdo al último estudio de la consultora, el problema es que la estrategia política de inflar artificialmente la economía en los años electorales impares y pagar la cuenta en los años pares, trae cada vez más costos. Y es lógico,hacer las cosas mal durante 8 años seguidos tiene más costos que hacerlo mal durante 5 o 3. De hecho, la performance macroeconómica actual parece así confirmarlo.
Para los funcionarios políticos acostumbrados a presentarse en elecciones actuar en forma caprichosa suele ser una costumbre. Se buscan medidas para agradar al electorado cuando se aproximan años electorales sin tener en cuenta los efectos sobre la economía generalmente después de que pasó el tiempo de votar.
A diferencia de las recesiones de 2014 y 2016, la recesión 2018 empieza levemente más tarde, pero todo indica que será más fuerte y larga que las dos anteriores contracciones.
Un ejemplo es la profundidad de la devaluación. En los primeros ocho meses de 2018, la divisa estadounidense se apreció en un 65,5%, más del doble que lo que se había encarecido en el mismo período de 2016 (+31,5%) y 2014 (+29,9%). De todos modos, la inflación acumulada en los primeros ocho meses de este 2018, que trepa al 23,3% según el IPC de Economía & Regiones es muy inferior a la acumulada en el mismo período de 2016 (+31,3%) y 2014 (+27,3%), ya que la traslación a precios ha sido, al menos por ahora, mucho más baja.
Asimismo, en las devaluaciones de 2016 y 2014, el dólar subió durante los primeros tres meses del año, y ya en el cuarto mes del año el mercado cambiario había entrado en un proceso de estabilización, por el contrario, habiendo transcurrido ocho meses de este año nadie está en condiciones de afirmar que la devaluación ha llegado a su fin.
¿Y entonces? Si el BCRA no hace política fuertemente contractiva, existe el riesgo que esta devaluación se termine (más adelante) trasladando a precios y la inflación también sea récord, dice la consultora. De no corregirse el actual desequilibrio monetario récord, tampoco se pueden descartar más rounds de corrida cambiaria, lo cual retroalimentaría aún más el círculo vicioso entre dólar e inflación, caída de demanda de dinero y nivel de actividad, advierte la consultora.
Por tanto, advierte, no debería sorprender que en un escenario sin credibilidad en el gobierno y sin confianza en el programa económico, el tipo de cambio termina saltando a su equilibrio más depreciado (dólar más alto) de corto plazo y el dólar volvería a encarecerse.
¿Podría ser peor? Sí, porque no sólo juega negativamente un probable round cambiario, sino también el programa con el FMI, que impide que el actual gobierno incentive fiscalmente la economía e infle artificialmente el nivel de actividad económica durante el próximo año electoral. De este modo, la crisis económica quebrará la dinámica que prevaleció hasta ahora y se impondrá a la lógica electoral.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.