Por REDACCION
La diplomacia de un país se encarga de establecer los modos de relacionamiento con los demás Estados, desde el alineamiento político ante un eventual conflicto bélico en algún punto del planeta o la inserción en la economía mundial con la pertenencia a un bloque, como el Mercosur, la Alianza del Pacífico o la Unión Europea. El análisis sobre el perfil que adquiere la política exterior no forma parte de la primera agenda pública sino que suele postergarse detrás de los problemas económicos y sociales o los debates legislativos.
Así las cosas, el canciller de la Argentina Jorge Faurie sostuvo esta semana que el país "volvió a insertarse en la economía" global, aunque aseguró que aún "tiene que vincularse mucho más al mundo" y "estar atento a las tendencias" en el comercio internacional. Para el ministro de Relaciones Exteriores, antes de la llegada de Cambiemos al gobierno la Argentina se encontraba en una situación de "aislamiento" y eso "se tradujo también en muchísimos mercados que se han perdido".
Al exponer frente a empresarios y embajadores de diferentes naciones en la reunión semanal que realiza el Rotary Club de Buenos Aires en el hotel Sheraton Libertador, resaltó que la presidencia argentina del G20 "da la pauta de la recepción que el mundo le ha dado" al gobierno del presidente Mauricio Macri y permite que la Argentina sea "partícipe de una mesa de discusión" en la que se toman decisiones.
El canciller Faurie también consignó que "hay capacidad" para llegar a un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), aunque reconoció que para que eso suceda se necesita mayor "flexibilidad" por parte de la región. Así, ratificó el proceso de diálogo entre ambos bloques para sentar las bases de un acuerdo comercial que irá a contramano de lo que parece haberse instalado en el escenario diplomático internacional: la rediscusión de convenios básicos que sustentan la libertad de mercado y de negocios entre las distintas nacionales.
Sin duda, Estados Unidos con su fuerte predominio de la escena marca el camino decidiendo aplicar en forma unilateral aumentos a los aranceles de determinados productos que importa, lo que disparó conflictos diplomáticos con la UE, China y Canadá entre otros actores. Pero todavía resuena el eco de la decisión de los británicos a favor del brexit, esto es abandonar la Unión Europea.
El reporte mensual de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, denominado Plan Fénix, se enfocó este mes en la política exterior argentina y las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea. Y lo hizo con un tono ácido, sin esconder un diagnóstico crítico. En este sentido, considera que la política exterior argentina parece orientada por preconceptos que ya rigieron en los años ´90, y que a pesar de su probada incapacidad para mejorar el status internacional de nuestro país, vuelven a ser utilizados por la actual administración.
Según este análisis, en la Cancillería parece ignorarse la existencia de dos elementos económicos centrales. El primero es la falta de resolución de la crisis financiera de 2008, que provocó una caída en la demanda global de Estados, empresas y particulares fundamentalmente en occidente, cuya dinámica no se ha recuperado porque no se ha resuelto el problema del elevado endeudamiento general que inmoviliza la demanda. El segundo hace referencia a las presiones proteccionistas y el unilateralismo que a partir de esa realidad surgen precisamente en las áreas que prioriza la administración macrista para establecer vínculos comerciales más estrechos.
Completa este abordaje crítico al puntualizar que tal vez se busca lograr una inserción comercial “a la chilena”, basada en la exportación de bienes y servicios de un conjunto de actividades con bajo valor agregado (agro, pesca, minería, hidrocarburos, madera, turismo), mientras se resignan las actividades portadoras de cambio productivo y tecnológico, y creadoras de empleo calificado, en aras del libre comercio y la integración pasiva al orden global.
Más adelante, expresa que dentro de esa estrategia sesgada se buscan aceleradamente acuerdos para el ingreso a la OCDE y un Tratado de comercio e inversiones entre el Mercosur y la Unión Europea. Y llamativamente se emplea al Mercosur cuando sus países integrantes no parecen haber hecho el esfuerzo suficiente para consolidarlo en los últimos años.
Al respecto, el reporte plantea la preocupación por los términos de la negociación Mercosur y UE -que avanza casi en un marco de secretismo- y la manera en que se contemplan las fuertes asimetrías de capacidades productivas, financieras y tecnológicas. En este escenario, se percibe que la UE no está dispuesta a ceder nada significativo que afecte su entramado social y productivo mientras el Mercosur se muestra urgido de cerrar el acuerdo pese a las desventajas.
Por último, desde una visión ideológica, el estudio del Plan Fénix alerta de que el acuerdo entre los bloques no es más que un proyecto que condiciona la soberanía nacional a partir de la destrucción de capacidades productivas y tecnológicas.
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