Por REDACCION
Desde que el Covid-19 fue declarado como pandemia por la Organización Mundial de la Salud, las reacciones no fueron las mismas en los países que se vieron afectados.
En un primer momento, en todo el mundo, la salud fue prioritaria. Todos los esfuerzos realizados en la materia, sin embargo, no fueron suficiente en la mayoría de los casos, porque el coronavirus no pudo detenerse.
Las víctimas fatales y los contagios, que se multiplicaron por cientos durante un tiempo, poco después pasaron a contabilizarse por miles, no solamente en las primeras naciones castigadas, sino que además se fueron sumando otras.
Italia y España, en ese orden, apartaron inicialmente cifras desalentadores, pero más tarde sucedió lo mismo con otras naciones europeas, como Francia, Gran Bretaña o Alemania, por citar unos pocos ejemplos.
Hasta que llegó el turno de Estados Unidos, que sacudió al mundo entero por su enorme cantidad de muertos y de infectados.
Hasta entonces, la economía, salvo para los analistas, no era un tema demasiado preocupante. O al menos, no estaba a la altura del sanitario.
Pero fue suficiente que se paralicen definitivamente todas las actividades para que se enciendan todas las luces rojas, al caer verticalmente la producción.
Argentina tuvo la lucidez de poner en marcha todos los protocolos antes que otros países, en términos reales, para que en la parte sanitaria el resultado provisorio hoy pueda calificarse de satisfactorio.
No obstante, la pérdida de vidas siempre es un dato preocupante y en la medida que puedan evitarse, el balance será más favorable.
En ese sentido, los funcionarios alertaron que las medidas que se tomaron, más la responsabilidad de quienes las respetaron, minimizaron las consecuencias.
Pero de manera progresiva, se fue instalando la "otra pandemia" en la sociedad. Y es a partir de ese momento, que en varios países las flexibilizaciones que se empezaron a reclamar, casi desesperadamente, se fueron aplicando.
Luego de haberse autorizado a los trabajadores de áreas consideradas esenciales al disponerse la primera cuarentena, otros sectores empezaron a reclamar las mismas posibilidades.
Ocurrió en el mundo y también en nuestro país. La maquinaria económica, en caso de no funcionar, es imposible que genere ingresos a los que viven de un ingreso digno, producto de sus labores específicas.
Desde el gobierno de Alberto Fernández, que siempre escuchó los consejos de sus asesores en un tema extremadamente sensible como el de la salud, fueron liberándose otras actividades.
No fueron suficientes, teniendo en cuenta las necesidades perentorias de ciertos sectores, que siguen relegados en la consideración del Gobierno.
Aquellos que esperan la autorización para recuperar de manera progresiva una facturación que difícilmente podrá recuperarse en el mediano plazo, son hoy, sin duda, los que se ven más golpeados económicamente.
Las asistencias que ofrece el Estado son un paliativo, que es bien recibido por algunas empresas y comercios, no alcanza para atender los compromisos de mayor urgencia.
Los pagos de salarios, los impuestos y servicios, más los gastos que demanda el funcionamiento de cualquier emprendimiento, por pequeño que sea, necesitan otro tipo de respuestas.
Desde esta semana, algunos comercios pudieron abrir sus puertas, en horarios acotados y con una clientela notoriamente reducida, si se toma como referencia los movimientos que ya se habían resentido, incluso antes de la pandemia.
Por estas horas se menciona con insistencia que habrá una nueva extensión de la cuarentena, que podría darse hasta el 24 de mayo.
Desde lo sanitario, la medida es irreprochable, esencialmente para aquellas personas que están incluidas en el grupo de riesgo, en particular los mayores.
Claro que no son los únicos que merecen un cuidado especial. Hay otros sectores, como el de los más pequeños, que también merecen una atención similar.
En definitiva, podría abarcar a otros grupos, que se exponen, pero están en la primera fila, luchando por brindarle una protección a quienes la necesitan.
Hacemos concreta mención al personal de la salud, que arriesga su vida para salvar a las de los demás, como ha ocurrido históricamente en este tipo de circunstancias.
Claro que no son los únicos que están comprendidos en ese segmento. No se pueden desconocer las tareas de los integrantes de los distintos organismos de seguridad, como tampoco las de todas aquellas personas que se sacrifican cada día para contribuir al orden y a la limpieza de una comunidad.
La salud y la economía, en definitiva, son dos temas que reclaman una especial atención de quienes tienen la responsabilidad de atender las necesidades del pueblo.
Que hay prioridades. Por supuesto que siempre existen y deben establecer, pero siempre atendiendo a los diferentes sectores.
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