Por REDACCION
No hace falta realizar un análisis demasiado profundo sobre la realidad que está viviendo el turismo en sus diferentes sectores.
Desde los operadores hasta los destinos, vienen sufriendo una caída estrepitosa, que a esta altura es imposible precisar hasta dónde podrá llegar, al margen de algunas situaciones de reactivación que se observaron en algunos lugares.
La actividad, en la que se desenvuelven miles de personas, se vio afectada, por sobre todas las cosas por una pandemia que trajo aparejadas una serie de restricciones determinantes para el sector.
Desde marzo, cuando se decretó la primera cuarentena, se redujo de manera considerable la opción de comercializar paquetes, especialmente los que ofrecían, como todos los años, recorridos internacionales.
Las empresas mayoristas y las agencias, debieron cancelar, incluso, diferentes programas, que intentarán rearmarlos cuando se vuelva a la normalidad.
Hoy, cuando en nuestro país la temporada de verano está en pleno desarrollo, se pueden advertir determinados síntomas positivos en los programas que tienen como destinos a los tradicionales centros turísticos de nuestro país.
Recién en los últimos días se pudo ver una luz al final del túnel, cuando desde distintos organismos oficiales -léase gobernaciones o ministerios- brindaron mayores precisiones relacionadas con la política sanitaria.
El panorama, no obstante, es definitivamente complejo para una industria que siempre fue reconocida por el gran impacto que provoca en las economías regionales.
Centros turísticos por excelencia, se vieron obligados a respetar los protocolos, que son indispensables para recibir a los visitantes.
Argentina, en su extenso territorio, ofrece múltiples atractivos. En todas las regiones, la naturaleza es muy generosa y ese motivo es suficiente para convencer a quienes estén dispuestos a recorrer nuestra geografía.
Pero al margen de todo lo expuesto, deben tenerse en cuenta otros aspectos, también relevantes.
El principal es el relacionado con el costo de los paquetes, de acuerdo con el destino elegido. Se sabe que existen lugares en los que los valores son más elevados, particularmente en el sur argentino, pero de todos modos, estos números están lejos de los programas que se comercializan en moneda extranjera.
Vacacionar en la Costa Atlántica, en las serranías cordobesas o en el norte argentino, son muy buenas opciones para despuntar el vicio después del interminable aislamiento que debió padecer la gente.
Pero si la realidad es complicada en el turismo interno, ni hablar lo que puede llegar a suceder en el futuro con los viajes al exterior.
La cotización del dólar o del euro, recortó la ilusión de mucha gente que con mucho esfuerzo tenía previsto viajar al exterior.
Si a ese desfasaje se le agrega la posibilidad de comprar apenas un puñado de dólares, por disposición de la autoridad monetaria, el combo es tremendo.
El sector del turismo, que estuvo varios meses sin operar, volvió a realizar una nueva presentación, a través de su Cámara Argentina, para que el Gobierno extienda por seis meses mas el ATP, un aporte que es tan necesario como impostergable para el sector.
Mientras tanto, los costos fijos, en muchos casos, se vieron medianamente acotados ante la imposibilidad de funcionar durante un largo período, tanto en los casos de las empresas mayoristas como en los de las agencias.
Obviamente, que no es el único sector golpeado, pero está claro que es uno de los que vio reducir más considerablemente su volumen de facturación.
Con un agravante que nadie puede desconocer, por la incertidumbre sobre el momento en el que los motores puedan volver a funcionar en plenitud.
El turismo, si bien no es considerado esencial, es una alternativa que tiene una demanda importante y que es vital para la salud.
Viajar es una de las mejores inversiones y quienes pueden hacerlo de manera frecuente, puedan dar fe de ello.
Siempre es bueno disfrutar de esos momentos. Hay opciones para todos los presupuestos y no siempre es necesario tener un poder adquisitivo muy importante para vacacionar.
El hecho de compartir un fin de semana en familia o entre amigos, no solamente permite disfrutar de momentos imborrables y en la mayoría de los casos en un contacto directo con la naturaleza.
El descanso o el cambio de rutina, son necesarios, más en esta vorágine que cada día nos bombardea con nuevas preocupaciones y nos obliga a tomar decisiones, en algunos casos apresuradas, que no conducen a nada.
Por el bien de quienes han encontrado en el turismo un medio de vida, todos los que en alguna oportunidad tuvimos el privilegio de viajar, nos sumamos a la demanda que vienen planteando -y que renovaron en los últimos días- con legítimo derecho.
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