Por REDACCION
Sin ninguna duda, la condena a prisión del opositor ruso Alexéi Navalni en los últimos días incrementó las tensiones entre la Unión Europea y Rusia, como se pudo comprobar en el fondo y en las formas durante el viaje a Moscú de Josep Borrell, en la que fue la primera visita de un Alto Representante para la Política Exterior de la UE a la capital ese país desde 2017.
Luego de la justificada petición de Borrell a favor de la liberación del activista encarcelado, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, respondió durante una rueda de prensa con una catarata de críticas y acusaciones contra la UE en su conjunto y varios de sus miembros, entre ellos España.
El funcionario apuntó contra la justicia española por no revocar la sentencia de los políticos independentistas catalanes condenados a pesar de que, según él, tribunales de Bélgica y Alemania se habían expresado en contra.
Pero también deslizó que la sentencia había sido motivada políticamente, luego de señalar que Borrell estaba al tanto, por las redes sociales, que Moscú había ordenado la expulsión de tres diplomáticos de Alemania, Polonia y Suecia, que fueron acusados de participar en las protestas realizadas en apoyo de Navalni.
Puede ser catalogada de comprensible la actitud comedida de Borrell, ya que, al fin y al cabo, viajó a Moscú en su carácter de jefe de la diplomacia europea y no como político español.
Sin embargo, dado que Lavrov pasó por encima de cualquier cortesía utilizando un tono muy agresivo y esgrimiendo afirmaciones más que discutibles, tal vez el comisionado por la UE hubiera acertado al responder "in situ" a las acusaciones lanzadas contra los Estados miembros de la comunidad a la que representa.
Por otro lado, Arancha González Laya, ministra de Exteriores de España, señaló que su país está considerado en estos tiempos de abundantes conflictos políticos como una de las 23 democracias "plenas" que existen en mundo, en tanto que el gobierno ruso, que lidera Vladimir Putin, ocupa el puesto 124 entre 167 países, de acuerdo con un ránking que elaboró por el prestigioso "Democracy Index de The Economist", del Reino Unido.
El roce entre España y Rusia se enmarca en la muy agitada relación que se está viviendo entre Moscú y Occidente, por lo que está claro que la UE hace bien en "mantener abierto el diálogo, pero debe mostrar firmeza ante la hostilidad o los abusos".
En ese sentido, Borrell acusó a Rusia de dejar pasar la oportunidad de tener un diálogo constructivo con Bruselas -sede de la UE- y reconoció que es probable que haya consecuencia en el futuro cercano que obligarán a los países que están integrando la organización a comportarse con unidad y determinación, porque sería la única forma de mantener ordenada la política exterior europea.
Desde la Unión Europea ya hubo un pronunciamiento sobre la sentencia con la que un tribunal de Rusia condenó al líder opositor Alexéi Navalni a tres años y medio de cárcel, en el momento que definió a la sanción como "un inaceptable paso más de la deriva autoritaria del presidente Vladímir Putin".
El activista fue declarado culpable de violar las condiciones de una condena por fraude dictada en 2014. Para dar una idea del cariz del proceso -que apenas duró unas horas- basta con señalar que la sentencia de 2014 fue considerada arbitraria por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y que la Fiscalía "fue a la carga" contra Navalni por su no comparecencia a citaciones judiciales en el período en el que el opositor se encontraba en coma en Alemania, luego de sobrevivir a un intento de envenenamiento en Siberia.
La sentencia, escandalosa para la UE, marca el que quizás sea el momento más difícil para Putin en su país desde las protestas por el fraude en las elecciones de 2011.
Navalni, con su valiente regreso a Rusia, tras el intento de asesinato y sabiendo que iba a ser detenido al pisar territorio ruso, insufló un gran vigor a la protesta contra Putin, ya que decenas de miles de ciudadanos se manifestaron por toda la extensa geografía del país, aún sabiendo que cada jornada de protesta se salda indefectiblemente con varios miles de personas detenidas, que en un régimen autoritario como el ruso, supone un alto costo.
El pasado fin de semana la policía, empleando pistolas eléctricas, detuvo a más de 5.100 manifestantes, que los observados consideraron tan valientes como el propio Navalni.
La reacción de la gente es un síntoma del creciente apoyo al líder encarcelado, quien luego de regresar a su país y aún estando detenido ensancha claramente sus bases geográfica y socialmente.
Un dato no menor y que destaca especialmente, es el relacionado con el gran incremento de las presencia femenina en las protestas, otro tema que también inquieta a Putin.
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