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Editorial Viernes 5 de Febrero de 2021

La falta de compromiso

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REDACCION

Por REDACCION

Los incumplimientos de las farmacéuticas en el suministro de vacunas contra el COVID-19 generaron una grave crisis en el mundo entero y en particular en la Unión Europea.

A las dificultades de Pfizer para asegurar la producción se le sumó el anuncio de AstraZeneca, que pretende reducir en más del 60% la cantidad de vacunas que iba a entregar durante el primer trimestre.

El acuerdo firmado en agosto por los países miembros de la UE prevé la compra de al menos 300 millones de dosis, con opción para otros 100 millones.

Muchas naciones europeas confiaban en poder darle un gran impulso a la inmunización este mes gracias a esa vacuna, que es mucho más económica y también más sencilla de administrar que las de Pfizer y Moderna, pues no exige ultracongelación.

Lo ocurrido es de una gravedad extrema, no solo porque del cumplimiento de los contratos depende la vida de cientos de miles de personas y la recuperación económica de Europa, sino porque el fracaso del plan de vacunaciones desataría una crisis de confianza en las instituciones europeas difícilmente reparable.

Esta situación despierta varias consideraciones. En cuanto a las compañías, resulta imprescindible el máximo nivel de transparencia en un asunto en el que hay tantas vidas en juego

Hoy, la decisión de exigir una notificación previa sobre todas las exportaciones de las vacunas que salgan del continente apuntan a que la Comisión Europea sospecha que el incumplimiento podría estar motivado por el desvío de una parte de la producción a otros compradores.

Obviamente, la compañía lo niega, pero además recuerda que su producto se vende prácticamente a costo de elaboración y asegura que el fallo reside en problemas imprevisibles en la capacidad de producción.

La empresa, no obstante, sostiene estar obligada a dar preferencia al Reino Unido en el suministro de las vacunas que se fabrican en ese país, porque su contrato es previo, además de señalar que el acuerdo con la UE "solamente le exige hacer el mejor esfuerzo para garantizar el suministro".

Luego del Brexit, recién ocurrido, esta cuestión es un material políticamente inflamable, ya que dada la gravedad de la situación, las empresas deben estar obligadas a dar explicaciones con el más alto estándar de transparencia en ese tema sensible como ningún otro en este tiempo de pandemia.

Pero también debe señalarse, en un segundo orden de reflexión, el conjunto de la situación, en la que se cuestiona la actuación de la UE. El incumplimiento compromete el objetivo de tener el 70% de la población vacunada antes de iniciarse el próximo verano en el hemisferio norte.

A esa dificultad debe agregársela un inicio de campaña decepcionante, teniendo en cuenta que en Europa apenas se vacunó al 2% de la población, frente al 7% de Estados Unidos, el 10% del Reino Unido o el 44% de Israel, que encabeza las estadísticas a nivel mundial.

Está claro que el problema que se comenta, provocará en el mediano plazo un enorme daño reputacional que la UE sufriría ante su ciudadanía en caso de quedar sustancialmente rezagada en un momento clave, donde todos los números -contagios y fallecimientos- son alarmantes.

La compra centralizada de vacunas se constituyó en un gran avance, y evitó que Europa se deslizara por la pendiente del nacionalismo sanitario, tan ineficiente como injusto, como consecuencia de la diferencia que se puede advertir con total claridad entre las distintas naciones, de manera sustancial en la parte económica.

La crisis que hoy está golpeando a la UE, obliga a reflexionar sobre los errores cometidos, especialmente por haberse manejado con lentitud en la firma de contratos que por estos días los laboratorios no pueden respetar.

Otro inconveniente, que ahora ya no puede ocultarse, es el referido a la tibieza de inversión en las compras, que podría haber garantizado una producción mayor de parte de las empresas farmacéuticas.

Hoy se pretende corregir el rumbo, pero todos los analistas coinciden en señalar que es demasiado tarde como para lograr una situación que es definitivamente compleja a esta altura de las circunstancias, a tal punto que ahora decidieron apostar todas las fichas a la elaboración de su propia vacuna.

Políticamente, esa medida ya mereció ácidas críticas por no haberse tomado con anterioridad a esta nueva ola de casos masivos que se viene registrando en la mayoría de los países del continente.

Desde lo económico, tampoco será un emprendimiento simple, porque deberán realizarse inversiones más notorias que las destinadas cuando se firmaron los respectivos convenios entre la Unión Europea y los laboratorios que habían comprometido entregar las varias millones de dosis solicitadas.

La realidad es compleja y por esa misma cuestión se deben apelar a medidas urgentes y contundentes.

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