Por Redacción
En los primeros diez meses del presente 2011, fueron labradas 13.890 actas de infracción por parte de los inspectores del área municipal de Control Público, lo cual constituye un promedio mensual de 1.389 y de unas 46 diarias, lo cual constituye un accionar importante de parte de las áreas de control, alcanzando a todos los órdenes de infracciones, como ser desde arrojar agua a la calle, lavar las veredas en días no indicados, no cortar malezas -entre otras- hasta las correspondientes al tránsito, que constituyen por cierto las más numerosas, ya que solamente por el hecho de no utilizar casco los motociclistas suman un total de 5.236 en los referidos diez primeros meses del año.
Todo este volumen da cuenta además, y aparece aquí uno de los aspectos más trascendentes de analizar, que es muy elevado el nivel de transgresión por parte de la gente, que es justamente por donde aparecen los principios de solución para corregir las anomalías que se presentan en la vida comunitaria. Es cierto que deben existir los controles, así fue alentado desde esta sección editorial cada vez que se tuvo ocasión de hacerlo, pues frente a la magnitud del problema que es el tránsito en Rafaela, el ordenamiento debe estar sustentado en muchos aspectos, aunque apareciendo como esencial el férreo control y la aplicación de sanciones, que en casos de reincidencia deben ser muy severas, pero mientras no exista de parte de los conductores un allanamiento al estricto cumplimiento de las normas de tránsito, nunca se llegará a una solución integral.
Es por esa razón, que en esta estadística que fue divulgada y comentada por LA OPINION hace unos días, expone una realidad incontrastable, como es el alto nivel transgresor que se manifiesta en los rafaelinos. Que son solidarios, trabajadores, entusiastas, cumplidores en muchísimos aspectos que hacen a la vida en comunidad, pero que declinan en algunos, como la observación de las reglas vigentes en el tránsito. Con lo cual, interrumpen el normal desplazamiento de quienes cumplen, transformándose los menos en la dificultad de la mayoría.
Volviendo a la nota sobre infracciones, las de tránsito concretamente, tenemos que entre motociclistas sin casco y sin seguro se alcanzó a 5.236 actas de infracción sobre un total de 13.890 aplicadas en diez meses en todos los órdenes, entre las cuales se incluyen diversidad de aspectos relacionados con sanidad, higiene y situación tributaria. sumando el 37,7 por ciento, que se ve notablemente incrementado cuando se agregan todas las demás ligadas al tránsito. Un detalle que resulta interesante en el repaso, pues es algo así como una verdadera fotografía de lo que es el tránsito ciudadano, con 152 cruces de semáforos con luces rojas por parte de motociclistas, 140 transitando a contramano, 76 camiones cruzando semáforos en rojo y 65 haciéndolo con acoplado, lo que hace todavía más peligrosa esa acción indebida.
Tales menciones son unas pocas de situaciones realmente graves, que pueden concluir en hechos fatales, para las que se reclama la aplicación de multas y sanciones que se encuentren en el máximo posible del rigor, pues en algún caso puede cometerse alguna infracción por distracción o incluso por desconocimiento, pero cuando se vulneran normas tan simples como cruzar un semáforo en rojo o circular en sentido contrario, se diluyen todas las posibilidades de quita de responsabilidades.
Debe tenerse en cuenta, además, que esta muestra numérica de tales infracciones graves, si bien expone una realidad, es apenas una parte menor de la misma, ya que la presencia de policías municipales no sólo no es integral en toda la red urbana, sino que tampoco en horarios completos, razón por la cual es dable suponer que esas cifras deben ser multiplicadas varias veces para alcanzar entonces una aproximación mucho más cercana a la realidad.
Otro dato que muestran las infracciones dispuestas en ese lapso, y que tiene mucho que ver con algo se ha hecho costumbre en la ciudad, es la constatación de 1.529 casos de automóviles estacionados en lugares prohibidos, siendo muy común ver la detención de coches en doble fila, que dificultan el desplazamiento del resto, una situación que suele darse con mayor asiduidad cuando son los horas pico de movimiento, y por lo tanto mayores los inconvenientes.
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