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Editorial Martes 2 de Agosto de 2011

La crisis de EE.UU.

Por un tiempo se alejó el riesgo del default, pero la incertidumbre continuará por largo tiempo en la mayor potencia económica del mundo.

Redacción

Por Redacción

Este 2 de agosto era el plazo que tenía Estados Unidos para solucionar el riesgo que tenía para ingresar en default, poniendo en situación tambaleante a todo el sistema financiero mundial, ya que el 65 por ciento del mismo tiene al dólar como moneda de referencia, incluso los Bancos Centrales con reservas en esa divisa. El acuerdo se produjo el mismo domingo a última hora, bien sobre el filo, ya que no se habían registrado progresos hasta 48 horas antes del vencimiento del plazo final, tras el cual se habría entrado en cesación de pagos, sin siquiera la posibilidad de afrontar el pago de los salarios del sector público. Como se advierte, además de la conmoción externa, el mismo Estados Unidos habría entrado en una situación muy grave, y difícil de revertir en el corto plazo.

El mundo, que estaba en alerta y expectante por el desenlace, al fin pudo respirar con cierta tranquilidad y aguardar ahora que con este nuevo lapso puedan irse acomodando las finanzas estadounidenses de una manera más conveniente, alejando definitivamente la posibilidad del crack financiero de la mayor potencia económica del mundo.

Luego de muchísimas y muy duras discusiones, los más encumbrados dirigentes demócratas y republicanos, junto al presidente Barack Obama, alcanzaron un acuerdo marco para elevar el techo del endeudamiento, a la vez que reducir el déficit fiscal.

Al fin de cuentas, y de tantas semanas de incertidumbres, los líderes políticos republicanos y demócratas pospusieron los intereses partidarios, dejando prevalecer el de toda la Nación, que al fin pudo respirar aliviada, pues si bien aún restaba la aprobación formal de ambas Cámaras, se descontaba que no habría inconvenientes y finalmente todo quedaría encauzado hacia la normalización mediante esta posibilidad de nuevo endeudamiento, aunque simultáneamente se deberá provocar un fuerte ajuste en cuanto al achicamiento del gasto público, aunque se dejó muy en claro que de ninguna manera se deberá recurrir a un aumento de impuestos para achicar aún más la brecha. Es que eso podría atentar fuertemente contra la recuperación de la actividad económica, un objetivo por el cual se viene pujando con una batería de medidas desde hace tiempo, aunque con resultados todavía no del todo positivos como los que se confiaba obtener. Un impuestazo, hubiese terminado por hundir la lenta recuperación que se viene registrando, y que justamente en el pasado mes de julio experimentó un serio retroceso al crearse apenas 18.000 nuevos empleos, cuando en realidad se esperaban 92.000.

Hasta ahora, y con esta posibilidad de cesación de pagos que estuvo muy cerca de concretarse, Estados Unidos tenía un endeudamiento de 14,3 billones de dólares, siendo el tope que había autorizado con anterioridad el Congreso, aunque el acuerdo marco de ahora y que permite ampliar un plazo en la búsqueda de resultados más auspiciosos, se podrán añadir 2,4 billones de dólares, en dos etapas.

El anuncio fue hecho por TV por Obama, quien dejó en claro que "este no es el acuerdo que pretendía, pero es el que se ha alcanzado", a la vez que agradeció a los ciudadanos la presión ejercida sobre sus representantes en las Cámaras legislativas, quienes de tal forma debieron resignar los intereses políticos partidarios en favor de una solución para todo el conjunto nacional.

De estos 2,4 billones de dólares autorizados en dos etapas, 900.000 millones serán destinados de inmediato para pagar las deudas hasta el año que viene, lo que dará tranquilidad para trabajar en todo este lapso para un profundo reordenamiento, el cual incluye dentro del acuerdo marco una reducción del gasto de 917.000 millones en las próximos diez años y 1,5 billones de recortes adicionales que deberán ejecutarse en una segunda etapa. En realidad, y como queda fehacientemente reflejado, lo que el presidente Obama compró con este acuerdo, es tiempo.

Si bien se ha salido del difícil trance, el sector demócrata accedió al acuerdo pero con muchos reparos y una serie de cuestionamientos hacia el mismo Obama, especialmente por haber accedido a no incluir los aumentos de impuestos que pretendían. Tan fuerte ha sido la disidencia interna que ya algunos demócratas acusan a Obama de traición, con lo cual queda en evidencia que el fantasma del default puede haberse alejado, pero que la incertidumbre continúa sobrevolando sobre Estados Unidos.

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