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Editorial Lunes 8 de Mayo de 2017

La hambruna

Yemen es hoy el país más castigado por la hambruna. Muere un niño cada 10 minutos.

REDACCION

Por REDACCION

Yemen, república africana, surgió como país en 1990 tras la unificación de la República Arabe Yemen (Yemen del Norte) y la República Popular Democrática de Yemen (Yemen del Sur). El primero de los referidos alcanzó su independencia en 1918 con la partición del Imperio otomano, mientras que los británicos mantuvieron el control en el sur del país hasta 1967, cuando nació Yemen del Sur. Los dos países se unificaron formalmente luego. Un movimiento secesionista en el sur fue rápidamente disipado en una breve guerra civil en 1994. En 2000, Yemen y Arabia Saudita acordaron la delimitación definitiva de sus fronteras.

Repasados estos breves antecedentes, ahora a la realidad, pues está focalizada allí una de las hambrunas más profundas del planeta, con una crisis humanitaria que puede ser descripta con absoluta elocuencia diciendo que cada 10 minutos muere un niño menor de 5 años, por causas que podrían ser sencillamente evitables, ya que todas las enfermedades derivan de la total desnutrición y falta de atención en la salud. Donde además de la gran pobreza, el país está azotado por un intenso conflicto entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes chiitas de la tribu huti, situación agravada además por la intervención de una coalición sunita liderada por Riad, capital de Arabia Saudita, que hasta hace poco llevó a cabo destructores bombardeos aéreos.

Cuando se dan esta clase de catástrofes los más pequeños resultan las víctimas más vulnerables, y eso es precisamente lo que está sucediendo. Yemen cuenta con 22 provincias y al menos 15 de ellas están atravesando en profundidad esta gravísima situación, la cual fue descripta con total claridad por el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, al abrir la conferencia internacional de donantes para Yemen, que tuvo lugar en la ciudad suiza de Ginebra, reuniéndose una colecta de 1.100 millones de dólares, cantidad apreciable pero insuficiente.

Además de los que fallecen, los chicos que logran sobrevivir se verá afectados el resto de sus vidas por impedimentos y condiciones de salud sumamente precarias, por lo que integran una generación prácticamente perdida.

De acuerdo a revelaciones del Comité Internacional de la Cruz Roja hay medio millón de niños que sufren desnutrición severa, y que el hambre en todo el país es un altísimo peligro en medio de un conflicto que provocó decenas de miles de asesinatos y heridos, que casi no son atendidos debido a la falta de recursos.

Más del 60% de la población yemenita, unos 17 millones, tienen serias dificultades para alimentarse, dependiendo casi exclusivamente de la ayuda humanitaria, que por ahora llega en cuentagotas, confiándose que ahora, luego de la convocatoria en Ginebra pueda mejorarse esta distribución, aunque se necesitan al menos 2.100 millones de dólares y hasta ahora solo se habían reunido 1.100 millones. Y pensar que el mundo destina gran parte de sus recursos a los gastos armamentistas, que sólo provocan destrucción y muerte, cuando en cambio para la vida el dinero nunca alcanza.

Yemen es hoy el foco central del hambre en el mundo, aunque no exclusivo, pues hay 925 millones de personas que sufren hambre, en distintos niveles, muchos de ellos en el extremo de las necesidades, especialmente en países africanos, donde la pobreza es siempre muy profunda, escasean los recursos, la ayuda llega poco y los conflictos armados, tribales y étnicos, agravan a condiciones realmente extremas cualquier posibilidad de solución, en muchos casos, hasta anula los intentos de ayuda. Como sucede justamente en algunos puntos, Yemen entre ellos, donde vehículos con alimentos y medicamentos fueron impedidos de avanzar por fuerzas rebeldes, e incluso algunos de ellos atacados.

Las tasas más altas de malnutrición aguda se encuentran en varias zonas, que comprenden por si solas casi la cuarta parte de la población del país. En algunas de sus ciudades como Taiz llegan tan sólo al 17%, a escasos dos puntos de diferencia con el umbral de emergencia fijado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y como siempre ocurre en estos casos, los chicos son los más perjudicados.




 

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