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Editorial Miércoles 27 de Febrero de 2019

Las muertes inocentes y silenciosas

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REDACCION

Por REDACCION

Más de 100.000 bebés mueren cada año a causa de conflictos armados, informó la ONG Save The Children en un informe publicado este viernes en Alemania.

Según la ONG , al menos 550.000 bebés murieron entre 2013 y 2017 en los diez países más afectados por guerras, a causa del hambre, la falta de higiene o de acceso a los cuidados médicos, o por rechazar ayuda.

El número de muertos asciende incluso a 870.000 si se incluye a todos los niños de menos de cinco años, considera la organización, que precisa que la tragedia quizá esté infravalorada.

En comparación, unos 175.000 combatientes habrían fallecido en el mismo periodo en los países estudiados: Afganistán, Yemen, Sudán del Sur, República Centroafricana, República Democrática del Congo (RDC), Siria, Irak, Malí, Nigeria y Somalia.

"Cada día hay niños atacados porque grupos armados o fuerzas militares no respetan las leyes de los tratados internacionales.

Desde la utilización de armas químicas a la violación como arma de guerra, los crímenes de guerra se cometen con total impunidad", advirtió Helle Thorning-Schmidt, una representante de Save the Children.

Estos niños probablemente no habrían muerto si no hubieran vivido en zonas afectadas por conflictos, explica la ONG , que difundió su informe al margen de la conferencia anual sobre la seguridad, en Múnich.

La conferencia reúne hasta el domingo a cientos de responsables políticos, diplomáticos, militares y científicos de unos cuarenta países.

"Cuando se violan las reglas de la guerra, la comunidad internacional debe ser clara recordando que esto no es tolerable y que los autores de esos actos tienen que rendir cuentas", añadió Thorning-Schmidt.

Unos 420 millones de niños, es decir, el 18% de todos los niños del mundo, vivían en zonas en conflicto en 2017, es decir, 30 millones más que el año anterior.

Entre las recomendaciones dirigidas a los gobiernos y grupos armados, la ONG insta a los beligerantes a comprometerse a no reclutar combatientes de menos de 18 años y a evitar el uso de armas explosivas en zonas habitadas.

"La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad". Esta frase, atribuida al senador estadounidense Hiram Johnson en 1917, fue pronunciada hace casi cien años durante la Primera Guerra Mundial.

Veinticinco años después, durante la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill dijo "en tiempos de guerra la verdad es tan preciosa que debería ser protegida por un guardaespaldas de las mentiras"

Si bien estos estadistas tienen razón, no dejan de ocultar las verdaderas víctimas, que son los seres humanos que pierden las vidas en esta clase conflictos. Y entre ellos, los más indefensos: los niños. 

Los conflictos violentos son la forma más primitiva de resolución de los conflictos. Allí nos igualamos con los animales, con una consecuencia peor: el ser humano tiene la posibilidad de la palabra, la diplomacia, la forma más civilizada de dirimir las diferencias. 

Sin embargo, nunca hemos abandonado del todo esa forma de resolver nuestras diferencias, sino a través de la violencia. 

También es cierto la enorme hipocresía del ser humano. Seguramente, ambas partes de todos los conflictos, se golpearán el pecho y dirán que hacen la guerra en nombre de las futuras generaciones. Sin embargo, no tienen ningún tipo de reparo en destruir las actuales, sin miramiento alguno, en particular, hacia las del enemigo. 

Si la sociedad debe sufrir una hambruna para que el Estado pueda tener los recursos necesarios para movilizar la industria armamentista, llenarán sus discursos esperanzadoras hacia el futuro y de culpabilidad hacia el enemigo. No encontrarán allí ningún tipo de responsabilidad sobre su actual gestión. 

Los adolescentes son otros de los grupos que son claramente acechados por los Estados para poder hacerse de "mano de obra". Frescos, llenos de vitalidad y entusiasmo, son presa fácil para convencerlo de que lo que están por hacer es lo correcto. Y con poco podrán atraparlos: su actualidad sumida en la pobreza será uno de los principales trampolines para mostrarle que el futuro podría ser promisorio para ellos. 

¿Qué político o militar ve en esos jóvenes el futuro de la Nación? En los discursivo, todos. En la vida real, ninguno: solamente verán unidades a disponer en los diferentes territorios en conflicto, en pos de conseguir la ansiada victoria. 

Sin embargo, nadie medirá los costos espirituales para las familias que pierden a uno -o varios- de sus integrantes. Tampoco verán los costos que deberán afrontar desde el Estado cuando los niños o jóvenes queden mutilados y no puedan desarrollar plenamente su vida. Y si lo ven, tendrán la excusa perfecta: no hay responsabilidad de ellos, sino del enemigo. 

La cifra presentada por Save The Children es impactante: una ciudad de Rafaela, repleta de niños, muere. En una década, sumarán un millón de vidas que no pudieron desarrollarse por culpa de la falta del empleo de la diplomacia para resolver los conflictos. 

Quizás, pese a los miles de año de evolución de la Humanidad, no estemos muy distante de nuestros comienzos como sociedad. Quizás, deberíamos tener más presente eso. 


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