Por REDACCION
El exceso de velocidad siempre fue un adversario, a veces letal, de la seguridad vial en todos lados más aún en los países donde la infraestructura de rutas y caminos no es la mejor a raíz de la falta de inversión para construir o ejecutar tareas de mantenimiento. Como más de una vez se ha apuntado en este espacio editorial, es un contrasentido que los autos se fabriquen con motores capaces de avanzar a más de 200 kilómetros por hora pero la legislación prohíbe superar como máximo los 140 km/h en una autopista mientras en rutas el límite es 110 km/h. La tentación por avanzar por sobre los topes permitidos es de uso corriente, más aún en la Argentina de estos tiempos. Para controlar a los dueños de los "pies pesados" que se posan sobre el acelerador de un auto es necesario una inteligente y eficaz campaña de educación vial combinada con acciones de control en la red vial y la aplicación de sanciones rigurosas cuando correspondan ante una falta grave para advertir al resto sobre los costos que pueden tener la imprudencia o el no acatar las normas de tránsito.
En Rafaela, llama la atención que en la avenida Santa Fe se circule a altas velocidades incluso más allá del límite de 60km/h, lo que aumenta el riesgo de que se registren siniestros en su traza. Incluso en el tramo en formato de bulevar, entre la Jefatura de Policía y la Plaza 25 de Mayo, algunos conductores con escaso respeto a la vida avanzan a un ritmo mayor al permitido siendo que circulan por el tramo que en determinados horarios pico soporta una alta presión en materia de tránsito, con la singularidad de una fuerte presencia de los peatones, considerados como los usuarios más vulnerables.
El caso de países del primer mundo de Europa llama la atención en las últimas semanas en lo que hace a políticas de regulación del sistema de tránsito, aunque los cambios en los límites de velocidad no obedecen tanto al peligro vinculado a un auto rápido sino más bien al medio ambiente. Tras la estela de ciudades como Madrid o Berlín, la región de Bruselas se dispone a limitar a 30 km/h la velocidad máxima autorizada para 2021, una controvertida medida impulsada por las autoridades para favorecer la movilidad "limpia".
La idea que busca impulsar los desplazamientos a dos ruedas o a pie no es revolucionaria, pero llega en un contexto de creciente movilización por la lucha contra el cambio climático, marcada en Bélgica por las protestas estudiantiles. En otras capitales europeas, como Berlín o Madrid, el 80% de la red es ya "zona 30". A finales de octubre, será el caso también de Lille (norte de Francia), otra gran ciudad que quiere ser "más respirable" con menos coches. El gobierno regional de Bruselas, constituido esta semana y liderado por socialistas y verdes, se concede 18 meses para "generalizar" esta limitación, que afecta ya al 55% de su territorio en zonas residenciales, comerciales o en las inmediaciones de los colegios.
El 1 de enero de 2021, las limitaciones de 50 y 70 km/h se reservarán para las principales arterias, las grandes avenidas o la circunvalación interior alrededor del centro de la ciudad y sus túneles obsoletos. Incluso con este calendario, los especialistas califican de "ambiciosa" la medida, puesto que será necesario instalar reductores de velocidad y prever controles sin los que "el sistema perderá credibilidad". Los estudios demuestran que sin estos cambios el 90% de los conductores no respetarán el límite de velocidad, afirmó Benoît Godart, portavoz de Vias, la agencia belga de seguridad vial.
Para Godart, si solo se ponen dos letreros anunciando el inicio y el fin de la zona 30, y ya está, no servirá de nada.El reto ahora es encontrar el presupuesto para este proyecto, tanto en la región como en sus 19 comunas, lo que ya ha provocado las críticas de la oposición de derechas. Y, como era de prever, la zona 30 "generalizada" molesta también a los taxistas, que tachan la medida de "inútil". Actualmente, "la congestión del tráfico impide superar los 30 o 40 km/h", dijo Fethi Dhib, taxista que ejerce desde 1987 en Bruselas.
Los problemas de circulación en la capital belga son muy similares a los que se observan en Moscú o Londres, que figuran entre los primeros puestos de las ciudades con más atascos.
Sobre la limitación a 30 km/h, una funcionaria griega de la Unión Europea señaló una cierta incoherencia de los poderes públicos al dejar al descubierto que el objetivo de reducir la cantidad de coches significará el cierre de fábricas del sector automotriz y el consecuente aumento del desempleo.
Como se puede apreciar, en Argentina tenemos debates pendientes en materia de tránsito, pero en Europa están lejos de disfrutar de la tranquilidad. El tránsito es un desafío en todos lados, más aún con el crecimiento de las ciudades.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.