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Editorial Sábado 2 de Noviembre de 2013

La crisis española

Luego de más de dos años de recesión, en el trimestre culminado en septiembre España tuvo un leve crecimiento. De todos modos, el desempleo se mantiene en el 26%.

REDACCION

Por REDACCION

Al fin una buena noticia para España, ya que después de más de dos años de recesión ininterrumpida en cada una de las mediciones, lo cual volvió a profundizar una caída que comenzó en 2008 y viene arrastrando muy serias consecuencias para el país ibérico, el trimestre conformado por julio, agosto y septiembre tuvo crecimiento de 0,1%, es verdad que una cifra insignificante, de esas que no hacen mover las agujas, pero que puede establecer un punto de partida de tiempos mejores. Reiteramos, más que la importancia del valor, lo destacable es que se interrumpió una tendencia que a esta altura parecía en exceso complicado de conseguir, estando ahora la esperanza fijada en los índices de este último trimestre del año que estamos transcurriendo, ya que de volver a repetirse una marcación positiva, se confirmará estar en la senda de la ansiada recuperación.

Es cierto que la tarea por delante, aún en crecimiento, será sumamente dura y difícil. Es que todos estos años de crisis tan profunda, con desempleo que llegó a topes del 27% y muchísima gente que quedó lisa y llanamente en la calle al perder sus viviendas por la imposibilidad de afrontar el pago de créditos inmobiliarios, provocando una profunda fractura en la sociedad, y además, por sobre todas las cosas, una enorme concentración de los ingresos, quedando la mayor parte para una reducida franja de la parte superior de la pirámide, en tanto que el resto, la gran mayoría, quedó con sus ingresos seriamente deteriorados, en muchos casos sostenidos por el subsidio estatal para los desocupados, que en realidad alcanza para muy poco.

En relación a eso, la organización católica Cáritas calificó a la España de hoy de tener la sociedad más inequitativa de Europa. Es que cuando se expande tanto la pobreza, inevitablemente los más ricos se hacen aún más ricos pues se abroquelan en la conservación de sus riquezas, que al estar representadas en bienes inmuebles y valores constantes, crecen desproporcionadamente con relación a los salarios.

Hoy en España está en expansión una amplísima franja de gente que gana un promedio de 500 euros mensuales con jornadas de 12 horas laborales, la mitad de lo que el organismo estadístico español considera el promedio de ingresos, lo cual ha llevado a tener una marca récord de empleo precarizado, es decir, bajos ingresos, ninguna ventaja social y altas jornadas de labor.

La síntesis es muy sencilla: eso o nada. Perder la posibilidad de un trabajo de 500 euros con 12 horas diarias de trabajo, una verdadera explotación, es enfrentar entonces quedarse sin otra alternativa. La situación laboral es realmente feroz, ya que ese registro de haber quebrado la tendencia en retroceso para crecer en el trimestre que culminó en septiembre un 0,1%, no modificó para nada la falta de empleo, pues eso tardará muchísimo más para mejorar si es que se mantiene la incipiente recuperación. Digamos en tal sentido, que hoy en España la desocupación es del 26%, mientras que entre los jóvenes asciende al 57%, razón por la cual la pobreza está afectando a más de 12 millones de españoles.

Por ahora, aun cuando toda esta serie de datos permite llegar a algunas conclusiones, como las ya expuestas, todavía es prematuro hacer pronósticos, existiendo cierto nivel de confusión. Por ejemplo, se informa que también creció la productividad, pero la razón que lo justifica es la caída de 2 puntos en los costos laborales, es decir, hay menos traslado a los salarios.

Aunque entre las más serias, la pobreza es algo que se ha venido extendiendo por toda Europa, donde se estima que afecta hoy a 150 millones de personas. Consecuencia de la extendida crisis, la pérdida muy fuerte de empleo y la baja que han tenido los ingresos.

España entonces, dentro de este conjunto, vive un momento muy difícil, y aunque de ninguna manera pueda todavía haber certezas de una recuperación con el volumen suficiente para emerger de la crisis, pero al menos volvió la esperanza. Esa misma que se sostiene en el quiebre que produjo el insignificante 0,1% de crecimiento del trimestre que concluyó en septiembre, algo que era esperado por muy pocos. Es cierto que eso no se nota en la economía diaria, que todo continúa igual para los españoles, especialmente aquellos que han quedado al margen del círculo del consumo, pero ahora puede volver a mirar el futuro, inmediato por cierto, con cierta sensación de alivio. 

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