Por REDACCION
En los últimos años cada vez que llega diciembre en la Argentina crece la incertidumbre en torno a las tensiones sociales y el interrogante gira en torno si el país tendrá un fin de año en paz. Difícil olvidar aquellas postales de la violencia y muerte de finales de 2001 cuando se registraron saqueos en decenas ciudades en el marco de una crisis social, económica y política nunca vista en la Argentina hasta ese entonces. Las cadenas de televisión mostraron una nación en llamas donde delincuentes robaban electrodomésticos, no por hambre precisamente, y otras miles de personas se llevaban alimentos y mucho más de los supermercados.
Aquellos días, en los que concluyó abruptamente el gobierno del presidente Fernando de la Rúa, quien debió alejarse de la Casa Rosada a bordo de un helicóptero ante un clima de masivas protestas, fueron de los más complejos. Todavía perduran en la memoria colectiva nacional los acontecimientos marcados por la violencia y la caída de la democracia y sus instituciones. Tampoco hay que desconocer que detrás de la profunda crisis económica de entonces hubo intereses políticos que encendieron las mechas de la bronca popular. En Rafaela, afortunadamente, hubo una sólida respuesta institucional a través de una red constituida por el Estado local, organizaciones de la sociedad civil y empresas que se exigieron al máximo para atender las necesidades de los sectores vulnerables. Nadie puede negar que hubo rumores sobre posibles saqueos a supermercados en medio del caos nacional, pero finalmente no hubo que lamentar sucesos de ese tipo.
En este marco, en cada mes de diciembre surgen dudas sobre la situación social y sobre la posibilidad de que se produzcan tensiones que deriven en manifestaciones violentas. El malhumor social ante la crisis actual es evidente: el salario pierde con la inflación su capacidad adquisitiva, la plata no alcanza y además se pierden empleos por la recesión. Un escenario que hace aumentar esos interrogantes sobre lo que puede suceder a fin de año si es que no se refuerzan los presupuestos de las áreas sociales de los distintos niveles de Gobierno. Municipios, provincias y nación deben redoblar esfuerzos para atender los casos más preocupantes y a la vez evitar que ocurran desbordes en un país donde la palabra ajuste se impuso en el discurso de la época y se habla de una tibia recuperación recién a partir de abril, aunque se trata de una estimación que bien puede no cumplirse.
Atento a que en el último mes del año la crispación es uno de los idiomas de la calle, más aún en tiempos adversos como el actual, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), el obispo de San Isidro Oscar Ojea, llamó a aprovechar el tiempo de Adviento que comenzó el domingo en la Iglesia Católica para "construir la paz verdadera". En su mensaje, citó dos lemas de San Pablo VI para la Jornada Mundial de la Paz, que consideró "magníficos". Para Ojea, la Navidad lo que hace es concretar esa venida de Jesús, el Hijo de Dios, que viene a salvarnos, que viene a buscarnos. Nosotros con nuestra oración, con nuestro clamor, con nuestro deseo de su venida, con ese ejercicio de la caridad que hace más próximo el Reino, tratamos de acelerar y estar vigilantes para esa venida.
Monseñor Ojea sostuvo que hace unos días, volvió a leer algunos lemas de San Pablo VI sobre la Jornada Mundial de la Paz, entre ellos subrayó dos: "Si quieres la paz, trabaja por la justicia" y "Si quieres la paz, defiende la vida". En tal sentido, remarcó que constituye un aporte positivo retomar esos dos magníficos lemas que nos regalaba el Santo Papa para poder recrear en nosotros el deseo de construir una verdadera patria de hermanos, una Patria en la que construyamos la paz. En sus palabras para iniciar el período de Adviento, dijo que esperando al Príncipe de la paz, que es Jesús, renovamos nuestro corazón en este Adviento, nos vamos colocando de a poquito junto al pesebre para poder construir juntos una paz duradera".
El mensaje de Ojea es muy oportuno y debería replicarse con fuerza en todos los hombres de la Iglesia. Con una economía en recesión y el aumento de la pobreza y la indigencia que se traducen en un alarmante deterioro social, el llamado a tener un diciembre en paz es prácticamente una imposición de la hora para alejar la idea de los conflictos. De todos modos, de un tiempo a esta parte en la Ciudad de Buenos Aires las organizaciones sociales se movilizan para reclamar mayor asistencia del Estado e incluso la emergencia alimentaria mientras se incrementa continuamente la cantidad de niños que asisten a comedores escolares o populares.
Más allá de las limitaciones presupuestarias impuestas para cumplir con la reducción del déficit, el Gobierno deberá estar atento a brindar asistencia para evitar conflictos sociales y mantener la calma justo antes de comenzar un año electoral.
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