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Editorial Viernes 14 de Noviembre de 2014

La codicia del capitalismo

La diferencia entre los que más ganan y los que menos tienen constituye un indicador contundente de que las cosas no funcionan bien.

REDACCION

Por REDACCION

El debate sobre el rol del capitalismo se actualiza de tanto en tanto, en ocasiones a partir de situaciones puntuales, como una crisis económica o el conflicto entre la Argentina y los fondos buitre que ponen en evidencia que los grupos económicos enrolados en el poder financiero pueden avanzar contra gobiernos y afectar los intereses de la población, principalmente la más vulnerable. 

Entonces se aprecia que el afán de lucro que moviliza a la libre empresa se torna desmedido afectando los derechos y el bienestar de las mayorías, sin importar valores como la solidaridad y la justicia social. El aumento de la diferencia entre los que más ganan y los que menos tienen que se desprende de cuanto estudio se realice a nivel mundial constituye un indicador contundente de que las cosas no funcionan bien. El incremento de los niveles de pobreza en determinadas regiones del mundo también cuestionan, con crudeza, al sistema capitalista.

El premio Nobel de Economía de 2001 y ex vicepresidente del Banco Mundial, Joseph E. Stiglitz, es uno de los teóricos críticos del actual sistema económico. "200 Años de capitalismo demuestran que los mercados no son eficientes ni mucho menos estables", consideró en una de las tantas publicaciones y reportajes que brindó. Afirma que "hay una tendencia de los mercados sin control de cometer excesos de todo tipo". 

El economista subrayó, en su último libro, que la gran lección que dejó la crisis que surgió en Estados Unidos en 2008, y que luego se globalizó, es que los mercados no se autorregulan, y por lo tanto el papel que debe desempeñar el gobierno es esencial.

Este es un debate instalado sin resolución. El poder de las corporaciones y del capital financiero ha crecido tanto que puede torcer el brazo, en una pulseada, a los gobiernos principalmente a aquellos más débiles. El Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, que está en Buenos Aires, defendió las regulaciones gubernamentales "si la responsabilidad social es insuficiente" y alentó "bases éticas comunes" para ir "más allá de la búsqueda de utilidades".

Economista y filósofo de origen indio, Sen disertó en la apertura del Segundo Congreso Internacional de Responsabilidad Social, tribuna desde la cual advirtió sobre el "fracaso" de las políticas europeas de contracción de la demanda y austeridad extrema que implementan los gobiernos por recomendación de los que manejan los bancos, es decir el capital financiero. "Pedir sangre, sudor y lágrimas puede no ser una política adecuada en determinadas circunstancias", alertó.

Sen recordó que en los inicios de la crisis mundial, en 2008, el entonces candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain, "se quejaba de la avaricia de Wall Street". Estamos hablando de un referente del partido más libremercado que hay en una de las naciones abanderadas del capitalismo. "La remoción de regulaciones gubernamentales impulsadas por (el ex presidente de EE. UU.) Ronald Reagan y otros tuvieron un rol importante en el estallido de la crisis", consideró Sen al tiempo que destacó que "la expansión de la demanda es una cuestión de responsabilidad social, en este caso de los gobiernos".

Para este Premio Nobel, el recorte de gastos impulsado en varios países europeos presionados por la crisis "puede parecer correcto en el marco de desequilibrios presupuestarios, pero quizás no se reduzca así el déficit, caiga la producción y se provoque una catástrofe en el nivel de calidad de vida".  

Volviendo a Stiglitz, también cuestiona los ajustes aplicados en Europa. Sostuvo que la crisis que actualmente viven varios países europeos, entre ellos Grecia, España, Irlanda, Portugal, Italia y Rumania, da cuenta de que la hoguera que se prendió en Wall Street todavía está encendida. "Todos esperan que los líderes del mundo logren frenar la codicia sin límites del sistema financiero estadounidense, cuyas prácticas fueron imitadas por muchos otros banqueros del planeta", advirtió en su libro "Caída libre". No es necesario ser más claro.

Pragmático y realista, Stiglitz está convencido de que habrá más crisis, y probablemente peores en el futuro, si no se hace algo para cambiar. "Cuando la economía mundial entró en caída libre en 2008, también lo hicieron nuestras creencias. Las inveteradas ideas sobre teoría económica, sobre Estados Unidos y sobre nuestros héroes también han entrado en caída libre", remarca.

Al identificar responsables de la crisis, mencionó a los economistas de profesión, por haber proporcionado argumentos sobre los mercados eficientes y autorregulados. A los banqueros porque actuaron codiciosamente. Y a los organismos reguladores que no intervinieron ante el "comportamiento excesivo, arriesgado y poco escrupuloso de los bancos".

En este escenario, los gobiernos deben recuperar poder real para defender los intereses de los ciudadanos ante la acumulación de dinero y poder por parte de las corporaciones, principalmente del capital financiero. 


 

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