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Editorial Domingo 20 de Mayo de 2012

La capa de ozono

El enorme agujero de la capa de ozono no sólo detuvo su ampliación, sino que ha comenzado a reducirse, achicándose unos 4 millones de kilómetros cuadrados.

Redacción

Por Redacción

Una noticia que pasó bastante inadvertida dentro del fárrago informativo que se produce diariamente, relacionada con el medio ambiente y por lo tanto fundamental para el futuro de la humanidad, nada menos, fue la detención que ha experimentado recientemente la destrucción de la capa de ozono. Es decir, el paraguas protector que tiene la tierra para preservarse del impacto de los rayos ultravioletas emitidos por el sol, que son justamente a los que se adjudica la mayor responsabilidad del recalentamiento global que viene experimentando nuestro planeta desde hace décadas, derivando en toda una serie de anormalidades climáticas que alteraron muchas regiones de manera sustancial.

La amenaza del agrandamiento del agujero en la capa de ozono comenzó a discutirse en Montreal en 1987, y ahora, 25 años después se tuvo conocimiento de la primera gran novedad sobre este tema, constituyendo nada menos que la detención de la destrucción de la referida capa protectora de la tierra.

Es que de acuerdo a las más recientes mediciones de la Organización Meteorológica Nacional (OMI) dan cuenta que en diciembre pasado el agujero de la capa de ozono en la región antártica alcanzó un nivel de 24,4 millones de kilómetros cuadrados, aunque el tope fue del año 2006 con 28 millones. Tales datos, y las primeras conclusiones de los científicos, aunque habrá que aguardar nuevos estudios y especialmente un tiempo mayor, deslizan que todo estaría indicando que la tendencia hacia la baja se mantendría, y aunque el problema no está resuelto ni mucho menos, especialmente porque los gases ya librados hacia la atmósfera siguen actuando, existe optimismo en cuanto a un problema que aparecía dramático y que hoy ya no lo es tanto.

Si bien en muchas ocasiones se remarcó la poca predisposición de varios países, especialmente aquellos grandes emisores de gases con efecto residual, casos concretos de Estados Unidos y China por ejemplo, para adherir en forma total hacia estas resoluciones, se destaca que de todos modos esos eventos tuvieron un resultado positivo. Se asegura que de no haber existido esos acuerdos el deterioro de la capa de ozono hubiese alcanzado a sus dos terceras partes, con lo cual la radiación ultravioleta habría alcanzado una potencia seis veces mayor, y consecuentemente la exposición al sol de apenas 5 minutos hubiese provocado quemaduras en la piel.

Uno de los adelantos realizados por los equipos de científicos que trabajan en el tema, establece que es altamente factible que en 2050 el nivel de la capa de ozono alcance un volumen similar al de los años de la década del ´80, aunque claro, se deja bien en claro que ello sucederá siempre y cuando se mantenga en retroceso que se viene midiendo en la actualidad.

La destrucción de esta capa protectora se hizo mucho más evidente, y comenzó a enviar señales de preocupación, en la mencionada década del ´80, aunque luego de comenzada la aplicación del Protocolo de Montreal en 1987, el cual se enfocaba especialmente en la reducción de los gases presentes de manera mayor en aerosoles y equipos de refrigeración, se advirtió una clara estabilización. Es decir, el deterioro no siguió avanzando, y ahora se tiene la certeza de la recomposición que viene dándose en la capa de ozono, de unos 4 millones de kilómetros cuadrados en los últimos seis años, desde 2006 a la fecha.

Pero la buena noticia no es todavía completa, pues tal como parece irse desvaneciendo esta cuestión del deterioro provocado por los gases CFC (clorofluocarbonos), simultáneamente apareció en el escenario una nueva amenaza, que en realidad es algo más que eso, pues aquellos productos que no pudieron utilizar aquellos ya encontraron su reemplazo, con un compuesto denominado HCFC (hidroclorofluocarbonos), el cual es unas dos mil veces más potente en sus efectos destructivos que el anterior, motivo por el cual el recalentamiento de la tierra será muchísimo más vertiginoso en caso de volver a darse este fenómeno. Quien formuló esa advertencia fue nada menos que Naciones Unidas, a través de su secretario general Ban Ki-moon, en ocasión de un mensaje difundido en coincidencia con el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono.

De tal manera ese es el desafío que existe por delante: controlar los gases de HCFC. El primer paso fue solicitar la total eliminación de los mismos para el año 2040. La humanidad está expectante.

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