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Editorial Jueves 18 de Junio de 2020

La Ley y el Orden

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REDACCION

Por REDACCION

Una de las series más exitosas en la historia de la televisión estadounidense es La Ley y el Orden.

Decimos es, porque en el pasado mes de febrero, se renovó para que pueda seguir al aire durante otras tres temporadas, luego de las 21 que atrapó no solamente a los televidentes norteamericanos, sino de varios países del mundo.

Fueron, a lo largo de esa primera etapa, nada menos que 478 capítulos, en todos los casos, ambientados en la ciudad de Nueva York.

Hoy está de regreso en un momento donde han recrudecido las manifestaciones en los Estados Unidos, luego del asesinato del afroamericano George Floyd, a manos de un policía blanco.

Las ciudades más importantes del país, en especial Nueva York, Los Angeles y la capital Washington, fueron escenario de masivas protestas, las que pocos días más tarde se trasladaron a Londres y otras capitales europeas.

Los participantes de las marchas intentaron hacer justicia por mano propia y las acciones perpetradas contra móviles policiales, que fueron incendiados, han provocado la reacción del presidente Donald Trump.

El cuestionado jefe de Estado ordenó controlar las movilizaciones y para que la medida pueda ser efectiva, decidió enviar a las fuerzas de seguridad a los diferentes focos de una creciente rebelión popular.

No fue una tarea sencilla para los uniformados, que fueron resistidos por los grupos más exaltados, pero finalmente se lograron apaciguar los ánimos.

En un país que se jacta de ser un ejemplo de democracia para el mundo entero, los problemas raciales parecen no haber sido plenamente erradicados, porque hechos como el referido se dan con llamativa y preocupante frecuencia.

La gente, de alguna manera, se puede manifestar, pero no con la libertad que se pregona desde la Casa Blanca, como se pudo observar en los últimos días.

Un nuevo hecho, con similar desenlace, pero con distintas características, se registró en un momento de extrema sensibilidad, cuando otro hombre de color fue ajusticiado por un policía, que le disparó tras haber cometido un delito y de ofrecer resistencia.

Esta nueva muerte, evitable como la anterior, sin embargo, tuvo los atenuantes mencionados, por lo que no se generaron las mismas olas de protestas que sí había provocado el asesinato de Floyd.

Cuestionado por no otorgarle la importancia que requería la propagación del coronavirus, Trump sigue estando en el ojo de la tormenta. Y el hecho de tratarse de un año electoral, es aprovechado por sus contendientes para arremeter contra su figura.

Mientras tanto, la ley y el orden, están muy lejos de aplicarse en situaciones tan delicadas como las que nos ocupan.

Los conflictos se renuevan a diario para el Presidente de la nación más poderosa y nada puede detenerlos en este tiempo de pandemia y de problemas raciales.

Poco le importa al hombre de la Casa Blanca, que asume nuevos desafíos y se planta con firmeza ante los reclamos de los gobernadores de los Estados más representativos, que no encuentran respuestas del mandatario al plantearles temas que requieren de soluciones inmediatas.

Por si fuesen pocas esas dificultades, existe otra que da la sensación de no quitarle el sueño a Trump y es la económica.

Mientras las decenas de millones de personas que se quedaron sin trabajo como consecuencia de la crisis desatada por la pandemia, insiste que la recuperación será espectacular durante el año próximo.

Desde lo financiero, está claro que el país ya ha logrado recuperarse luego de la depresión y de las dos guerras mundiales que lo tuvieron como protagonista.

Estados Unidos tiene capacidad de reacción y los medios suficientes como para hacerlo, pero no será una tarea fácil, aunque Trump intente convencer en sus mensajes a un pueblo que lo apoya y critica por igual.

"Lo peor ya quedó atrás", dijo hace algunos días, cuando empezaron a ceder los números de las víctimas fatales y de los contagios por el devastador "virus chino", como lo definió en más de una oportunidad.

Por estos días, las cifras, en buena medida, la dan la razón, pero desde todos los sectores, incluso sus asesores más cercanos, le sugieren a diario "no bajar la guardia" ante un eventual rebrote de la pandemia.

Trump, en ese tema, ya no se expresa con la misma soberbia de hace tres meses, porque el país que él gobierna encabeza las tristes estadísticas de fallecidos e infectados.

Los analistas se preguntan si habrá tomado conciencia de la dramática situación que vive la nación desde que desembarcó el coronavirus o es simplemente una estrategia que apunta a la reelección a partir de una serie de declaraciones que fueron más moderadas, pese a su ruptura con la Organización Mundial de la Salud.

Es cuestión de aplicar la ley y el orden. Así de simple.

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