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Editorial Miércoles 10 de Marzo de 2021

Habemus Papam argentino

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REDACCION

Por REDACCION

El 26 de febrero de 2013, a las 14:15 horas, el por entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, se fue del país rumbo a Italia para participar de la oficialización de la renuncia del Papa Benedicto XVI, que se concretó el jueves 28 de ese mes en el Vaticano, y luego del proceso de elección del sucesor que siempre se llevan a cabo en la Capilla Sixtina. Con una valija y un maletín negro como bolso de mano, abordó el avión y se ubicó en su butaca de la fila 25 de clase turista, sobre el pasillo para poder levantarse y caminar como forma de aliviar sus dolores de rodilla y cadera que aumentan si permanece mucho tiempo quieto. Si bien era considerado como "papable", el prelado argentino se embarcó en el aeropuerto de Ezeiza con la idea de regresar casi un mes después para encabezar la celebración del Domingo de Ramos, el 24 de marzo. Sin embargo, nunca más volvió a la Argentina.

Cuentan que en su entorno de la curia porteña lo despidieron como si no regresaría porque sería ungido como el nuevo Papa. Bergoglio desestimaba esos saludos principalmente porque entendía que, por su edad de 76 años, ya no era uno de los favoritos. De la misma manera, ni los apostadores ni la prensa especializada lo ubicaba entre los cinco candidatos reemplazar al Papa alemán dimitente. El italiano Angelo Scola o el brasileño Odilo Pedro Scherer encabezaban las preferencias. Pero el 13 de marzo de 2013 se observó salir humo blanco de la chimenea de la Capilla y el mundo se preparó para el anuncio. El cardenal francés protodiácono del Vaticano, Jean-Louis Tauran, salió al balcón principal de la basílica de San Pedro escoltado por dos sacerdotes y poco después, con voz temblorosa y tono pausado pronunció lo que ya todos sabían por la fumata blanca: “Habemus Papam”. En una colmada plaza del Vaticano hubo una ovación a medida que crecía la expectativa por conocer al nuevo Sumo Pontífice. En latín, Tauran anunció una frase incompresible excepto el último nombre. “Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio” dijo ante la sorpresa de muchos, en especial de los argentinos y de los periodistas que seguían la transmisión televisiva que en algunos casos tardaron en reaccionar. 

Desde ese día, la pregunta que sobrevuela en el país cuando el Papa del fin del mundo, que eligió llamarse Francisco, volvería a su tierra para lo que se cree será una visita histórica. Hace ocho años que está en el Vaticano y si bien emprendió numerosos viajes por la geografía mundial, todavía no pisó el suelo argentino, quizás para evitar quedar atrapado en las redes de la grieta política que divide a los argentinos. 

En tres días, Francisco cumplirá ocho años como jefe de la Iglesia Católica. Y mantiene esa decisión de postergar el regreso a sus pagos. Al principio, hubo un furor de los argentinos en viajar hasta el Vaticano para encontrarse con el Papa. Los políticos, dirigentes sindicales y empresarios con influencias lograron encuentros cercanos, con audiencias, pero el grueso de los que viajaban debían conformarse con fugaces saludos en la plaza del Vaticano, cuando el Sumo Pontífice recorre a bordo de un vehículo todo su perímetro para saludar a los visitantes. En ocasiones, se detenía donde había algún compatriota y permitía retratarse para inmortalizar el momento. 

En los últimos días, Santo Padre se convirtió en el primer Papa en visitar Irak, el viaje más difícil e importante de su Pontificado según destacaron desde el Vaticano fundamentalmente porque la comunidad de cristianos católicos de ese país de Oriente Medio es perseguida y atacada. 

Como suele suceder cada vez que regresa de un viaje, el Papa compartió en el mismo avión que lo devolvía a Roma una conferencia de prensa con los periodistas que cubren la gira. Y la posibilidad de realizar una visita a su país natal nuevamente surgió como una de las inquietudes de la prensa. Si bien no descartó la idea tampoco alentó esperanzas de que sea en el mediano plazo. Solo respondió que su regreso a la Argentina será "cuando se dé la oportunidad" y que seguramente forme parte de una gira que incluirá Uruguay y el sur de Brasil -sería la segunda visita a ese país-. 

Según indicaron los cronistas que lo acompañaron a su visita de tres días a Irak, el Papa argentino bromeó diciendo que ya era suficiente con los 76 años que vivió en su país natal. También es cierto que en la Argentina se aplacó aquella euforia inicial del 2013 y el 2014 por ver a Francisco. Para quienes se ilusionan con su retorno, deberán renovar su fe y cultivar la paciencia. 



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