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Editorial Viernes 13 de Julio de 2012

Inseguridad alimentaria

La tercera parte de los alimentos que se producen en Latinoamérica se desperdician por deficiencias en las cadenas de conservación, transporte y consumo.

Redacción

Por Redacción

Consecuencia directa del deficiente manejo de las cadenas de conservación, transporte y consumo, en Latinoamérica se desperdicia una tercera parte de los alimentos que se producen. Una conclusión realmente lapidaria, contenido en un informe elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, que en sus siglas en inglés es identificada como FAO.

Esta extraña situación se produce en un territorio que produce mucha mayor cantidad de alimentos que los que necesita, añadiéndose en el estudio que si bien el promedio general da como pérdida el 30% del total producido, existen muchos lugares en los cuales el desperdicio alcanza el 40%, lo cual es realmente incomprensible. Pero además, lo que más llama la atención, es que con tanto volumen de producción y pérdidas, aún haya en la región 50 millones de personas que padecen hambre, lo cual es un claro ejemplo de la desigualdad existente.

Las situaciones de mayor complejidad son las que se advierten en países como Haití, Honduras, Guatemala, El Salvador, Bolivia y Paraguay, en los cuales existen elevados índices de pobreza, que alcanzan al 40% de la población, e incluso en algunas regiones puntuales muy por encima de ese nivel.

Se explica que "el problema está en el acceso a los alimentos, debido a las inequidades que existen en la distribución del ingreso", siendo justamente esa una de las cuestiones por resolver en el futuro inmediato, ya que existe una desigualdad enorme, confrontando una reducida clase social súper rica, que se aprovecha de todas las comodidades y posibilidades, en tanto otro sector muchísimo mayor no alcanza siquiera a sostener una alimentación adecuada y consistente. Y ello sin incluir dentro de esta consideración a las poblaciones indígenas, en las cuales la inseguridad alimentaria es al menos tres veces mayor que el promedio de la población.

Por cierto que una de las vías de solución, además de la adecuación en el reparto de los ingresos, está en lograr el incentivo de la producción, y muy especialmente en reducir este alarmante porcentaje de pérdidas, ya que una tercera parte de lo producido se desperdicia durante el transporte, la conservación y el consumo. En especial se debe apuntar a la incentivación de la producción en aquellos países que son importadores de dichos alimentos, como los del Caribe y Centroamérica, para los que se deben buscar planes regionales de desarrollo agropecuario, respetando las particularidades de cada uno de los países, asegurándose además que aun cuando haya diferentes climas y condiciones, incluso diferentes condiciones de la tierra, en cada lugar puede existir la adaptación para un cultivo. Sólo se debe financiar, desarrollar y ejecutar esta clase de proyectos, de modo especial -se remarca- en los países no tradicionales, que son hoy quienes deben importar la mayor parte de sus alimentos.

También es necesario, simultáneamente, profundizar en materia de políticas públicas apuntando a la producción y el afianzamiento social, con programas de alimentos sostenibles tanto en lo social como lo ambiental, siendo uno de los objetivos trazados en eliminar el hambre en el continente americano en 2025, siendo algo que se estima factible habida cuenta que, si bien con diferentes matices, se encuentra incluido en la agenda de casi todos los países.

De acuerdo con este informe, la suba del precio de los alimentos que se desató en 2008 favoreció especialmente a los países sudamericanos productores de los mismos, con importante aumentos en sus ingresos y tributos, mencionándose especialmente  a Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile como los ejemplos más claros.

Donde la situación alimentaria es más precaria en todo el continente es en Centroamérica, donde la agricultura tiene un desarrollo rudimentario, y además, hace muy poco hubo una fortísima sequía, la cual -se recuerda- solamente en Guatemala dejó 400 muertos. Si tal fue la afectación a nivel humano, se desprende hasta qué límites llegó en lo productivo..

Con referencia a los precios, la FAO refiere en este estudio que en junio pasado, y por tercer mes consecutivo, se produjo una baja de 1,8% con relación a su antecesor mayo, situándose en el nivel más bajo desde el mes de septiembre de 2010.

Este es entonces el panorama sobre la situación alimentaria en el continente americano, donde el problema de un tercio de pérdidas por transporte, conservación y consumo es actualmente el más serio por resolver.

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