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Editorial Domingo 18 de Noviembre de 2018

La política desindustrial

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REDACCION

Por REDACCION

Tiempos difíciles para la Argentina sin duda con una crisis profunda que comenzó en el mercado cambiario y se extendió a todos los sectores obligando a recalcular desde estimaciones hasta la administración del dinero, es decir todos tienen que ajustar, el gobierno, las empresas, los comercios, los profesionales, los cuentapropistas, las organizaciones de la sociedad civil y, por supuesto, las familias. "La plata no alcanza" es la frase de moda en plena recesión que se extenderá quien sabe hasta cuándo más allá de las proyecciones optimistas de los funcionarios del Gobierno nacional o las alarmistas de los pesimistas. Claro que el 2019 es electoral y por tanto cada declaración de un oficialista o de un opositor no está despojada de sus propios intereses y de esa innata condición de la política que resume una frase de la filosofía popular y de la universidad de la calle: llevar agua para su molino propio. 

Ahora bien, el Gobierno nacional el panorama en la industria empeora a medida que avanza la crisis: la utilización de la capacidad instalada alcanzó en septiembre un promedio del 61,1% y retrocedió 7,8 puntos porcentuales respecto del nivel que tenía en el mismo mes del 2017, informó el INDEC. El indicador que difundió el organismo es el segundo más bajo del año y descendió 1,9 puntos porcentuales respecto de agosto último. 

En la comparación interanual la industria textil es la que más bajó su capacidad productiva y cayó un 28,1% puntos porcentuales, debido a la menor actividad en la fabricación de hilados de algodón, tejidos planos y de punto. 

En esta compleja coyuntura, la empresa Tileye, una fábrica de ropa interior ubicada en Catamarca, decidió esta semana cerrar sus puertas y 50 operarios fueron despedidos, confirmaron desde la compañía. El cierre de la compañía se produce en medio de una fuerte crisis en el sector textil que ya provocó la clausura de otras firmas como Alpargatas, Calzados Catamarca y Yerciplast.

En el caso de la empresa de capitales brasileños Alpargatas anunció el cierre de sus plantas en las provincias de Catamarca, La Pampa y Chaco, una decisión que dejó sin empleo en total a 332 personas. Pero además despidió a más de cien trabajadores de otras plantas que aún le quedan operativas en el país, entre ellas en Corrientes y en Florencio Varela. Uno de los problemas de esta compañía, que fabricaba la marca deportiva Topper -la vendió hace dos meses a un empresario brasileño- tiene que ver con la caída en la venta de calzado por la crisis y las importaciones. 

En este sentido, los datos reflejan que la importación de calzados creció un 45% en los últimos dos años, pero el sector más afectado fue el deportivo, ya que el ingreso de productos terminados o semi-terminados desde Brasil aumentó un 116% en ese período, según un informe privado.

En la Argentina, existen alrededor de 1.500 empresas dedicadas al calzado y emplean a unas 65 mil personas que atraviesan una crítica situación por la caída del consumo y la suba de importaciones. En los últimos días, la crisis se reflejó en conflictos desatados en empresas de renombre en el sector: Paquetá de Chivilcoy; Dass, Gaelle y Alpargatas, con pérdidas de 2100 fuentes laborales.

Según un informe de Proyecto Económico, equipo técnico liderado por la economista y diputada Fernanda Vallejos, la importación indiscriminada de calzados creció un 46% en 24 meses, "poniendo altamente en riesgo las fuentes de trabajo en este sector de la industria textil".

El equipo de especialistas económicos destacó que la "utilización de la capacidad instalada de la industria textil y calzado se redujo del 71% en agosto de 2015 al 53,4% en el mismo mes de 2018". A la vez, advirtió que "las principales marcas han optado por cerrar indiscriminadamente su producción local para importar mercadería terminada sin ningún tipo de restricciones por parte del Gobierno". Resaltó que "los efectos recesivos de la depreciación de la moneda de casi 100%, la suba de la tasa de interés del 26% al 68% y el fuerte ajuste del gasto público generó un problema de empleo y de ingresos". Asimismo, subrayó que, en el marco de una pérdida salarial de entre el 10 al 20 por ciento, el calzado "uno de los bienes que suelen ser dejados de lado en pos de otros más elementales". 

A todo esto, los despidos y suspensiones crecieron 88% en los primeros diez meses del año respecto del mismo período de 2017, indicó un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Del total, 36.292 corresponden a despidos, 6.624 a desvinculaciones por cierre de empresas o plantas, 1.644 a retiros voluntarios, y 14.544 a suspensiones, junto con 865 casos de adelanto de vacaciones. Según el informe, la industria "protagoniza el proceso de despidos y suspensiones" en 2018 al subrayar que entre enero y octubre el promedio fue de 3.348 casos mensuales.

Ante este poco alentador contexto, el Gobierno no tiene reacción. 














 

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