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Editorial Jueves 9 de Mayo de 2013

Hambruna en Somalia

Entre octubre de 2010 y abril de 2012 la hambruna en Somalia, en medio de una total inseguridad, provocó la muerte de 258 mil personas.

Redacción

Por Redacción

En menos de dos años, exactamente entre octubre de 2010 y abril de 2012, según lo detalla la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura en el país africano Somalia murieron 258.000 personas -de las cuales 133.000 eran niños menores de 5 años- como consecuencia de la hambruna y la grave inseguridad alimentaria. Esa cantidad de víctimas, de acuerdo con la primera estimación científica de esta gravísima crisis alimentaria, da cuenta que murió el 4,6% de la población total y el 10% de los niños menores de 5 años, en el sur y centro del país, donde se produjo la mayor catástrofe humanitaria.

El estudio establece además, que entre mayo y agosto de 2011 la cantidad de muertos por falta de alimentación estuvo en el orden de los 30.000 mensuales, y que si bien la comprobación da cuenta de un total de 258 mil fallecidos, se cree muy probable que por la carencia de datos o fallas en el suministro de los mismos, los muertos podrían ascender a 290.000.

Este trágico balance es aún superior a la hambruna que afectó a Somalia en 1992, cuando hubo 220.000 muertos en solamente un año. Esta vez, los afectados fueron 4 millones de personas, es decir, la mitad de la población total del país, originándose la crisis por una fortísima sequía en el denominado Cuerno de Africa, agravándose todavía más por la enorme inseguridad en todo el país, sumido en el caos y una guerra civil que tuvo sus comienzos en 1991 cuando el derrocamiento del entonces presidente Siad Barre.

Se recuerda además, que incluso tuvieron serias dificultades para llegar a los lugares más críticos las misiones humanitarias que llevaban alimentos, medicamentos y atención de la salud con hospitales móviles, siendo atacados por guerrillas, impidiendo su conexión con centros de refugiados donde la gente moría de hambre y enfermedades derivadas por la misma.

La inestabilidad política se mantiene desde hace 22 años, siendo una verdadera calamidad. La esperanza es que en septiembre próximo habrá elecciones, y tal vez podría comenzar a vislumbrarse un principio de solución. Ojalá sea de esta manera, ya que es inadmisible que en el mundo sigan ocurriendo cosas de este tipo.

Venezuela violenta

Desde los comicios del 14 de abril pasado, cuando Nicolás Maduro logró ganar por un estrechísimo margen sobre Henrique Capriles y poder de tal manera dar continuidad al chavismo, Venezuela no ha tenido un solo día de paz y tranquilidad, sino que todo lo contrario, la violencia de ha ido extendiendo, producto de la durísima confrontación entre uno y otro sector, que tiene dividido al país prácticamente por mitades. Ese clima no sólo se observa en las calles y en cuanto ocasión tenga de manifestarse, sino que también llegó al propio Parlamento, cuyas imágenes de agresiones dieron la vuelta al mundo.

Es que la oposición encabezada por Capriles no admite la victoria de Maduro, salvo que se haga una auditoría completa, es decir, revisando los cuadernos de votación, en los cuales los electores estampan su firma y huella digital, y que permitiría comprobar si en realidad el chavismo "hizo votar a los muertos" como asegura la oposición, o si bien todo se encuentra en regla. La cuestión es que el oficialismo se niega a realizar un recuento de esa manera, lo cual dejaría firme la victoria de Maduro y por lo tanto la prolongación indefinida de una situación que tiene a toda Venezuela en vilo.

Lo cierto es que Capriles impugnó el resultado del 14 de abril ante el Tribunal Supremo de Justicia, lo cual afianza aún más las irreductibles posiciones de las partes, para las cuales existiría una única posibilidad de encaminar hacia un acuerdo: el control compartido del escrutinio. Algo a lo cual no está dispuesto el chavismo, por lo que la tirantez se mantiene al máximo.

Es que mientras la oposición acusa de fraude, el oficialismo replica con el señalamiento de intenciones golpistas. Dos posiciones que han excedido los límites políticos y se ha trasladado a la calle, generando un clima de manifiesta violencia. Todo en el marco de una crisis social muy fuerte, donde hay una elevada inflación, desabastecimiento de los principales alimentos y las finanzas públicas muy comprometidas por el permanente déficit del funcionamiento del Estado. Recordemos que Venezuela tiene basado el 97% de su economía en el petróleo, con gran dependencia de todo el resto de sus necesidades.

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