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Editorial Viernes 25 de Mayo de 2012

La gesta de Mayo

A 2002 años de la Revolución de Mayo, rindamos homenaje a sus protagonistas, sostenidos en la defensa de la libertad.

Redacción

Por Redacción

Este 25 de Mayo que hoy celebramos, con profundo fervor y sentido patriótico, es más que nada rendir homenaje a todos quienes fueron protagonistas de la gesta revolucionaria de 1810, que no permitió la emancipación de la corona española. Un verdadero hito del cual han transcurrido ya más de dos siglos, constituyéndose realmente fundamental en la conformación como país, libre y soberano. Pero más allá de lo mencionado, el más profundo sentido que tiene esta fecha es el de la libertad, la cual hoy, a 202 años de distancia, debe ser más que nunca valorada.

Es trascendente entonces, recordar cómo actuaron y más que nada cómo pensaron los patriotas de mayo, como así también lo mucho que queda todavía por hacer, demandando esfuerzos, y por sobre todas las cosas, actitudes dignas y comprometidas.

En esos primeros años del siglo XIX, siendo aún una colonia de España, lo que nos imponía grandes restricciones, comenzó a gestarse el pensamiento liberador, siendo un acontecimiento crucial para la consolidación de ese pensamiento las invasiones inglesas -decididas ante el debilitamiento de la corona de España-, que fueron derrotadas por los criollos, quienes una vez cumplida esa proeza designaron al general Liniers en reemplazo del virrey Sobremonte, hasta que en 1808 Francia invadió a España, lo cual decidió el reemplazo de Liniers por Cisneros, designado virrey.

Estos sucesos, con reiterados cambios al compás de los acontecimientos políticos que se vivían en Europa, fueron afianzando el movimiento liberador sostenido por los criollos, quienes en 1810 presionaron a Cisneros, quien no tuvo otra alternativa que convocar a un Cabildo Abierto, sesionando el 22 de mayo. De allí es más los hechos se sucedieron vertiginosamente, ya que el 24 el virrey fue reemplazado por una Junta, aunque esa determinación de ninguna manera satisfizo al pueblo ya que al frente de la misma continuaba Cisneros.

Ese aceleramiento de los acontecimientos, con mayor presión aún por el descontento popular, hizo que un importante grupo de ciudadanos, quienes contaban con el respaldo del Regimiento de Patricios, consiguiera que el 25 de Mayo se designara la Primera Junta de Gobierno.

Así fue creado el primer gobierno nacional, con una Junta integrada en su mayoría por criollos, fijando ese 25 de Mayo como una marca indeleble en la historia argentina, una celebración cuya esencia es rendir homenaje a la lucha por la libertad.

Una lucha que aún no está definida del todo, pues si bien existió emancipación y soberanía, aún quedaron muchos objetivos incumplidos de los que seguramente se había fijado esa legión de patriotas, como así también de todo un pueblo que hizo pesar presencia con una participación decidida, enérgica, sin renunciamientos, en la cual prevaleció el bienestar común, el futuro compartido, por sobre aquellos intereses minúsculos como suelen ser los personales.

Fueron muchos los que dejaron su vida en el camino en esta lucha por la libertad, a quienes hoy es oportuno recordarlos, aún dentro de un anonimato que los hace aún más grandes, más solidarios y generosos.

Que sea entonces este 25 de Mayo, una de las instancias patrias más representativas de la historia nacional, un momento propicio para la reflexión, para la serenidad y esencialmente para la tranquilidad de ánimo y espíritu que a veces imponen las circunstancias.

Muchos, seguramente demasiados, han sido los conflictos en que nos hemos visto inmersos los argentinos desde entonces, incluso varios irresueltos, por lo cual estas fechas que nos retrotraen a tiempos pasados y se entremezclan con el presente, deben ser motivadoras de una reflexión profunda y medular, que nos sirva para que de una vez por todas se logre la tan necesaria conciliación. Para que aún dentro de las diferencias, se imponga el espíritu de unidad que se requiere en los grandes temas nacionales, esos que servirán para el afianzamiento de nuestro futuro, seguramente de grandeza y buenaventura, dentro de esas condiciones.

Que este acontecimiento patrio, de un aniversario del nacimiento de nuestra libertad, sea entonces tomado de esa manera, como punto de partida hacia la definitiva proyección nacional, con los colores celeste y blanco de la bandera, pero sostenidos por el espíritu de grandeza que demostraron los hombres que protagonizaron la Revolución de Mayo.

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