Por REDACCION
Las heridas en el tejido social no son fáciles de curar en ningún país, pese a los esfuerzos de las Naciones Unidas por avanzar en la defensa de los derechos de los ciudadanos para garantizar la igualdad. Estados Unidos nuevamente es noticia por el estallido social que se replica en decenas de ciudades luego de que un tribunal decidió liberar a un policía blanco que mató a un joven negro desarmado en la ciudad de Ferguson, un suburbio de Saint Louis en el que viven unas 21 mil personas.
Inmediatamente los fantasmas de un pasado no tan lejano donde imperaba el racismo y la impunidad volvieron para poner en riesgo la paz social de uno de los países que ejerce el liderazgo global. El aumento de la tensión racial derivó en movilizaciones masivas que en algunos casos terminaron en forma violenta, con rotura de locales comerciales, vehículos y represión policial.
En las protestas, los manifestantes reclamaron justicia tras la decisión de un gran jurado de no imputar al policía blanco Darren Wilson, quien mató al joven estudiante de color negro Michael Brown (18 años), en un polémico caso ocurrido el pasado 9 de agosto en la ciudad de Ferguson, en el estado de Misuri. El jurado señaló que no había pruebas suficientes para procesar
a Wilson, de 28 años, quien disparó contra
Brown tras un altercado con el joven a quien consideró sospechoso
de un robo de cigarrillos ocurrido poco antes.
El episodio que desencadenó la muerte de Brown ocurrió el 9 de
agosto, pocos minutos después de la denuncia del robo a un pequeño comercio. Wilson, que hacía un recorrido habitual en su
patrulla, consideró sospechoso a Brown, que caminaba con un amigo
por la mitad de la calle, y atravesó su auto para obligarlos a
detenerse.
Desde el auto, el policía hizo los primeros dos disparos, y
luego bajó para perseguir a Brown, que siguió de largo. El policía
hizo entonces otros diez disparos que provocaron la muerte del joven.
A lo largo y ancho de Estados Unidos se repitieron las
manifestaciones. Indignadas, miles de personas salieron a las
calles en Nueva York, Washington y otros grandes centros urbanos en repudio a un fallo que
consideran alienta el racismo y hace caso omiso del uso
discriminatorio de la fuerza que hacen policías contra miembros de
las minorías.
Moderado, el presidente Barack Obama, quien en varias ocasiones reiteró sus llamados a la calma, admitió que el problema va mucho más allá de lo que sucedió en Ferguson. "Existe una profunda desconfianza entre las fuerzas del orden y las comunidades de color en demasiadas regiones", reconoció.
En este renovado debate que desató la muerte del joven Brown en Estados Unidos, la Oficina de Estadísticas Judiciales identificó que en ese país se registraron 2.931 asesinatos "vinculados a arrestos" entre 2003 y 2009, en casi todos los casos con víctimas hombres, la mitad de ellos con entre 25 y 44 años. Además, señaló que los negros representaron el 32% de estas víctimas a pesar de que solamente constituyen el 13% de la población total del país.
En esta nueva discusión se exige un mayor sinceramiento. Y por eso ahora se reconoce que un hombre negro en Estados Unidos está obligado a aprender a usar palabras y gestos para evitar que se produzca un malentendido fatal: manos en el aire, decir "sí, señor", "no, señor", lo que es racismo en estado puro. El prejuicio sobre la raza se mantiene en muchas ciudades norteamericanas.
Los analistas indicaron que resulta raro que las protestas por una causa se disparen en tantas
ciudades en forma simultánea en Estados Unidos. Por eso mismo, este caso demuestra la
profundidad del trauma provocado por la muerte de Brown mientras los ciudadanos creen que nada cambiará. Al caso de Brown se suma la indignación popular por la muerte de un
niño negro de 12 años cuando manipulaba un arma de juguete en la ciudad de Cleveland, razón por la cual un policía le disparó y lo asesinó.
Es difícil la convivencia cuando la discriminación y el racismo están semiocultos dispuestos a encender el fuego en el seno de la sociedad ante la más mínima chispa. La confesión de un hombre de color es contundente: indicó que dedicó grandes esfuerzos
para enseñarle a su hijo de 25 años cómo comportarse con la
policía para "que no se haga matar".
Figuras del espectáculo y del deporte estadounidense fijaron su posición, crítica, ante un caso que alcanza los cimientos mismos de la nación. "El sistema permite matar a los jóvenes negros bajo la máscara de la ley", dijo Kobe Bryant, el astro del baloncesto de los Lakers de Los Angeles.
En este escenario en el que parecieron resurgir las diferencias, una comisión del Senado organizará una audiencia sobre la situación de los derechos cívicos en Estados Unidos el 9 de diciembre. Definitivamente la historia de un país dividido por las tensiones raciales se repite.
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