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Editorial Martes 21 de Agosto de 2012

Indices desvirtuados

El INDEC sigue empeñado en mostrar una realidad que no existe, con números estadísticos de ficción.

Redacción

Por Redacción

Por haberse abusado tanto de disfrazar la realidad según conveniencias propias, el INDEC hace tiempo que ha dejado de ser un organismo utilizado como medición de la realidad, incluso por el mismo gobierno, lo cual lleva entonces a preguntarse ¿por qué clase de razones se lo mantiene dentro de esa normativa de ficción? No aparecen respuestas. Todo llega a tal extremo, que en los últimos 28 meses, hubo 13 índices de 0,8%, 11 de 0,7%, 3 de 0,9% y 1 de 0,6%, en absoluto desacuerdo con los índices de consultoras provinciales y también privadas. Y retrocediendo algo más en el tiempo, desde enero de 2007 en que fue intervenido por el funcionario Guillermo Moreno, hasta junio pasado, la suma inflacionaria del INDEC ascendió a 62,4% mientras que para el resto de consultoras esa suma trepó a 187,2%, es decir, la triplicó.

Por trillado, este tema casi no era más abordado en análisis y comentarios, pero en estos días cuando se difundieron nuevos datos estadísticos del organismo, resulta poco menos que inevitable hacerlo, habida cuenta de las enormes diferencias que aparecen en el cotejo con la realidad. Surge ello de la canasta de la indigencia, ya que para el ente oficial con 688 pesos mensuales una familia conformada por cuatro integrantes -padres y dos hijos menores- tiene suficiente para alimentarse, significando unos 23 pesos diarios para el conjunto, o bien poco menos de 6 pesos cada uno. Con lo cual debe afrontarse desayuno, almuerzo, merienda y cena. 

Es por estos motivos que considerando el valor de estas canastas, la pobreza es de 6,5% en todo el país y la indigencia de 1,7%, cifras que por supuesto nada tienen que ver con la realidad, aunque sí alcanzan para el gobierno mostrar al mundo una Argentina que es pura ficción.

El aumento de pobreza e indigencia es proporcional al costo que tienen esas canastas, las que deben prácticamente multiplicarse por cuatro. Así al menos ocurre con casi todas las que fueron divulgadas, de distintas procedencias, como por ejemplo la elaborada en forma conjunta por las Universidades de Buenos Aires y La Plata, que para la indigencia establecen una suma mensual de 2.861 pesos, lo cual es 95 pesos por día y 24 por persona, cuatro veces más que el INDEC. Mientras que para la pobreza es de 6.332 pesos, mientras que el organismo nacional tiene que con 1.528 pesos una familia no cae en situación de pobreza.

Observando las diferencias, y sin entrar en demasiado análisis, que ni falta hace, se puede comprobar lo absolutamente alejado de la realidad que está el INDEC y la necesidad que existe de normalizar un organismo que fue desnaturalizado en su accionar y en su objetivo. En lugar de ser un elemento de ayuda para tener certezas sobre la realidad, desde hace 5 años se ha convertido en un elemento de acción distorsiva, mereciendo innumerables reclamos tanto desde la mayoría de sectores locales, como así también desde organismos internacionales. Sin embargo, y aún frente a la evidencia incontrastable, todo se mantiene de manera inalterable, sin señales de llegar a producir alguna modificación.

Aquí en Rafaela, sin tener que recurrir a ejemplos más lejanos, en los primeros seis meses del año la consultora Develar registró una inflación interanual de 32%, mientras que la del INDEC no llega siquiera a los dos dígitos.

Consecuencia de estas mediciones, para el gobierno los indigentes suman en la actualidad 680.000 personas, en tanto que se encuentran en situación de pobreza 2,6 millones, con lo cual tenemos que de acuerdo con el INDEC la gente que está en problemas llega a 3,28 millones sobre una población total de algo más de 40 millones de habitantes. Lo cual significa que aún sin dejar de mostrar preocupación por los afectados, dentro de la perspectiva global es una cantidad sumamente pequeña, que en cualquier momento puede ser directamente incorporada a las demás capas socioeconómicas. Si en cambio se toman los otros parámetros, incluso los de números más moderados para la conformación de las canastas básica y alimentaria, tenemos que entre pobres e indigentes en ninguno de los casos son menos de 8 millones de personas, y en caso de tomarse directamente los números de las canastas elaboradas por las dos Universidades mencionadas al comienzo, entonces estaríamos en casi 13 millones de personas merced a la cuadruplicación de los 3,28 millones de afectados que da el ente oficial.

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