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Editorial Domingo 21 de Noviembre de 2010

Las sábanas de la medriocridad

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Lo sucedido el miércoles pasado en la Cámara de Diputados de la Nación, más allá de un hecho anecdótico, importante es cierto, como lo fue el cachetazo de Graciela Camaño a Carlos Kunkel, es un dato a tener en cuente respecto a quiénes son nuestros representantes. Es cierto que al borde del abismo, como lo es la pérdida de control por parte de una persona pública, se puede estar siempre, pero existen ciertas formalidades que están más allá de los hechos casuales, o tal vez no tanto. No es la primera vez que el Congreso fue escenario de estos extraños episodios, pues agresiones ya las hubo otras veces -lo cual evidentemente no reduce la dimensión de este episodio tan denigrante-, como así también diputados truchos, coimas y otras cuestiones que poco favor le hacen a nuestros representantes. Los que, muchas veces, y a la luz de los hechos, nos hacen preguntarnos ¿en realidad a quiénes representan? Dan la sensación que a otros intereses que no son los comunes, o en el mejor de los casos a los suyos propios.
Pero claro, aun cuando los malos ejemplos son los que trascienden, es probable que haya que formular una salvedad, pues estos casos seguramente no deben ser la generalidad del perfil de los legisladores, pero sí de un alto número de ellos. Aunque, en el mejor de los casos, deberíamos preguntarnos, nuestra denostada clase política ¿de dónde surge? Seguro que no de un repollo, pues se nutre de la sociedad que conformamos todos, y aquí no hay excusas ni excepciones. Es probable, que tal como suele escucharse más de una vez, el grado de contaminación es tan grande y poderoso, que son pocos los que pueden conservarse inmunes.
Y aquí llegamos al punto álgido, que es justamente la forma en que los legisladores llegan a sus bancas, la mayoría de ellos integrantes de oscuras listas en boletas sábanas, a quienes el ciudadano común recién se entera de haberlos votado, cuando por alguna circunstancia desgraciada pasa a cobrar cierta notoriedad, esa misma que nunca pudo siquiera estar cerca por la razón precisa por la cual fue elegido.
Es así como las cámaras legislativas, en casi todos los órdenes, se llenan de incapaces levantamanos, que no asisten a las sesiones -tal vez sea lo más positivo de su aporte-, que jamás logran meter siquiera un bocadillo en una discusión, muchísimo menos algún aporte positivo.
En reiteradas ocasiones, hablando de reformas política se dejó trascender el pésimo efecto que tienen las listas sábana, y que en realidad lo más apropiada era que cada legislador compita en su sección electoral, palmo a plamo con exposición ante sus vecinos, que son quienes lo conocen. Seguro que no resultará la panacea, pero al menos un pasito adelante, y con muchos de estos pequeños avances, quién le dice que algún día no estemos un poco mejor que ahora.
Es por esa razón que buscamos la relación de este avergonzante episodio con las sábanas y la mediocridad que promueven con sus efectos. ¿Cuántas veces usted habrá escuchado que las listas sábana son perjudiciales? Con seguridad muchas, pero ¿se hizo alguna vez algo realmente en serio para modificar este escenario? Jamás. Es que es el camino que tienen muchos ineptos e incapaces para llegar a ocupar una banca que por otro método nunca conseguirían.
Pero bueno, lo bueno de la realidad es que nos va mostrando lo mucho que todavía nos falta por andar.




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