Por REDACCION
Dos enfoques diametralmente opuestos contrastan en lo que representa la producción del tabaco. Por un lado, como principal insumo de la industria del cigarrillo constituye un problema para la salud pública en tiempos donde se procura reducir la cantidad de personas que fuman, pero por el otro representa una oportunidad de desarrollo para distintas regiones del país de la que dependen miles de puestos de trabajo tanto en el sector primario como en las fábricas.
En los últimos años las compañías globales de cigarrillos se encontraron con restricciones por parte de los distintos estados, desde la aplicación de un mayor componente impositivo hasta la imposibilidad de efectuar publicidad para promover el consumo. También han debido incorporar a las cajas mensajes en los que deben alertar a los consumidores que el fumar es perjudicial para la salud y puede provocar cáncer, entre otras enfermedades.
En este escenario, el Protocolo internacional para la eliminación del comercio ilícito de productos de tabaco entró en vigor el martes, un tratado que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera "fundamental para un mundo sin tabaco". Este tratado, que busca armonizar la lucha contra el contrabando de cigarrillos y otros productos del tabaco, que representa 10% del mercado mundial de este sector, fue aprobado en 2012 tras varios años de negociación.
Por caso, el Ministerio de Seguridad de la Nación informó ayer mismo que Gendarmería Nacional lograron secuestrar mercadería de contrabando: 411.600 pesos en cigarrillos extranjeros sin la documentación necesaria que respalde su ingreso legal al país. Como se observa, la problemática es actual y ocurre también en la Argentina.
Con la ratificación en junio por parte de Reino Unido, se alcanzó la cifra de 40 países necesaria para que el texto entre en vigor, 90 días después de la última ratificación, según las reglas de la OMS. En junio, el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, había declarado en Twitter que este"es un día histórico en la lucha contra el tabaco", y calificó su entrada en vigor "una etapa fundamental para un mundo sin tabaco".
Con el fin de controlar los flujos de tabaco y evitar que la falsificación de productos fabricados legalmente sea una fuente de ingresos del comercio ilícito, el protocolo prevé un sistema global de seguimiento y trazabilidad para los productos del tabaco a través de un sistema de etiquetado.
Los Estados tienen la obligación de cooperar para lograr el objetivo. "Alrededor de uno de cada 10 cigarros fumados en el mundo proceden del contrabando y un tercio de las exportaciones de productos del tabaco termina en el comercio ilícito", declaró a la AFP Vera Luiza da Costa e Silva, jefa de la Secretaría del Convenio de la OMS para la lucha contra el tabaco, la FCTC. "Los productos del tabaco procedentes del comercio ilícito se venden a precios más asequibles, son más accesibles, sobre todo para los jóvenes y las poblaciones socioeconómicas desfavorecidas y por supuesto aumentan el consumo", destacó Da Costa e Silva.
Además, estos productos "no disponen de advertencias sanitarias", apuntó, y señaló que el comercio ilícito está estrechamente vinculado a "grupos criminales internacionales y al terrorismo". Para los expertos es difícil cuantificar el alcance de este contrabando. Según el gabinete Euromonitor International, el tabaco genera un volumen de negocios anual de casi 700.000 millones de dólares, en los que se incluye la parte correspondiente al comercio ilícito.
De acuerdo con la OMS, el comercio ilícito de los productos del tabaco cuesta a los Estados al menos 31.000 millones de dólares anuales en impuestos no ingresados. El Protocolo incluye medidas referidas a la prevención del comercio ilícito, la promoción de medidas de detección y de represión, y la constitución de la base jurídica para la cooperación internacional.
Asimismo, busca garantizar la cadena logística de los productos del tabaco a través de la entrega de licencias y el mantenimiento de registros, y exige la instauración, en un plazo de cinco años, de un régimen mundial de seguimiento y trazabilidad que permitirá a los gobiernos seguir eficazmente los productos del tabaco del lugar de producción hasta el primer punto de venta.
Da Costa e Silva insiste también en la importancia de vigilar y combatir las tácticas de la industria del tabaco, que en los últimos años colaboró con Interpol. "La industria del tabaco no conoce ningún límite cuando intenta presionar a los gobiernos o los científicos, cuando se trata de establecer grupos-pantalla" que en realidad trabajan para la industria del tabaco, señala.
A pesar de todo, teme que los fabricantes del tabaco intenten infiltrarse e influir la próxima reunión de miembros de la FCTC, que se celebrará en Ginebra durante la primera semana de octubre, así como en la primera reunión de miembros del nuevo protocolo, una semana después. Hay mucho dinero en juego y por tanto "vale todo".
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