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Editorial Domingo 2 de Marzo de 2014

Llamado por la vida

Monseñor Arancedo, en nombre de la Iglesia, difundió un severo documento respecto a la inseguridad y muerte que hay en el país.

REDACCION

Por REDACCION

Un muy enérgico llamado formalizó días atrás la Iglesia a través de un comunicado con la firma del titular de la Conferencia Episcopal Argentina y arzobispo de Santa Fe, monseñor José María Arancedo, quien solicitó " no acostumbrarse a convivir con el delito, la inseguridad y la muerte", en tanto que a las autoridades les pidió "tomar conciencia de la gravedad de los hechos".

"Elevo mi voz en repudio por estos hechos, siento la necesidad de hacer un llamado a toda la sociedad, en especial a las autoridades y la dirigencia, para tomar conciencia de la gravedad de los hechos que hemos vivido", apuntando en forma generalizada a la inseguridad que se manifiesta en casi todos los rincones del país, pero apuntando especialmente a lo que viene ocurriendo en la provincia de Santa Fe, con epicentro en las ciudades de Rosario y Santa Fe, donde la oleada de violencia y asesinatos relacionados de manera principal con derivaciones por el tráfico y consumo de drogas, es realmente llamativo. 

De todos modos, Arancedo al momento de encontrar las causas generadoras de los episodios delictivos estimó que pueden concurrir diversos motivos vinculados a la marginalidad, el avance de las drogas, la ausencia de una cultura de valores que de sentido a la vida y sostenga el nivel de nuestras relaciones, remarcando además la existencia de una gran deuda de parte de la política.

Solicitó que "la realidad que vivimos nos debe convocar a todos, más allá de nuestras pertenencias y funciones, a asumir actitudes y conductas que nos ayuden a crear las condiciones de una sociedad donde los valores de la vida y la paz, del trabajo y la justicia, de la honestidad y la ejemplaridad, sean la fuente de una sociedad más humana, justa y solidaria". Conceptos que expresan con absoluta claridad una realidad que nos circunscribe a todos los argentinos, directos observadores, y además protagonistas, de una decadencia moral y espiritual que nos va reduciendo sistemáticamente en nuestras posibilidades humanas.

Precisamente, tal lo remarca el arzobispo santafesino, la pérdida de valores ha sido constante en los últimos años, habiendo llevado a la disgregación del núcleo familiar, el cual es el verdadero foco central de toda comunidad que se precie de apuntar y esforzarse por la conquista de objetivos legítimos. La reclusión en lo individual, la pérdida del sentido de pertenencia y la falta de integración han ido minando nuestras posibilidades, estando a la vista de todos las consecuencias, con una violencia alarmante por la forma creciente, donde la vida es cada vez más un valor en baja.

Monseñor Arancedo enfatiza que "es importante valorar el rol de la familia y de la escuela como lugares privilegiados de transmisión de cultura y estilos de vida, de proyectos y de amistad social, como también vivir bajo el imperio de la ley en el marco de la Constitución". También aquí fue meridianamente claro, apuntando al respeto absoluto de las leyes dentro del marco constitucional, aspectos que han sido tan reiteradamente vulnerados por la clase dirigente, marcando justamente uno de los aspectos que más profundizaron la decadencia moral y espiritual que hoy está a la vista de todos.

Valorizó en cambio a los medios de comunicación, rescatando "la importante presencia social de los mismos y el lugar de relieve que ocupan dentro de nuestra sociedad", por "su labor de servicio del bien de la comunidad". Que la voz de la Iglesia se haya pronunciado de esta manera sobre los medios, tan vapuleados y en el centro de fuertes polémicas estos últimos años, tiene un significado muy fuerte a la vez que sirve de respaldo para muchos que sufrieron y siguen sufriendo muy duras persecuciones.

"En este contexto -apuntó en el documento- de dolor e indignación, hago un llamado urgente y respetuoso a las autoridades, como a todos los hombres de buena voluntad, a movilizar todas nuestras fuerzas al servicio de la vida y del bien común".

Arancedo se ha venido manifestando de esta manera, y con estos términos, de manera bastante asidua en los últimos tiempos, con lo cual está siguiendo claramente la línea impuesta por Jorge Bergoglio, hoy y desde hace poco más de un año Papa Francisco, lugar desde el cual ha logrado en tan poco tiempo revalorizar la Iglesia Católica en el mundo. Es por lo tanto lo del actual titular de la Conferencia Episcopal una posición no sólo lógica sino muy coherente con estos nuevos lineamientos.

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