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Editorial Miércoles 15 de Febrero de 2017

Inflación, ¿controlada?

El 1,3% de enero de inflación es un registro que aunque todavía alto, genera esperanza.

Redacción

Por Redacción

Siempre se dijo que ganarle a la inflación es la madre de todas las batallas que deben librarse en economía, si es que se pretende un ordenamiento de la misma, pues para sentar una base lo suficientemente firme, es indispensable tenerla bajo control, ya que de contrario más tarde o más temprano, comienzan las desviaciones que ya se sabe hacia dónde conducen.

Dentro del desmadre en que fue recibida la situación económica y financiera del país en diciembre de 2015, la inflación va queriendo tomar un curso muy diferente al que tuvo durante el gobierno kirchnerista, especialmente en los últimos años. Es que en enero pasado, de acuerdo con el ahora creíble INDEC, se registró un esperanzador 1,3% de inflación, que continúa siendo muy alta si la pretensión es llegar a acomodarnos al compás de la mayoría de países del mundo, incluidos nuestros vecinos de esta región, que aunque enfrentando situaciones económicas delicadas -como Brasil por ejemplo- tienen una inflación muchísimo menor que nosotros.

La Argentina, dentro de la escala mundial inflacionaria, se encuentra junto a países como Venezuela -el indiscutible campeón mundial-, Bielorrusia, Ucrania, Sudán, Malawi, Irán, Ghana, Zambia, Yemen y unos pocos más, conformando un grupo al que no hay nada para envidiarle. La aspiración en cambio es poder llegar a alinearnos con Alemania, Francia, Canadá, España, Estados Unidos, Bélgica, Dinamarca, Japón y muchos otros -incluso nuestro vecino Chile- que tienen índices inflacionarios sumamente bajos, y además, estabilizados. Este último un aspecto realmente fundamental para tener un punto de partida de la actividad económica.

La expansión inflacionaria en nuestro país se encuentra en retroceso desde hace algunos meses, pero debe tenerse en cuenta que también está en retracción el consumo, y si el efecto aquel es consecuencia de esto último, entonces estaríamos en una artificialidad que no nos llevaría por buen camino, más bien con un futuro bastante breve dentro de las características mencionadas.

El gobierno, al confeccionar el presupuesto 2017 se fijó una meta inflacionaria para este año entre 12 y 17 por ciento, puesto en duda en forma casi generalizada, aunque este 1,3% del primero de los doce meses del año marcha en ese sentido. Incluso, debe también decirse, que esta marca oficial del INDEC, que hoy nadie cuestiona, está bastante por debajo de lo calculado por casi todas las consultoras privadas que iban entre 1,6 y 1,8 por ciento con sus pronósticos. El Indice Congreso por lo pronto, había arrojado 1,6% para el mes de enero, sumando un dato más a toda esta perspectiva.

Por sobre el promedio general de incrementos, en enero subió el rubro esparcimiento con 4,7%, transporte -por el aumento del combustible- y comunicaciones 2,3%, alimentos y bebidas 1,6%, atención médica y gastos para la salud 1,4%, mantenimiento del hogar 0,9% y educación 0,7%. Vivienda y servicios básicos se mantuvo sin variantes, en tanto que indumentaria registró una merma de 2,2 por ciento.

De todos modos, aún constituyendo un buen indicio la inflación de enero, habrá que seguir muy de cerca lo que suceda en los meses siguientes, ya que vienen los aumentos de energía, nuevamente el combustible y están de por medio las paritarias para ajustar salarios, todo lo cual puede tener fuerte impacto en las niveles inflacionarios. Sin olvidar que en abril el gobierno ya tiene programado un aumento del gas, y que en octubre volverán a ajustarse las tarifas eléctricas, a lo cual deben añadirse los periódicos aumentos de las prepagas y también del peaje, que tuvo importante ajuste.

Visto desde ese ángulo, hoy hablar de inflación controlada, tal como trata de ser impuesto desde el gobierno, es un riesgo muy grande, existiendo una diversidad de factores que pueden motorizar el alza de precios, los que además, están sujetos a la sensación que tienen los formadores de los mismos, siempre corriendo por delante de la inflación, estando por lo tanto en un círculo vicioso que no tiene punto final.

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